"¿Quién ha dicho que el bilingüismo obliga a segregar? Nadie, es otra
falacia del nacionalismo, pues el bilingüismo consiste justamente en
mantener juntos a todos los alumnos y enseñarles indistintamente en dos
lenguas, exactamente como hacen los colegios bilingües en inglés del
resto de España.
Pese a la abrumadora propaganda nacionalista en sentido
contrario, no es la inmersión lo que caracteriza el sistema de enseñanza
en Cataluña. De hecho, en torno al 50% de la población tiene el castellano como lengua materna,
frente al 30% de hablantes natos de catalán.
Por tanto, ese 30% no
sufre inmersión alguna: vive en un ambiente catalanoparlante en casa y
lo hace igual al llegar al colegio. Son ese 50% de niños y niñas
castellanohablantes los que sí ingresan en un ambiente lingüístico
nuevo, si bien tampoco por entero, pues antes de hacerlo ya habrán
estado expuestos a la lengua catalana a través de los medios de
comunicación y en la calle.
Se trata de un sistema de enseñanza que
sumerge sólo a la mitad de los alumnos, porque se trata de un sistema
monolingüe. Eso es lo verdaderamente característico del modelo catalán:
el monolingüismo y no la inmersión.
El porqué de que nunca ningún nacionalista se refiera al modelo
catalán como monolingüe es obvio: resulta una palabra demasiado
transparente.
La verdadera inmersión, de hecho, se conseguiría mediante
el bilingüismo, pues si la mitad de las asignaturas se impartieran en
castellano y la mitad en catalán, todos los alumnos serían sumergidos en
una lengua distinta a la materna, y todos recibirían asimismo una parte
de la enseñanza en su lengua nativa.
El marco ideológico nacionalista, no obstante, se ha encargado de
desprestigiar la palabra “bilingüismo” por la vía de clamar
escandalizados contra la segregación de alumnos por razón de lengua cada
vez que la oyen. ¿Pero quién ha dicho que el bilingüismo obliga a
segregar?
Nadie, es otra falacia del nacionalismo, pues el bilingüismo
consiste justamente en mantener juntos a todos los alumnos y enseñarles
indistintamente en dos lenguas, exactamente como hacen los colegios
bilingües en inglés del resto de España.
Hacerlo así equivaldría a
llevar a cabo una política lingüística de las llamadas acumulativas,
mediante las cuales los gobiernos tratan de ampliar el conocimiento de
lenguas de los ciudadanos, para mejorar su futuro profesional.
El
monolingüismo, en cambio, es la clásica política redistributiva, aquella
que fomenta las lenguas particulares para cimentar una conciencia
colectiva. O, dicho sin ambages, la que sirve a los fines de la elite
nacionalista y no a los ciudadanos. Bon Nadal." (Irene Lozano, EL CONFIDENCIAL 21/12/12, en Fundación para la Libertad, 21.12.12)
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