22/1/13

¿Puede plantearse un referéndum por la independencia enfrentando a una mitad de la población contra la otra mitad? Y contra la población de las otras comunidades, a las que se responsabiliza de las dificultades propias

"Contra la idea, no solo nacionalista, de que la autonomía es una fase provisional hasta que haya condiciones para un referéndum soberanista, Solé Tura supo ver ya entonces que defender la lógica autonomista (o federal) es incompatible con propugnar la autodeterminación. 

No son dos vías consecutivas, de forma que la culminación de la una conduzca a la otra, sino dos caminos paralelos; y la opción por la de la autonomía se justifica por su mayor capacidad de integración de la pluralidad identitaria propia de toda sociedad compleja.

Un expediente tan traumático como un referéndum de autodeterminación, que divide a la sociedad entre ganadores y perdedores absolutos y es difícilmente reversible, no es la única y tampoco la mejor respuesta a las tensiones nacionalistas en un marco de libertades. 

Al revés: es un paso atrás respecto al modelo autonómico o federal (descentralización política sin ruptura de la unidad), que tanto la teoría política como la experiencia han demostrado que es capaz de satisfacer a un mayor número de ciudadanos que cualquier salida extrema; y de recoger eventuales variaciones en la temperatura nacionalista sin llevar a situaciones irreversibles.

Entre 2010 y fines de 2012, el porcentaje de los que se consideran solo catalanes ha pasado del 21% al 29%, pero es todavía muy inferior al 66,2% que consideran compatibles, en diferentes proporciones, sus identidades catalana y española.

 Esa mayoría, base social esencial de la autonomía, explica que, si bien en las encuestas realizadas en las semanas que siguieron a la Diada se aprecia una fuerte crecida del voto independentista (del 23% de 2010 al 44,3% de 2012), los partidarios de un Estado federal o autonómico sumaban un porcentaje casi idéntico (44,6%).

 ¿Puede plantearse un referéndum por la independencia en esas condiciones, enfrentando a una mitad de la población contra la otra mitad? ¿Puede cuando, además, esa iniciativa se presenta como respuesta a la negativa del Gobierno a mejorar la financiación de Cataluña a costa de las de otras comunidades?

La iniciativa dejará heridas de difícil cicatrización social. Porque esa motivación económica se proyecta no tanto contra los gobernantes como contra la población de esas otras comunidades, a las que se responsabiliza de las dificultades propias. 

 De ahí la incoherencia de partidos con responsabilidades en otras autonomías que, estando en contra de la independencia, se dicen sin embargo partidarios de la consulta de autodeterminación sin otro trámite que pasar a denominarla derecho a decidir."          ( , El País, 22 ENE 2013)

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