"En el actual debate mediático sobre la independencia de Catalunya se
habla mucho de la historia, de sus razones históricas, de los agravios
frente a España. Pero callan los historiadores y su silencio es una
forma de asentimiento a la opinión dominante.
Y esta opinión dominante puede resumirse en una frase: "Desde hace 300 años, desde 1714, España expolia y oprime a Catalunya". Un mensaje claro y directo. Y simple y falso. Pero que hace mella.
Y esta opinión dominante puede resumirse en una frase: "Desde hace 300 años, desde 1714, España expolia y oprime a Catalunya". Un mensaje claro y directo. Y simple y falso. Pero que hace mella.
Últimamente, un historiador eminente
ha empezado a terciar en el debate. Se trata nada menos que del
británico John H. Elliott. A sus 82 años, desde su residencia de Oxford,
hace declaraciones de una envidiable lucidez. A raíz de su último libro
(Haciendo historia, Taurus, 2012), una recapitulación de su vida como
historiador, ha concedido algunas entrevistas en las que se le ha
preguntado sobre la actual situación de Catalunya y, como es natural o,
mejor dicho, como es su obligación moral, ha respondido con toda
sinceridad.
Elliot es probablemente la más respetada autoridad en
la historia española de los siglos XVI y XVII. Además, es un profundo
conocedor de Catalunya. En los primeros años cincuenta, tras licenciarse
en Cambridge, se vino a Barcelona y residió en ella durante algún
tiempo, el suficiente para aprender a hablar perfectamente catalán y
castellano. Se introdujo en el mundo académico de la época y trabó
amistad y complicidad intelectual con Jaume Vicens Vives y su escuela.
Vicens
se había situado, ya desde antes de la guerra, en una posición crítica
frente a la historia romántica que predominaba en Catalunya. Así lo
explicó John H. Elliott en El País Semanal del pasado domingo: "Al ver
lo que estaba intentando hacer Vicens Vives, desmitificar la historia de
Catalunya, enseguida me encontré del lado de este grupo. Me di cuenta
del peligro de la mitología en la formación de identidades colectivas y
nacionales".
En otra entrevista publicada en octubre pasado, a
preguntas de Tulio H. Demicheli, insistía en lo mismo: "Vicens Vives
quería eliminar las categorías de 'agravio' o 'expolio' a la relación de
España con Catalunya, un continuo 'victimismo' desde el compromiso de
Caspe que es un reduccionista.
Esos tópicos respondían más a los rencores que la arrogancia castellana había provocado en la sociedad catalana que a la realidad histórica, porque no es verdad que hubieran 'perdido libertades' en 1714, ni que el Principado fuera 'más democrático' antes que después de Felipe V."
Esos tópicos respondían más a los rencores que la arrogancia castellana había provocado en la sociedad catalana que a la realidad histórica, porque no es verdad que hubieran 'perdido libertades' en 1714, ni que el Principado fuera 'más democrático' antes que después de Felipe V."
Ciertamente esta
desmitificación de la historia catalana era una de las pretensiones de
Vicens Vives. Pero su prematura muerte en 1960 truncó esta tarea y, en
la entrevista de El País, Elliott considera hoy que sus esfuerzos han
sido baldíos:
"Me habría gustado que en la Catalunya actual Vicens Vives hubiera ganado esa batalla, pero después de una o dos generaciones parece que no la ganó. Para mí ha sido muy triste, porque creo que una sociedad necesita sus mitos, pero si los mitos dominan y entorpecen una auténtica investigación, llegamos a una situación en la que el pueblo queda ensimismado y adopta una postura de agravio pensando que todos los desastres han sido culpa de otros.
En ese momento es cuando se llega a una situación de crispación por cualquier problema. Hay políticos que se aprovechan de esto para fortalecer los mitos, para poner un énfasis excesivo en el victimismo y no darse cuenta de los problemas internos de una sociedad. Eso es lo que me preocupa especialmente".
"Me habría gustado que en la Catalunya actual Vicens Vives hubiera ganado esa batalla, pero después de una o dos generaciones parece que no la ganó. Para mí ha sido muy triste, porque creo que una sociedad necesita sus mitos, pero si los mitos dominan y entorpecen una auténtica investigación, llegamos a una situación en la que el pueblo queda ensimismado y adopta una postura de agravio pensando que todos los desastres han sido culpa de otros.
En ese momento es cuando se llega a una situación de crispación por cualquier problema. Hay políticos que se aprovechan de esto para fortalecer los mitos, para poner un énfasis excesivo en el victimismo y no darse cuenta de los problemas internos de una sociedad. Eso es lo que me preocupa especialmente".
Es un retrato exacto de lo que está sucediendo: se utilizan los falsos "300 años de opresión española" para encubrir, tapar y disimular, el desgobierno actual. Y buena parte de los historiadores catalanes son cómplices de esta situación.
¿Por qué no explican que el 11 de septiembre de 1714 fue el final de una guerra de sucesión a la Corona de España provocada por el enfrentamiento entre las grandes potencia europeas?
¿Por qué no explican que en dicha fecha no perdieron los catalanes libertad alguna sino únicamente los antiguos fueros estamentales?
¿Por qué no explican que el siglo XVIII, gobernando los Borbones, empezó la prosperidad económica de Catalunya, tras siglos de decadencia, los dos últimos bajo gobierno de los Austria?
¿Por qué no explican que el auge del siglo XIX está basado muy fundamentalmente en el libre comercio con América concedido por Carlos III, un rey Borbón, mientras esta libertad fue negada antes por la dinastía de los Habsburgo?
¿Por qué no explican que la política proteccionista de los gobiernos españoles a la industria catalana durante los siglos XIX y XX, hasta el Plan de Estabilización de 1959, fue en beneficio de las empresas de Catalunya y, probablemente, en perjuicio de los consumidores del resto de España? En todo ello deben mojarse los historiadores." (Francesc de Carreras , La Vanguardia, 09/01/2013)
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