"María Teresa Giménez Barbat, escritora y miembro del Consejo Territorial de UPyD en Cataluña, en un artículo publicado en Abc, este domingo:
‘[...] Hace unos días, debatí con una agradable
independentista que reclamaba la secesión esgrimiendo ese argumento
ahora tan usual de los motivos económicos. Pero fue más allá: añadió con
franqueza que no quería aportar recursos a ‘gente extraña’.
‘Gente
extraña’. Reconozco que me chocó particularmente. No sólo por el crudo
distanciamiento moral que traslucía la expresión, sino por el hecho de
que quien la profería tenía como apellidos unos nada catalanes. Digamos,
por poner un ejemplo, que se llamaba Ibarreche Aznar. La verdad, era
tan paradójico que no pude evitar manifestarle mi sorpresa.
Y eso es
todo lo que puedo decirles sobre su postura y sentimientos, ya que no le
pareció necesario responderme. La agradable señora no dialogó más
conmigo y quien la sustituyó fue mi amigo anfitrión, que recriminó
dolido mis palabras.
¿Acaso una catalana de apellidos, hum, españoles,
no podría ser independentista? ¿Acaso estaba yo discriminando a la gente por su apellido? ¿No podría él, en justa contra-argumentación, atribuir mi españolismo a mi muy delator primer apellido?
Está claro que no me comprendió. Por supuesto que se puede ser
independentista con apellidos como los suyos o como el mío. ¡Pues no
hemos visto a Lópeces y Péreces reclamando Estado
propio! Naturalmente.
De la misma manera que se puede estar en contra de
desgajar Cataluña de España llamándose Galvany o Tutusaus. Lo que me
asombra, me entristece y me desanima es esta locución, ‘gente extraña’.
Porque es extravagante y un sinsentido que alguien califique así al
resto de los españoles. Nos gustarán más los gallegos que los
extremeños, los aragoneses que los valencianos, y siempre por motivos
personales y subjetivos.
Pero ‘extraño’ no lo es ninguno.
Y menos para una Ibarreche Aznar. Seguramente serán la mayor parte de
sus parientes y también una buena parte de sus amigos. Personas con las
que ha compartido un país, un lugar de donde proceden o procedieron
abuelos, primos o algún cuñado o yerno. ¿Cómo puede decir alguien una
cosa tan ilógica? (...)
Ella no quiere que su dinero vaya a quien no considera suyo. Lo mismo
que otros ciudadanos antiespañoles. Pero resulta que les preguntas y
todos quieren formar parte de la Unión Europea. Y ahí está el quid de la
cuestión.
Si una Ibarreche Aznar considera que otro Ibarreche Aznar es
un ‘extraño’ que no merece su solidaridad, ¿qué no dirá cuando le pida
dinero un Bratovic o un Opieczonek? Para raros, raros, los que no han
formado parte ni de su sangre ni de su historia.
En realidad, nuestros
nacionalistas no quieren pertenecer a Europa, sino a un exquisito club
formado por alemanes, holandeses y otras gentes de bien como la imagen
que tienen de ellos mismos.
Sin españoles, ni griegos, ni portugueses.
Puro infantilismo narcisista, por no decir un descarnado racismo
disfrazado de reivindicación histórica." (lavozdebarcelona.com, 09/04/2013)
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