"El Libro Negro de ETA, ese libro en el que se
ha de establecer la verdad histórica de esta organización terrorista,
con lo que se recuperará la memoria de sus víctimas y el balance de su
ominosa trayectoria de devastación material y moral, no ha sido aún
escrito.
Y tal vez no lo sea en el futuro inmediato, mientras subsista
la cobardía política para enfrentarse a los albaceas del MLNV y se
busque el cambalache para no hacer ruido, para poner en sordina lo que
queda por descubrir, para seguir actuando como si nada hubiera pasado
mientras la violencia física siga en suspenso y la violencia simbólica
no sobrepase la elevada cota de su definición penal.
Sin embargo, ese
libro es imprescindible para que, como dijo una vez el sacerdote jesuita
e historiador francés Michel de Certeau, podamos “mortajar a los
muertos y que regresen menos tristes a sus tumbas”; para, en definitiva,
cerrar el ciclo terrorista que, durante más de medio siglo, ha
atenazado a la sociedad vasca y española.
En ese Libro Negro habrá, sin duda, muchos capítulos; y entre ellos estarán los tres a los que, después de haberlo hecho la última semana en los cursos de verano de El Escorial, me refiero a continuación. El primero alude a las víctimas de ETA. (...)
Es tarea del Gobierno clarificar definitivamente todo esto, aunque sólo
sea para cumplir con el mínimo deber de justicia que la sociedad debe a
las víctimas de ETA recordando su nombre.
En total, el Libro Negro de ETA tendría que contener un apéndice con la nómina de las más de 37.650 víctimas directas de
esta organización terrorista. Unas víctimas que, sólo en el País Vasco,
según revela la investigación sociológica del equipo del Euskobarómetro
que lidera Francisco Llera, estuvieron rodeadas de unos 130.000
familiares y amigos, además de otros 250.000 conocidos dentro de un
círculo menos íntimo.
Añadamos a los anteriores los que han vivido
amenazados y los que, para soslayar esa intimidación, se exiliaron, y
llegaremos a cuantificar lo que Antonio Beristain conceptualizó como macrovíctimas del terrorismo en no menos de 583.000 personas. (...)
En el Libro Negro de ETA deberá dedicarse también un capítulo a la depredación de recursos de la que se han alimentado tanto ETA como el entramado de entidades adheridas a ella dentro del MLNV.
Una depredación que comprende
múltiples fuentes de dinero, como el saqueo, la extorsión, los tráficos
ilícitos, los rendimientos mercantiles en negocios de apariencia legal
y, de manera notoria, la obtención de subvenciones a través de la
representación política y del poder de negociación y gestión que ésta ha
proporcionado a los partidos de ETA.
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