"Aunque en un futuro siga insistiendo en la voluntad de convocar un
referendo para tratar de separar a Cataluña del resto de España, el
referendo, en realidad, se celebró ayer. O, cuando menos, en primera
instancia. Y es evidente que el convocante lo perdió.(...)
Es verdad que el resto del voto independentista puede consolarle hasta
cierto punto de ese traspié. Pero sólo hasta cierto punto. Entre ERC,
que recupera sus registros de hace seis años, y la CUP, que obtiene por
primera vez representación y ocupa el lugar de la Solidaritat per la
Independència de los Laporta y López Tena —si bien con una propuesta
izquierdista y antisistema—, el bloque partidario de realizar la
consulta a cualquier precio experimenta incluso una pérdida de dos
escaños.
Sólo si se le añade Iniciativa per Catalunya y la sopa de
letras que le acompaña, partidaria también de la consulta aun cuando su
soberanismo sea mucho más liviano, podría hablarse de un crecimiento
mínimo. Sobra decir que para este viaje no hacían falta tantas alforjas.
Ni tanto Moisés encabezando la travesía. Con independencia de cuál vaya
a ser su reacción, los fracasos de esta magnitud sólo admiten una
respuesta decente: la dimisión. (...)
Pero las urnas arrojaron también otros datos de interés, al margen de
los que atañen a Mas y a su empeño segregador. El más relevante, sin
duda, es el hundimiento del socialismo catalán. Un hundimiento que viene de lejos, pues el PSC no levanta cabeza desde
que puso su destino en manos del nacionalismo radical, hace ya nueve
años (...)
Capítulo aparte merecen los resultados de Ciutadans. De cuantas
formaciones aumentaron ayer su representación parlamentaria, la
presidida por Albert Rivera es, porcentualmente, la que más creció.
Su
defensa acérrima de la ley y el orden y su denuncia de la corrupción, o,
lo que es lo mismo, su rechazo inequívoco de cualquier componenda con
el nacionalismo, han sido premiados con creces por los electores.
La
consolidación de Ciutadans como fuerza política regional —una
consolidación análoga a la experimentada en los últimos tiempos por UPyD
en el resto de España— constituye, sin duda alguna, una de las noticias
de la jornada. (...)
La aventura soberanista de Artur Mas ha lastimado quizá para siempre la
convivencia entre catalanes, y entre catalanes y el resto de españoles.
O sea, entre españoles. Al margen incluso de lo que vaya a depararnos
el futuro inmediato, me temo que el desgarro ya no tiene remedio.
No es
sólo un problema de relaciones sociales; es algo que ha ido incluso más
allá, puesto que resulta difícil hallar hoy en día en Cataluña familias
donde no se hayan roto ya, a cualquier nivel y en mayor o menor grado,
las costuras. Y lo mismo puede afirmarse de tantos lazos afectivos que
traspasan la comunidad catalana y se extienden al conjunto de España." (Xavier Pericay, 26/11/2012, ABC, 26 de noviembre de 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario