"(Michael Ignatieff) Es mucho más común ahora que en generaciones precedentes entender los
componentes nacionales de la identidad. Lo que ya no producirá
equilibrio es la definición monolítica de la identidad española, decir
que o eres español o no eres nada.
Lo que ha cambiado, en todas las
naciones, es que las identidades se forman de mezclas muy complejas que
pueden reconciliarse.
–Es difícil verlo en mitad de un desafío…
–Será difícil, las transferencias económicas traerán dificultades,
será muy complicado lograr la delegación del poder, pero la identidad
española parece más flexible, porque tiene que serlo, y seguramente esa
flexibilidad será parte de la solución. –Pero se debe exigir un mínimo. (...)
Y debe haber un respeto por las instituciones. Mire usted, una de las
cosas más importantes que hemos aprendido en Canadá es que deben ser
respetadas incluso por la gente que impugna la legitimidad de esas
instituciones. Es una idea difícil pero es muy importante dejarlo claro.
En Canadá vivimos en una situación en la que la legitimidad de nuestras
instituciones federales ha sido puesta en cuestión, pero hemos
aprendido que solo podemos dialogar si todo el mundo acepta las reglas
del juego. (...)
Incluso la parte que quiere dejar la relación acepta que tiene que
cumplir con unas obligaciones de ese matrimonio. Y esas cosas mantienen
el proceso de forma pacífica. Las reglas de juego pueden ser un arbitrio
pero son las reglas, deben ser respetadas a no ser que no quieras
encontrar soluciones políticas, sino fuera de la política. Y nadie
quiere soluciones que se encuentran fuera de la política ¿no?. (...)
–Usted dice que «la fe nacionalista nunca ha sido erosionada
por argumentos económicos». Con la grave crisis que vivimos y la
probable salida de la UE de una Cataluña indepen diente, ¿cree que la
economía volvería a ser relevante?
–Lo que yo digo es que nadie quiere ser independiente solo por
motivos económicos: punto 1. Y la independencia nunca es una solución
para tus problemas económicos: punto 2.
Puedes querer la independencia
por otros motivos, por mandar en casa, porque los políticos locales
prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. Tú usas la economía para
decir a tu gente en Cataluña que seríamos más ricos «si no tuviéramos
que pagar por estos pobres españoles», pero creo que eso no va a
ocurrir…
–En España hemos descubierto la falsedad de ese debate. Somos
el principal mercado de las compañías catalanas, y su privilegiado
dominio en las corporaciones energéticas y de grandes bancos no podría
mantenerse tras la secesión… ¿Qué opina?
–Debo ser muy cuidadoso en estas cosas, como extranjero. Pero la
secesión no soluciona los problemas económicos, está enfocada a sus
problemas de identidad, lo cual es muy distinto. Es importante subrayar
el contexto europeo que no permite que los Estados que se desgajen se
mantengan en la UE.
En el caso escocés, el líder nacionalista ahora tiene problemas
porque ha debido asumir el aislamiento que tendría una Escocia
independiente. Y no es obvio que ni España ni Gran Bretaña simpaticen
con la posibilidad de la integración de estados separados nacidos de
ellos. Así que, como decimos en América: Let’s get real here!, ¡seamos
realistas! La sucesión tendrá coste económico para ambas partes. (...)
El ansia nacional de libertad ha sido a menudo un formidable vehículo
para el sentimiento liberal y democrático. Me opongo al nacionalismo
quebequés, pero soy el primer político canadiense que afirmó que Quebec
es una nación, una identidad que debe ser respetada por nuestra
federación.
Pero sí hay un aspecto kitsch en el sentimiento de
exclusividad del nacionalismo. La mayor parte de gente en Montreal y
Barcelona habla en inglés y francés, en catalán y español, expresando
una identidad compleja naturalmente…
–Y hay nacionalistas excluyentes…
–Algunos catalanes sienten que son exclusivamente catalanes y no
tienen identidad española. Pero muchos más sienten una fuerte identidad
española y también catalana, sin contradicción. Lo kitsch es negar la
complejidad de la identidad personal. Mi objeción con Quebec no es que
exista una identidad propia, sino que los nacionalistas empujen a la
gente a elegir entre dos identidades íntimamente ligadas.
Mi objección
hacia el separatismo es de carácter moral porque fuerza a la gente a
realizar elecciones entre sus identidades, y en nuestro país lo han
rechazado cada vez que se ha consultado en referéndum por la sencilla
razón de que se sienten obligados a elegir entre partes de sí mismos y
no quieren hacerlo.
Siempre hablaré a favor de quienes quieren seguir
sintiendo esa mezcla. La porción de catalanes que se siente en parte
español no quiere ser forzada. Sería tan kitsch obligarles a ser solo
catalanes como a ser solo españoles. La vida es así, pura mezcla, y la
política que fuerce a la gente a realizar elecciones que no quiere es
mala.
–El nacionalismo cívico que usted propugna lo creó España en
la Transición pero hay nacionalidades nunca satisfechas. ¿Es una
debilidad o una fortaleza de la democracia entrar en ese continuo debate
de querellas?
–Es la pregunta que nos hacemos en Canadá todo el tiempo. Nuestro
reto es encontrar un nacionalismo cívico que permita reunir los valores
democráticos y que sea lo suficientemente grande para todos, porque
mire, no existe alternativa.
¿Cuál es la alternativa? ¿Recentralizar
todo el poder en Madrid? ¿Suprimir la autonomía, las leyes de lengua…?
No es la solución y rompería en mil pedazos el sistema. Lo que más
necesitamos es un liderazgo político en España –y en Canadá– que hable
de lo que tenemos en común. Es mucho más importante que lo que nos
divide.
–Dígalo, necesitamos oírlo…
–Derechos, igualdad, tolerancia, libertad, democracia. La democracia
significa que estamos de acuerdo en que disentimos. Eso es precioso. Nos
respetamos y confiamos en el otro, para argumentar y discrepar, pero
para permanecer argumentando en la misma estancia común.
¡Que nadie dé
un portazo! Esa es la confianza, que sigamos… Y sí, resulta agotador,
pero, le repito ¿qué alternativa tenemos?" (Entrevista de Jesús García Calero a Michael Ignatieff (Toronto, 1947), ABC 20/11/12, en Fundación para la Libertad, 20/11/2012)
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