26/11/12

¡Bienvenida sea la crisis! Porque gracias a ella hemos descubierto a nuestro faraón, Artur Mas, que nos librará de la esclavitud. Ni más, ni menos......

" Pero para lo que no estábamos preparados es para que nos dieran una homilía con el cartel electoral del Masías de fondo, en pleno siglo XXI:
“Porque hay muchas ovejas en este pueblo que buscan un pastor, y este pastor lo tenemos nosotros, ¡este pastor lo tenemos nosotros!, porque la gente va descarriada; algunos se manifiestan pensando que el tema son los recortes, que el tema es la crisis, y lo es, pero esta crisis, ¡bienvenida sea!, porque nos ha hecho aflorar el sentimiento catalán, y ha hecho que nos levantáramos de una vez, y dijésemos: dadnos lo que es nuestro, porque nos toca, porque lo queremos, porque lo necesitamos, porque nos lo merecemos, y no nos parará nadie [...]“.  (...)
Los tintes de corte religioso del mesías Artur Mas en plan Moisés, han tenido su colofón con la intervención de la número 2 de CiU por Gerona, Elena Rivera. Un corto en Youtube nos deja ver la verdadera naturaleza seudoreligiosa del catalanismo, y sus patologías. 

¡Dios qué cruz! O nos dejamos gobernar por supersticiones y vísceras o por constituciones democráticas. Esta es la apuesta. Antes de seguir leyendo, por favor, abran el link anterior. Es preciso reparar en el tono, además del contenido. Una verdadera calamidad.

El mito del pueblo elegido ha formado parte fundacional del imaginario nacionalista catalán. Desde el inicio del pujolismo, las raíces fuertemente religiosas del joven Jordi Pujol imprimieron un carácter mesiánico a la construcción nacional.

 Sobre todo en su justificación moral. Los paralelismos entre el mito del pueblo elegido de Israel y la reconstrucción nacional de Cataluña son innumerables. El victimismo, su principal rasgo distintivo.

Durante la larga travesía, desde la Transición política hasta la manifestación del 11 de septiembre de 2012, la lengua propia fue el mito fundacional. Era preciso recuperar el espíritu de la nación depositada en la lengua y la cultura, el que le distinguía como pueblo, como la tierra prometida para el pueblo israelita después de vagar 40 años por el desierto.

 En uno y otro caso, el fin venía justificado por el derecho a librarse de la dominación del opresor. En el caso del pueblo judío, por el faraón; en el de Cataluña, por la pérfida España."       (lavozdebarcelona.com, 25/11/2012)

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