31/3/13

La solución pasa por renunciar a que el PSOE tenga un discurso propio en Cataluña... o que los socialistas españoles sigan teniendo vocación de representar a los ciudadanos catalanes

"Sin embargo, el discurso de los dirigentes socialistas que integran la dirección presidida por Rubalcaba no se desliza lentamente por los meandros lentos y cadenciosos que impondría la experiencia, sino que sorprende a la opinión pública oscilando desde el infinito al cero, desde el todo a la nada, desde la utopía hasta el tacticismo, y realizan sus grandilocuentes propuestas en ámbitos internos inadecuados, convirtiéndolas en sucesivos “brindis al sol” que no merecen la atención ciudadana.

 Con aparente coraje proponen el cambio de nombre de la organización fundada por Pablo Iglesias, condicionando esta propuesta a que lo hagan el resto de los partidos socialistas europeos. Total, proponer lo máximo para quedarnos como estamos, porque veo difícil que en un breve periodo de tiempo el SPD, el Partido Laborista británico o los socialistas franceses abracen con entusiasmo la propuesta, preocupados más en gobernar o en intentar hacerlo.

 Por el momento yo me conformaría con un proyecto común para toda España, sobre el que no discreparan los socialistas en materias tan fundamentales como la autodeterminación, con las mismas ideas, con el mismo lenguaje, basado en la racionalidad ilustrada, sin incrustaciones románicas y nacionalistas, parapetado en nuestra realidad y en nuestro tiempo.

La cuestión es si dejamos el proyecto para Cataluña en manos del PSC
Pero siendo importante el acierto en la elección de las personas y las formas, son más trascendentes los problemas de proyecto que podemos reducir a y representar en varias preguntas al estilo socrático: ¿Tiene el PSOE un proyecto para toda España? ¿También para Cataluña? o ¿el proyecto para Cataluña lo dejamos en manos del PSC? 

¿Es el PSOE un partido con vocación de mayorías y por tanto de centro- izquierda, o desea convertirse en el representante de los estimulantes y descabezados movimientos sociales que han aparecido al calor de la crisis económica?

La situación política en Cataluña impulsada por populismos irresponsables mezclados con una falta de inteligencia y de valor, ha desvestido el santo, ha bajado de la peana un “protocolo” firmado entre el PSC y el PSOE que solo funcionó cuando el PSOE era muy fuerte y sus dirigentes tenían una posición prominente desde un punto de vista intelectual y político, es decir, desde 1977 hasta la dimisión de Joaquín Almunia; basta con recordar los conflictos provocados por la negociación entre la Generalitat y ETA recién elegido Zapatero, o la composición del último Gobierno de Montilla con el apoyo de ERC, en contra de la opinión del presidente, que veía más razonable apoyar un Gobierno de los convergentes liderados por Artur Mas.

 Y mientras no cambie la realidad catalana, determinada por el proceso independentista impulsado por el presidente Mas y sus socios de ERC, no habrá remedios indoloros para la relación entre los socialistas catalanes y del resto de España, porque los primeros son prisioneros de la dinámica nacionalista.

 No es que se rompa la última relación de Cataluña con el resto de España con el quebranto de la sintonía poco isocrónica entre los socialistas hispanos, justamente es lo contrario: la tensión provocada por los nacionalistas rompe con estrépito las piezas más débiles del puzle catalán.

 Rubalcaba no debe pensar que el tiempo solucionará el problema o por lo menos que lo ocultará; cada día volverá a aparecer con ímpetu para avergonzar y restar crédito a los unos en Cataluña y a los otros en el resto de España. La solución pasa por renunciar a que el PSOE tenga un discurso propio en Cataluña a cambio de que el PSC renuncie a sus derechos en Madrid, mejor en Ferraz, o que los socialistas españoles sigan teniendo un discurso propio para Cataluña y vocación de representar a los ciudadanos catalanes. 

Están en el mismo dilema que según Tito Livio se le planteó a Roma en su día: “Vosotros pensáis que lo que se trata es si se ha de hacer la guerra o no, y no es así. Lo que se trata es si esperáis al enemigo en Italia o si iréis a combatirlo en Macedonia porque Filipo no os permite escoger la paz”.       (EL PAÍS 20/03/13, NICOLÁS REDONDO TERREROS, en Fundación para la Libertad)

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