30/1/13

Vascos y catalanes tienen un sentimiento más o menos inconsciente de que estando en España no acaban de ser europeos de verdad, (los gallegos no). Pero, los europeos piensan que todos somos 'mierda de Iberia'

"Urkullu, por su parte, aunque sin prisas, ha hablado de la necesidad de “ganar un nuevo horizonte europeo para Euskadi”. (...)

Todos sabemos que esta insistencia en lo europeo es para evitar asociar la independencia a un aventurismo político de poca viabilidad. Fuera de Europa hace demasiado frío y resultaría a todas luces inimaginable para cualquiera de estas dos comunidades. Con todo, no deja de sorprender ese continuo recurso a Europa, porque, que se sepa, ya están en ella. (...)

A donde quiero llegar es a que, escuchándolos, uno no puede dejar de pensar que quizá hay también un sentimiento más o menos inconsciente de que estando en España no acaban de ser europeos de verdad. 

En esto tiene mucho que ver la propia deriva de nuestro continente hacia una Europa de primera y segunda división, que hoy algunos son más europeos que otros. Y nuestros dos lehendakaris parece que quieren jugar en la Champions, desprenderse del lastre ibérico.

Esta idea me trajo a la memoria una estupenda anécdota del libro de M. Ignatieff, El honor del guerrero (Taurus, 1999), donde el autor refleja un comentario de un soldado serbio en plena guerra civil yugoslava refiriéndose a sus enemigos: “Los croatas se creen más que nosotros. Les encanta pensar que son unos europeos muy finos, pero, ¿sabe lo que le digo?, que todos somos mierda de los Balcanes”.

 Esto le lleva al escritor canadiense a reflexionar con perplejidad sobre por qué en vez de partir de aquello que les une, “ser mierda de los Balcanes”, y actuar conjuntamente para acabar de una vez con esa lacra, se empecinaban en acentuar sus pequeñas diferencias y combatirse con crueldad.

 Hoy, muchos miles de muertos después, se están reencontrando poco a poco en Europa —hasta Serbia acabará entrando en la UE— e incluso se votan entre sí en Eurovisión. Después de tanto tiempo de crímenes y miseria, el “horizonte europeo”, si no se frustra, está sirviendo en esta zona también, como ya hiciera antes entre Francia y Alemania, para recrear una nueva —aunque difícil— unidad.

Está claro que no nos consideramos mierda de Iberia, ni somos vistos así por los más conspicuos independentistas catalanes o vascos. Eso ya lo tenemos superado desde después del franquismo. Pero, curiosamente, para nosotros “el horizonte europeo” se está convirtiendo en el principal motivo actual de nuestra ya histórica desvertebración. Europa no parece ser ya la orteguiana solución de España. 

Y no porque nuestros dos lehendakaris quieran integrarse en ella con sus regiones como Estados propios, sino por la propia deriva de la UE hacia la acentuación de los egoísmos estatales y la fragmentación nacionalista. Es como si una Europa desestructurada tuviera la consecuencia de provocar el mismo efecto en nosotros. (...)

El problema consiste en que no hemos conseguido lubricarlo con la legitimidad necesaria como para que el cruce de identidades nacionales se armonice dentro de esa compleja estructura reticular de instituciones superpuestas.

 Ni en Europa ni en España. Pero para ello hay que moverse. En Europa y en España. Buscar el encuadre en el que las piezas encajen cómodamente. Atender a la realidad, no aferrarse a fetichismos constitucionalistas o a las ensoñaciones de una Europa partida en nuevos feudalismos estatalistas."            ( , El País, 3 ENE 2013)

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