20/12/12

Las cosas claras, Oriol... la primera consecuencia de la independencia catalana sería el pago de aranceles europeos, que provocaría deslocalizaciones en los sectores textil, automóvil y productos alimenticios; además, el sistema bancario se quedaría sin la refinanciación del BCE, por lo que algunos volverían a España... y los catalanes tendrían que obtener visado para entrar en la UE

"Debo confesar que me ha impresionado la entrevista a Oriol Junqueras (ERC) publicada recientemente en El País.(...)

  Como ya sabíamos, se muestra claramente partidario de la independencia de Cataluña, no sólo como alternativa política en sí misma, sino también como la vía para salir de la actual crisis económica.  (...)

Pero con lo claro que es, no dice nada sobre las consecuencias de la independencia y su plan para reducir su impacto, dando por hecho que éste sería positivo o, en el peor de los casos, poco importante.

Con todos mis respetos, y contrariamente a sus declaraciones, creo que ha quedado claramente demostrado por diferentes expertos que la independencia de Cataluña podría tener consecuencias negativas para su economía y, por ende, para la calidad de vida de sus ciudadanos. 

En resumen, una Cataluña independiente podría verse en una situación en el que no sólo no obtuviera financiación adicional del 5,8% del PIB (derivado del ahorro de transferencias al Estado, como nos dice el Artur Mas), sino que podría llegar a tener incluso un déficit de financiación (derivado de la contracción económica y del aumento de la deuda producidas por la separación). Es evidente que ante tal situación, y dado que actualmente no tiene acceso a la financiación de los mercados, Cataluña se vería abocada con toda probabilidad a aumentar los recortes y los impuestos para cubrir su déficit.

 Sin descartar, en el peor de los casos, un rescate por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) con la debida condicionalidad, dado que estaría fuera de la Unión Europea (UE), o incluso una suspensión de pagos tanto de los intereses como del principal de la deuda. 

En fin, un panorama nada alentador. Y todo ello en el supuesto que el proceso de independencia se llevara a cabo de mutuo acuerdo, entre Cataluña y el resto de España y, por lo tanto, entrañara el reconocimiento internacional del nuevo Estado.

Pero aparte de las consecuencias puramente macroeconómicas referidas anteriormente, ¿que otras consecuencias prácticas podrían derivarse de la independencia de Cataluña? La mayoría de ellas se derivarían de su salida de la UE en el momento de su independencia. Para facilitar la lectura, sólo nombraré las más evidentes.

Una serie de sectores productivos catalanes verían reducir su capacidad competitiva en el mercado europeo respecto de empresas que permanecieran dentro de la UE por el hecho de tener que pagar los aranceles que la UE impone a las empresas de estados terceros en sus relaciones comerciales. Los principales afectados serían los sectores textil, automóvil y productos alimenticios donde los picos arancelarios europeos son mayores.

 Pero, por si fuera poco, un número importante de sectores productivos (además de los anteriores) como el químico, juguetero, productos sanitarios, etc., podrían verse también afectados por las medidas de protección al consumidor impuestas por la UE (certificaciones, etiquetado, etc.) que actualmente son supervisadas directamente por las autoridades españolas y, por lo tanto, su cumplimiento reconocido por el resto de estados miembros de la UE.

Como consecuencia de ello, un número no desdeñable de empresas (tanto nacionales como multinacionales) podría plantearse seriamente el traslado no sólo de sus sedes, sino también de algunas de sus instalaciones (fábricas, centros de distribución, etc.) hacia lugares fuera de Cataluña pero dentro de la UE (sean éstos dentro de España o en otro estado miembro de la UE) con el fin de poder seguir teniendo acceso directo al mercado único europeo (no estar sometidos a los aranceles externos, así como gozar de las otras ventajas derivadas de la libre circulación de bienes y servicios en su interior). 

Estos dos efectos (reducción de la capacidad competitiva y traslado de instalaciones), en función de su importancia, podría tener un impacto negativo en la capacidad económica de Cataluña y en su nivel de empleo. Incluso diría más, el segundo efecto podría empezar a producirse desde ahora mismo aun en el caso en que la independencia de Cataluña no tuviere lugar, pero tuviera visos de llegarse a producir en un futuro, por la incertidumbre que genera entre los inversores.

