"Tomo pie en el excelente artículo de Oriol Güell, sobre el Hospital de
Sant Pau de Barcelona, en el global-imperial. No creo que haya muchas
otras aproximaciones que muestren, con mayor claridad, las coordenadas
político-económicas del régimen –digo bien: régimen- económico, político
y cultural que ha gobernado este país (Catalunya of course!) de
intocables y honorables en estos últimos treinta años.
En síntesis, un
dominio casi absoluto de las clases dominantes y sus serviles
prolongaciones políticas que han hecho y obrado a su antojo, legal o
ilegalmente, usurpando todos los bienes comunes que han podido a través
de diversas estrategias, cubiertos de ropajes modernizadores y de
supuestas diferencias, esenciales y de estilo, con la derecha rancio
conservadora estatal.
Ni que decir tiene, innecesario es señalarlo, que
el papel de la Iglesia católica catalana, de larguísima tradición y
destacado poder, ha sido esencial en todo el entramado de acumulación,
control social, corrupción y desfalco. Un partido confesional cristiano,
innecesario es recordarlo, ha gobernado casi ininterrumpidamente
Catalunya a lo largo de estas décadas. Algo sí como la Democracia
Cristiana italiana pero en versión del país.
Los hechos a los que
quiero referirme. El hospital de Sant Pau, uno de los grandes hospitales
de acceso público de Catalunya (con una arista privatizadora cada día
más extendida), recibió del último Gobierno (1999-2003) del molt
intocable Jordi Pujol, uno de los grandes símbolos de Catalunya según
reflexión reciente del gran rei privatizador Artur Mas, “la mayor
donación de sus seis siglos de historia”.
¿Qué donación? Tomen tila,
están a tiempo: “la propiedad del edificio del nuevo hospital,
construido a partir de 2001 e inaugurado en julio de 2009”.
El
gobierno de la Generalitat del ex presidente de Banca Catalana, padre
amantísimo del imputado Oriol Pujol y del gran emprendedor Jordi Pujol
Jr, tomó esta decisión a pesar de “que el inmueble iba a ser enteramente
financiado con fondos públicos…” y que iba a quedar en manos de una
fundación. ¿Y quién controlaba y controla esa fundación? Tal como se han
imaginado.
La muy poderosa Iglesia católica, apostólica, catalana y
romana, gestiona el patrimonio de la institución. ¿De qué cantidad
hablamos? La construcción, señala Oriol Güell, tuvo un coste de 293
millones de euros, pero son casi 500 millones si se tienen en cuenta,
como hay que tener en cuenta, los gastos financieros totales hasta 2032. (...)
La ciudadanía, en todo caso, no está dispuesta a aceptar lo que no
debe ser aceptado. Un grupo de trabajadores y dos sindicatos –lamento
desconocer los nombres- han denunciado a los responsables de Sant Pau.
¿Por qué? Porque las rentas que ingresa la patrimonial, unos 10 millones
de euros, por las fincas urbanas “no revierten en el fin por el que
fueron donados, que es la atención a los enfermos del hospital”. Se
quedan en la propia fundación que actúa como una inmobiliaria potente.
La pela es la pela y el diseño de la separación es el diseño de la
separación.
“En la práctica”, ha señalado la radióloga Carme
Pérez, una de las trabajadoras denunciantes, “todo esto solo ha servido
para que la fundación de gestión, es decir lo que en esencia es el
hospital, no deje de generar déficits que va asumiendo la Generalitat, o
sea, todos los ciudadanos. Mientras, el patrimonio sigue en manos de la
fundación privada, y sus rentas no revierten sobre el hospital, sino
que se quedan en la propia fundación. Esto ha quedado en evidencia con
los recortes…”
Resultado de la brillante operación emprendedora:
mientras la parte patrimonial de la fundación “ingresa millones de euros
al año, el hospital ha sido intervenido por la Generalitat, ha tenido
que cerrar camas, alargar sus listas de espera y recortar las
condiciones laborales de sus trabajadores”. ¿Exageramos si llamamos a
toda esta infamia usurpación privada de lo público?
La denuncia
presentada pone de manifiesto casos como el de M.M.P., una persona
fallecida en 1998 que testó su herencia para que sus bienes fueran
“destinados al pabellón de Cardiología”. Hay muchos ciudadanos más que
han obrado en este sentido por agradecimiento.
Carme Pérez explica que
“el hospital aceptó la herencia, pero los bienes quedaron como siempre
en poder de la fundación privada sin que fueran destinados al fin
establecido”. Parece, como señala la denunciante, “un fraude evidente”.
No era esa la intención de la donante como es evidente. (...)
En los vértices y diseño de este entramado usurpador están las
claves del régimen político que ha gobernado y gobierna en Catalunya con
la ceguera de muchos grupos sociales nacionalistas que, cuando saben y
conocen, tienden a disculpar casi todo -no digo siempre- por el bien
supremo del país. Catalunya über alles!.
Sinceramente: ¡que les
den! ¿No lo dijo en estos términos la diputada Fabra tan amiga de ellos
en numerosas ocasiones, votaciones y posiciones politicas de fondo?" (Salvador López Arnal, Rebelión, 24/04/2013)
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