"La lectura estricta de las normas vigentes,
así como la interpretación que ofrecen algunas fuentes consultadas,
ratifican que (en ausencia de acuerdo) Cataluña saldría automáticamente del ámbito comunitario
y que el contador se pondría a cero en todos los terrenos.
El nuevo
proceso para integrarse en la UE sería largo, laborioso y sujeto a una
condición fundamental: el visto bueno de España
(y de otros países que pueden ejercer el veto para evitar tentaciones
secesionistas en su territorio). En definitiva, no hay encaje dentro de
la UE sin la aquiescencia del Gobierno español.
De la misma manera, nadie en las instituciones europeas se imagina un
futuro catalán alejado del ámbito comunitario, del que lleva formando
parte casi 30 años. Y el único obstáculo para esa integración sería
político, no jurídico. En todo caso, sin un nuevo marco legal para
afrontar la cuestión catalana, estas serían las principales
consecuencias de la nueva situación:
Estado tercero
Cataluña no podría pedir su ingreso en la UE hasta que no alcanzase
formalmente el estatus de independiente. A partir de ahí, tendría que
presentar su candidatura... Un solo país, en este caso España, puede bloquear el proceso, aunque
algunas fuentes apuntan que no se entendería la objeción española a un
futuro catalán en el seno de la UE. Algo parecido podría suceder con la
OTAN y otros organismos multilaterales.
Años de trámites
El acceso de cualquier país a la UE implica años de gestiones. (...)
Vuelta al pasaporte
A la espera de otras negociaciones, los ciudadanos catalanes serían
considerados extranjeros en la UE y, por tanto, perderían el derecho de
circular libremente por sus fronteras y de trabajar sin restricciones en
territorio comunitario. Las estancias en otros Estados miembros
quedarían sujetas a permisos de trabajo o de estudio, entre otros.
Aranceles
La gran ventaja del mercado único desaparecería para las empresas
catalanas. Cualquier firma radicada en la comunidad estaría sujeta a
posibles aranceles (al menos a la espera de negociar acuerdos
comerciales bilaterales con cada territorio). Y dejaría de beneficiarse
de los tratados comerciales (...)
Cualquier empresa —incluidos los bancos— se enfrentaría a una maraña de
dificultades difícil de desentrañar: posibles boicoteos y salida de
inversiones y de capitales por el efecto incertidumbre están en la
cabeza de los patronos, habitualmente poco favorables a estas aventuras:
la banca de la City de Londres amenaza con marcharse si Reino Unido se
separa de la UE.(...)
Limbo monetario
Una de las primeras incertidumbres económicas derivaría de la moneda.
En principio, nada impide que Cataluña siga utilizando el euro. Hay
países (Kosovo, Mónaco…) que lo emplean sin formar parte de la eurozona,
pero la salida de ese ámbito impide participar en la toma de
decisiones. Es decir, Cataluña no tendría nada que decir sobre la
política que regula su propia moneda, una condición difícil de digerir.
Erasmus y fondos de cohesión
Cataluña dejaría de aspirar a dos de las grandes banderas con las que
siempre se ha identificado a la UE. Los estudiantes catalanes no
podrían optar al programa de intercambio Erasmus ni recibiría a jóvenes
de otros Estados miembros. El territorio catalán tampoco optaría a los
fondos estructurales y de cohesión, que han permitido un importante
desarrollo económico en España desde su entrada a la UE, en 1986." (El País, 16/09/2013)
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