"Hoy nos centraremos en una primera mentira, recogida ya en los textos legales de Cataluña... se afirma machaconamente que ‘la lengua propia de Cataluña es el
catalán’. Ahora bien, esta aseveración es una afirmación gratuita y
carece de toda apoyatura científica, lógica, racional y razonable.
Es
simplemente una invención interesada y partidista de la casta política
catalana, “la mayoría de la cual ha surgido del todo a cien de los
partidos”, Pilar Rahola dixit.
Es, en definitiva, una patraña, la
primera y fundamental mentira, que ha servido de piedra angular sobre la
que se han construido, como tendremos ocasión de demostrar en otros
textos, las otras mentiras sobre la normalización, la inmersión y, en
general, la política lingüística en Cataluña. (...)
A partir de esta contribución de las ciencias del lenguaje, podemos
afirmar que los únicos que tenemos la facultad del lenguaje y por lo
tanto una lengua propia somos los seres humanos que vivimos y trabajamos
en Cataluña, pero nunca el territorio de Cataluña.
Precisado esto,
debemos constatar que, en las tierras de Cataluña, conviven seres
humanos, venidos de todos los horizontes peninsulares y del mundo que,
impelidos por la facultad del lenguaje, han creado una serie de lenguas
para relacionarse y comunicarse con los demás.
Por lo tanto, si los
ciudadanos de Cataluña somos los únicos que poseemos la facultad del
lenguaje, somos también los únicos que tenemos una lengua propia.
Ahora bien, los ciudadanos catalanes no tenemos una lengua propia
única, sino una gran diversidad de lenguas propias. En efecto, a las dos
lenguas propias (español y catalán) de las dos partes más numerosas de
la comunidad lingüística catalana, hay que añadir las lenguas propias de
esos otros catalanes, llegados de otros puntos del planeta.
Por lo
tanto, afirmar que ‘la lengua propia de Cataluña es el catalán’ es hacer
un uso inapropiado, interesado, manipulador, torticero y engañoso de la
palabra por parte de los guardianes de las esencias nacionalistas.
Desde el campo de la filosofía se llega a la misma conclusión. Jesús
Mosterín habla de ‘error categorial’ cuando se confunden las categorías y
se usa un concepto fuera de su campo de aplicación y se traspasan las
fronteras del sentido y se cae en el sinsentido.
Esto sucede cuando se
predica una cualidad de algo que no la tiene (por ejemplo, se puede
decir del número seis que es divisible por tres, pero no del color
amarillo) o cuando se atribuyen a un sistema entero propiedades de uno
de sus elementos o la inversa (por ejemplo, un país tiene propiedades
-población, renta per cápita o…- que no tienen sus habitantes; y los
habitantes de ese país tienen también propiedades -sexo, peso, lengua o
…- que no posee el país).
Así, desde el punto de vista filosófico,
podemos afirmar, con Mosterín, que ‘la lengua es un atributo de la
persona, no del territorio’. Y cuando la persona (portadora de la
facultad del lenguaje) se mueve, lleva consigo su lengua o sus lenguas
propias.
De ahí que sea falso, por error categorial también, que ‘la
lengua propia de Cataluña es el catalán’. Esto sólo se puede decir o
predicar de los ciudadanos de Cataluña (cf. ut supra punto de vista
lingüístico). (...)
La piedra-mentira, que acabamos de desvelar y sobre la que los
nacionalistas están construyendo su Arcadia feliz, está incrustada en la
legalidad vigente (no confundir con la legitimidad) y ahora todo será
posible, aunque todo sea un sinsentido. Aquellos que tienen unos valores
y una ética, como diría Pasqual Maragall, de geometría variable,
deberían reflexionar y actuar en consecuencia.
Como tendremos ocasión de
demostrar en otras entregas, en Cataluña, la lengua catalana es, cada
vez más, un símbolo; y, cada vez menos, un instrumento de comunicación,
porque la lengua ya no funciona como lenguaje, sino como bandera y como
arma en la litis política." (MANUEL I. CABEZAS GONZÁLEZ, EUSKADI INFORMACIÓN GLOBAL 01/03/13, en Fundación para la Libertad)
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