"La cosa política catalana nos depara espectáculos fastuosos: un
presidente de la Generalidad que, aspirando a una mayoría aplastante,
convocó elecciones, que le dejaron en mayor minoría de la que antes
disfrutaba; un partido político (Convergencia) que, envuelto en la
bandera de la patria, se lanzó a la regeneración de Cataluña… mientras
su sede social estaba embargada como consecuencia de la pestilente
corrupción del caso Palau.
Un Partido Socialista en busca de su electorado perdido preguntándose
a modo de psicoanalizable argentino qué es y a dónde va… y ahora el
presidente y presidenciable Artur Mas, negociando con Esquerra
Republicana un pacto de gobernabilidad que convertirá a este partido en
un fabuloso monstruo bicefálico con una cabeza en el Gobierno y otra en
la oposición.
Y todo ello cocinado en unas exigencias fiscales y políticas
republicanas a modo de torpedo en la ya maltrecha nave convergente.
Porque Esquerra exige (y Mas hasta ahora transige) no sólo la creación
de un Estado paralelo, sino la multiplicación de impuestos, que
afectarán decisivamente a los empresarios y a las clases medias
catalanas, principal apoyo convergente." (Javier Nart, EL ECONOMISTA 20/12/12, en Fundación para la Libertad, 20/12/2012)
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