"Junto con ERC e ICV, CiU presentó una resolución sobre derechos en el
Congreso de Diputados. La cosa, bien mirada, tiene guasa.
Que una fuerza
política que gobierna Catalunya rompiendo, esquilmando, dando hachazos
en todos los derechos sociales que están a su alcance e impida,
recomiende o intente impedir incluso la tramitación de iniciativas
legislativas populares sobre rentas básicas de inmersión (superando por
la derecha en este nudo al mismísimo PP, tan amigo en tantas ocasiones),
que una fuerza de estas características, decía, hable de derechos es
algo así como si Joan o Juan Rosell (¿vieron, notaron, su claridad de
clase en el “Salvados” del 3 de marzo justificando sin tapujos el
trabajo de los directores-financieros-evasores-de-impuestos?) hablara de
la injusticia de la explotación y de la infamia de las desigualdades
sociales, presidiendo una gran institución empresarial que tiene a su ex
en la cárcel por cincuenta y dos mil tropelías.
¿Quién podría creer una
letra o siquiera una coma de lo señalado? Pasemos página de nuevo.(...)
Pero el texto presentado y rechazado no dice eso exactamente o,
mejor, no dice eso tan sólo. Apuesta, sin citarlo, por el derecho de
autodeterminación de la ciudadanía de Catalunya y lo hace, cuanto menos
en la intención de algunas de esas fuerzas, con la finalidad conocida y
no ocultada: no unir sino separar, para obrar posteriormente como les
venga en gana, y con limitados controles, suponiendo, como suponen, una
muy probable hegemonía político-cultural conservadora durante décadas
(Por lo demás, habría que ver qué posición tomarían esas fuerzas si, por
ejemplo, en un supuesto Estado catalán, que no sería plurilingüe
institucionalmente como no lo es el actual Estado español, la ciudadanía
de la Val d’Aran o de Barcelona ciudad exigieran el ejercicio de su
derecho de autodeterminación, sin olvidar, por otra parte, el objetivo
“realista” final de su ofensiva política de largo alcance: más poder
para “els de casa” y menos controles democráticos).
Sea como
fuere, la resolución habla de la posibilidad de celebrar una consulta a
los ciudadanos y a los ciudadanas de Catalunya -¿y por qué no en otros
territorios del Estado o incluso en el conjunto de éste, sin anular por
supuesto consultas menos generales?- para “decidir su futuro”.
¿Nuestro
futuro, el futuro de la ciudadanía catalana sólo tiene que ver con sus
relaciones con el resto de Sefarad? Incluso más que no Mas: ¿es ese nudo
lo esencial? ¿No tiene alguna relación nuestro futuro con las políticas
educativas, sanitarias, sociales, económicas, culturales? ¿Por qué no
podemos decidir si queremos o no la privatización (creciente, ya
existente) de la sanidad y la educación?
¿Por qué no podemos decidir
sobre el uso de la energía nuclear, sobre los transgénicos, sobre la
renta básica ciudadana, sobre la renta mínima de inserción, sobre las
contrarreformas laborales apoyadas por Convergència y Unió, sobre la
corrupción institucional generalizada, sobre una política fiscal al
servicio de las grandes fortunas, sobre las tropelías del poder fáctico
catalán (La Caixa-Banc Sabadell) y miles de cosas más?
¿Y sobre el euro?
¿Y sobre la Europa del capital desbridado? ¿Es este el futuro que
queremos, una Catalunya ansiosa de Eurovegas o tinglados afines? ¿No son
todos estos vértices también parte de nuestro futuro? ¿Convergència i
Unió apuestan porque decidamos sobre todo ello? ¿También el “demócrata”
Oriol Pujol? Me pinchan, intentan sacar sangre y no lo consiguen ni en
el 2014.
Por lo demás (dirán que es una petición personal pero
que no está en minoría de uno), ¿no sería posible decidir si queremos
seguir viviendo en compañía de los agentes y sectores sociales
partidarios de la cosmovisión e intereses que tan bien representan don
Artur-me-río-de-los-niños-andaluces, Andreu
Mas-Colell-el-neoliberalismo-es-palabra-divina-y-talmúdica y Alicia
Sánchez-Camacho la-espía-neofranquista?" (Salvador López Arnal, Rebelión, 05/03/2013)
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