4/1/13

Y el PSOE propone 'un' federalismo... así, de un día para otro

"Sorprende en especial el desplazamiento abrupto hacia el federalismo por parte del PSOE. Desde hace unos meses dice que será su nueva alternativa: se hacen federales, de la noche a la mañana. Es una propuesta de enjundia, que casa mal con el aire de improvisación que la acompaña.

No es que sea una idea novedosa ni original. Desde hace tiempo muchos juristas la plantean como la forma de racionalizar nuestra organización territorial. Su argumento: el Estado de las autonomías ha llegado a ser federal de facto, pero con las rémoras de un origen que desconfiaba del federalismo, así como del desarrollo anárquico en el que las transferencias las decidieron las coyunturas políticas.

 Vista así, la España federal no sería una ruptura sino el paso lógico tras la progresiva federalización durante tres décadas. Mejoraría el régimen político, sin duplicaciones de competencias, con criterios compartidos para la financiación regional y un Senado que cumpliera la función territorial. Esta vía federal se basaría en la solidaridad y el consenso, no en despieces de la soberanía ni en desarrollos de esencialismos locales.

Esta lógica desaparece cuando el federalismo irrumpe en el debate político. Llega asociado al reconocimiento de soberanías regionales o como una alternativa al concepto de soberanía que desarrolla la Constitución. 
 
Vinculada a la crítica radical de la Transición, la propuesta federalizante se presenta como una alternativa al régimen actual, no como su mejora: una especie de panacea que nos sacará de todos los males. Y surge como una respuesta comprensiva del independentismo catalán, aunque éste recela de la idea federal, como de tantas otras cosas.

Por lo que se explica, la conversión socialista al federalismo se hace para «encajar las reivindicaciones catalanistas». La idea es incongruente. La cuestión catalana no se resolverá por esta transformación general del Estado.

 Sucederá lo mismo que en su día con el ‘café para todos’ del diseño autonómico: no sirvió para aplacar las iras nacionalistas, sino para potenciarlas e incrementarles la audiencia. Cabe justificar la federalización como consecuencia lógica del desarrollo autonómico, pero resulta inane como forma de contentar a los soberanismos nacionalistas.  (...)

 Sorprende en especial el desplazamiento abrupto hacia el federalismo por parte del PSOE. Desde hace unos meses dice que será su nueva alternativa: se hacen federales, de la noche a la mañana. Es una propuesta de enjundia, que casa mal con el aire de improvisación que la acompaña.

No es que sea una idea novedosa ni original. Desde hace tiempo muchos juristas la plantean como la forma de racionalizar nuestra organización territorial. Su argumento: el Estado de las autonomías ha llegado a ser federal de facto, pero con las rémoras de un origen que desconfiaba del federalismo, así como del desarrollo anárquico en el que las transferencias las decidieron las coyunturas políticas. 

Vista así, la España federal no sería una ruptura sino el paso lógico tras la progresiva federalización durante tres décadas. Mejoraría el régimen político, sin duplicaciones de competencias, con criterios compartidos para la financiación regional y un Senado que cumpliera la función territorial. Esta vía federal se basaría en la solidaridad y el consenso, no en despieces de la soberanía ni en desarrollos de esencialismos locales.

Esta lógica desaparece cuando el federalismo irrumpe en el debate político. Llega asociado al reconocimiento de soberanías regionales o como una alternativa al concepto de soberanía que desarrolla la Constitución.

  Vinculada a la crítica radical de la Transición, la propuesta federalizante se presenta como una alternativa al régimen actual, no como su mejora: una especie de panacea que nos sacará de todos los males. Y surge como una respuesta comprensiva del independentismo catalán, aunque éste recela de la idea federal, como de tantas otras cosas.

Por lo que se explica, la conversión socialista al federalismo se hace para,  «encajar las reivindicaciones catalanistas». La idea es incongruente. La cuestión catalana no se resolverá por esta transformación general del Estado. 

Sucederá lo mismo que en su día con el ‘café para todos’ del diseño autonómico: no sirvió para aplacar las iras nacionalistas, sino para potenciarlas e incrementarles la audiencia. Cabe justificar la federalización como consecuencia lógica del desarrollo autonómico, pero resulta inane como forma de contentar a los soberanismos nacionalistas."       (Manuel Montero, El Correo 02/01/13, en Fundación para la Libertad, 02/01/2013)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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