22/11/12

“Adopte un niño extremeño con sus impuestos”



“Hay razones que aconsejarían reformar el barroco sistema actual de financiación autonomica, pero la referencia a la ordinalidad no se entiende, por mucho que figure en la legislación alemana. 

Se trata de evitar que una comunidad que sea contrubuyente  neta acabe disponiendo de menor capacidad de gasto per cápita que una que es receptora. ¿Por qué hay que evitarlo? 

Lo que habrá que tratar de impedir es que la diferencia de recursos sea arbitraria, pero no es difícil imaginar circunstancias (naturales o económicas) que hagan que en un ejercicio dado, o en un periodo más amplio, un territorio de los considerados pobres disponga de más recursos públicos por persona que uno de los contribuyentes.

Prohibir esa posibilidad revela una concepción algo pijotera de la función redistributiva del Estado; como si fuera una forma de caridad, que es la imagen que traducen sarcasmos como aquel odioso “adopte un niño extremeño con sus impuestos”. 

No es el hecho de reclamar más dinero para  la propia comunidad en función de sus necesidades, sino hacerlo en esos términos y en nombre de valores morales (justicia/injusticia) lo que resulta ofensivo.

Contra la extensión a Cataluña del privilegio vasco juega la distorsión que supondría en los ingresos del Estado, y por tanto en su política distributiva, dado el peso de la economía catalana en la española; pero es contradictorio añadir a ese argumento el de su inconstitucionalidad a la vez que se acusa al nacionalismo catalán de haber rechazado el Concierto cuando se negociaba el estatuto de 1979. 

Si se le ofreció esa posibilidad tras la aprobación de la Constitución es que se pensaba que no era imposible encontrarle encaje legal, pese a no ser una comunidad foral; (…)

Sin embargo, Mas nunca ha utilizado ese argumento, limitándose a reclamar que siendo Cataluña tan nación como Euskadi, debería recibir el mismo trato diferencial.

 Lo cual enlaza con otro argumento de los independentistas sobrevenidos: que la generalización de de la autonomía y ampliación ulterior de competencias ha desdibujado la singularidad de las nacionalidades, forzando la radicalidad autoafirmativa. Pero Galicia rompe esa imagen”    (Patxo Unzueta: Salirse y pedir la entrada; El País, ed. impresa, 15/11/2012)

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