"El independentismo no ha perdido las elecciones catalanas; ha perdido la
pretensión de Artur Mas, consistente en transformar la autonomía en un
régimen personal donde sus decisiones impusieran en todo momento, no
solo la consecución del objetivo por él fijado, sino cada uno de los
movimientos a realizar para alcanzarlo.
Su legitimidad procedía de la
gran manifestación de la Diada, donde a su juicio Cataluña se había
expresado inequívocamente por una independencia, cuyo liderazgo
carismático le correspondía ejercer.
Por eso no solicitaba el voto, como
hubiera sido lógico, para CiU dentro del marco de fuerzas políticas que
a su lado compartían la secuencia de ‘derecho a decidir’ y salto
inmediato a Estado propio en la Unión Europea, sino que llegó a
solicitar los votos procedentes de otros ángulos políticos a efectos de
reforzar su condición de líder único.
Por eso mismo nunca dedicó una
sola palabra a la mitad, o al cuarenta o al sesenta por ciento de
catalanes, que rechazaban o tenían serias dudas sobre las ventajas de la
separación. (...)
El resultado ha producido una general sorpresa, pero tiene tanto más
valor cuanto que no supone quiebra alguna para el independentismo como
opción democrática. Si aceptamos que CiU ha pasado ya por completo el
Rubicón, el Parlament que ahora va a abrirse tiene reforzado el
componente soberanista, y de modo especial por los veintiún diputados de
Esquerra, hasta ahora reducida a fuerza marginal.
El frente
independentista está ahí, y atendiendo a las cifras, en condiciones de
afrontar el rechazo ya expresado del Tribunal Constitucional a la
consulta/referéndum. No es de excluir que Mas, poco dispuesto a asumir
errores y menos la humillación del retroceso tras el papel asumido en
estos meses, siga adelante, tal vez hasta el pulso por la consulta, con
la esperanza puesta en que el enfrentamiento con Madrid relance el
entusiasmo de unas bases que después del domingo pueden y deben estar
desmoralizadas. (...)
El futuro dista, pues, de estar despejado, pero como el mismo Mas hubo
de admitir en su comparecencia del Hotel Majestic, ya no va a poder
gobernar en solitario con la tranquilidad de la anterior legislatura,
gracias a la colaboración del PP. Y tampoco está el clima para que
funcionen bien las alianzas variables.
Con ERC puede ir hacia la
consulta, pero para aprobar el Presupuesto, dado que su aliado natural
aquí, el PP, no está para repetir su papel de asistente por la
incompatibilidad con la autodeterminación, ni ERC ni PSC ni Ciutadans
van a prestarle en principio apoyo alguno.
Tendrá que pasar algún tiempo
para que surta efecto la oferta popular de una ‘autonomía preferente’
de Cataluña, el puerto de refugio para Mas si las otras opciones se
diluyen. Lo sucedido prueba que en una consulta de autodeterminación, si
es que la misma se alcanza, ante el no de Europa, solo cabe augurar una
nueva derrota. (...)
Tampoco es para que los constitucionalistas canten victoria, a pesar del
buen balance electoral del PP y Ciutadans, y de la derrota contenida
del PSC (¿constitucionalista?). Tienen además por delante una importante
tarea: echar las cuentas para no avalar sin más lo que muchos van a
reclamar, tapando con un privilegio fiscal del todo injusto el clamor
catalán sobre ‘el expolio’.
De nuevo, y más que nunca, hace falta en
este terreno una reforma, asentada sobre análisis estrictamente
cuantitativos, de la financiación de las comunidades autónomas en
general, y Catalunya en particular. Sería el gran tema a debate y una
buena solución tendría mayor importancia que plantear un federalismo,
necesario sí, pero que carece por ahora de perfiles concretos. Y ni CiU
ni ERC son federalistas." (El Correo, ANTONIO ELORZA, en Fundación para la Libertad, 27/11/2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario