23/1/13

El caos intelectual del PSOE y del PSC hace inevitable la catástrofe.

"Cuando en 1927 el joven Pierre Vilar se instala en una residencia para investigadores de Barcelona, no deja de sorprenderle la actitud del conjunto de residentes en relación a España, algo tanto más significativo cuanto que entre ellos encuentran personalidades como Pompeu Fabra y Nicolau d’Olwer. 

El castellano era para ellos una lengua extranjera, reservada para los iberoamericanos; con otros no catalanes, preferían hablar en francés o inglés. Explicaban puntualmente los rasgos culturales de Cataluña y sus grandes hitos históricos, las derrotas de 1689 y 1714, vinculándolas a la opresión de la Dictadura. Ser de Montpellier, la patria de Jaume el Conqueridor, le valía a Vilar gestos de simpatía.

Prohibido entonces El Segadors, escuchaban emocionados el Canto de la Senyera. La rivalidad con Madrid constituía un tema obsesivo. “Desgraciadamente para España”, concluye Pierre Vilar, “el enfrentamiento entre Cataluña y Castilla, visto por un testigo francés, se parece menos a las bromas amistosas entre Norte y Sur que al diálogo de sordos de las tensiones internacionales”. (...)

Volviendo la mirada hacia atrás, hay que tener en cuenta las observaciones antes mencionadas de Pierre Vilar, y reconocer en consecuencia el esfuerzo de la izquierda catalana, tanto del PSUC como de los socialistas, para superar un distanciamiento y un menosprecio hacia España muy arraigados en Cataluña, desde los tiempos de Lo catalanisme de Almirall.

 Además, no era una actitud construida sobre el vacío. Cataluña había sido en el siglo XIX la vanguardia de la modernización ibérica, pero adecuándose al atraso español, no superándolo. El eje Milán-Turín hizo Italia, Barcelona “impuso el proteccionismo en España”, en palabras de Cambó. 

Con el crecimiento económico y la democracia, y, claro, la autonomía, parecían sentadas las bases de un equilibrio, pero ello no eliminó las raíces intelectuales de la fractura, intensificada por la presión catalanista que tras la euforia de la Transición acabó atrayendo a los intelectuales socialistas y excomunistas.

Fue así la incapacidad de la izquierda para lograr la cuadratura del círculo, conjugando catalanismo y socialismo, lo que abrió la puerta, sobre el telón de fondo de la crisis, al proceso puesto en marcha por Mas.

Y en el socialismo, a la confusión sucedió el oportunismo, hoy clave para la huida hacia adelante de la independencia. Con la ayuda de sus constitucionalistas anticonstitucionales, Rubalcaba ha encontrado la fórmula perfecta: desde su pasividad, dirá que no a la separación, pero jugando con el a burro muerto cebada al rabo de su indeterminado federalismo y dando luz verde a que el PSC proporcione el apoyo decisivo ante Europa a la “transición nacional” (otra idea de Rubert de Ventós) por parte del PSC. 

Así, desde unas innegables buenas intenciones, el caos intelectual del PSOE y del PSC hace inevitable la catástrofe."          ( , El País, 16 ENE 2013)

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