Si bien la salida de Cataluña de la UE no debería tener un impacto significativo en términos presupuestarios globales (actualmente, Cataluña no es un contribuyente significativo en términos netos), el sector agrícola catalán se vería afectado negativamente, ya que dejaría de percibirse las subvenciones actuales ligadas a la Política Agraria Común (PAC), y que suponen alrededor del 40% del presupuesto total de la UE.

 Además, las exportaciones del sector agrícola catalán a la UE estarían sometidas a sus aranceles (en general significativamente superiores a los del sector industrial), cuotas y normativa sanitaria y fitosanitaria, lo que, al igual que con el sector industrial, vería reducida su competitividad en el mercado único europeo.

En términos estrictamente jurídicos, una Cataluña independiente quedaría no sólo fuera de la UE, sino también fuera del euro. Sin embargo, es perfectamene plausible (y probablemente la mejor alternativa) que la Generalidad, ante la perspectiva de su posterior re-ingreso en la UE, tomara la decisión de mantener el euro como moneda de curso legal, en lugar de crear su propia moneda o volver a la peseta (las otras dos opciones posibles). 

Algo parecido a lo que han hecho algunos países en el mundo: por ejemplo, Estonia, antes de entrar en la eurozona, Montenegro (euro), Panamá y Ecuador (con el dólar), etc. Sin embargo, esta decisión (mantener el euro) tiene también sus costes económicos, ya que Cataluña renunciaría así a dos palancas fundamentales para la conducción de la política económica, como son la política cambiaria y la política monetaria

Actualmente, éste es el caso también, pero sólo hasta cierto punto, de España, ya que tiene voz y voto en las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) y, por lo tanto, influencia en las decisiones que se adoptan a este respecto. Pero este no sería el caso de Cataluña mientras siguiera fuera de la UE.

Pero la cuestión más importante en este campo sería la falta de acceso por parte de los bancos (y cajas) catalanes a las operaciones de refinanciación del BCE. Ante la falta de acceso de los bancos (y cajas) españoles (incluidos los catalanes) a los mercados internacionales tanto interbancario como de bonos (con la excepción muy reciente del Banco Santander y el BBVA en volúmenes relativamente modestos), tal situación podría traducirse en un riesgo serio para la supervivencia de algunos de ellos o como mínimo en una reducción significativa de sus respectivos balances y la subsiguiente contracción del crédito bancario, lo que tendría un indudable impacto negativo en la actividad económica. 

Este riesgo es de tal importancia para el conjunto del sistema bancario catalán que no sería descartable que algunas de las entidades decidieran trasladar sus sedes al interior de la zona euro. En cualquier caso, las operaciones realizadas por las entidades catalanas en el resto de España, ya fuera directamente a través de sucursales o vía entidades subsidiarias, pasarían a ser supervisadas por el Banco de España, como pasa actualmente con cualquier entidad de fuera de la UE.

Finalmente, todos los ciudadanos con pasaporte catalán se verían sometidos a la necesidad de obtener un visado para viajar a la UE (requisito de la zona Schengen). Asimismo, el nivel de protección consular en el extranjero en general se vería sensiblemente reducido para los ciudadanos catalanes (turistas, hombres de negocios, trabajadores, etc.), ya que es de suponer que el número de embajadas y consulados sería significativamente inferior al actual de España alrededor del mundo

 A menos que un acuerdo con España nos permitiera seguir utilizando nuestros actuales pasaportes españoles (doble nacionalidad). Ante esta situación, podría darse la paradoja que el número de españoles viviendo en Cataluña fuera superior al número de puramente catalanes. Algo parecido pasaría con las becas Erasmus, tan populares entre nuestros universitarios, otorgadas en el marco de la UE para la movilidad de estudiantes, que sólo estarían al alcance de ciudadanos detentores de un pasaporte de uno de sus estados miembros.

En fin, estoy de acuerdo con Junqueras, es mejor decir las cosas claras para que los ciudadanos sean conscientes de las consecuencias de la independencia de Cataluña."         (Víctor Andrés Maldonado,  lavozdebarcelona.com, 19/12/2012)

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