"Silencio absoluto. Eso es lo que ha encontrado Roberto Augusto tras la publicación del libro El nacionalismo ¡vaya timo! La obra se publicó el pasado mes de febrero pero no busque referencias al respecto, apenas las encontrará.
El libro está escrito desde fuera de las trincheras políticas -”habría
tenido más repercusión mediática si lo hubiera hecho desde una posición
enconada”- y, como defiende su autor, profesor en un instituto en
Cataluña y doctor de Filosofía, “no defiende intereses partidistas”. (...)
¿Nación es lo mismo que estado?
El único uso legítimo del término nación es como sinónimo de estado
pero quitando todas las connotaciones nacionalistas que pueda tener el
término…
Como por ejemplo…
Por ejemplo, la identificación de una nación con una determinada
cultura o con una lengua determinada excluyendo a las otras que pueda
haber en ese mismo estado. Una cosa es el concepto nacionalista de
nación y otra cosa es el estado. Son diferentes. A veces los
nacionalismos se identifican con un estado, como el nacionalismo
francés, pero en otras ocasiones hay un nacionalismo sin estado, que
crea un concepto de nación distinto.
Lo que hago en el libro es analizar
el concepto nacionalista de nación. Y llego a la conclusión de que este
concepto es una creación de la propia ideología, un concepto ideológico
que no se corresponde con la realidad. El concepto nacionalista de
nación simplifica esa realidad.
Elige una serie de determinados rasgos,
culturales, lingüísticos, etc., y dice que esos rasgos identifican a esa
nación pero excluye el resto de rasgos que hay en la sociedad. Las
sociedades son mucho más plurales que la visión simplificadora que tiene
el concepto nacionalista de nación. Es una creación de una ideología
pero la realidad es mucho más rica y plural.
¿Qué parte del discurso nacionalista es aceptado por el resto
de personas que no son nacionalistas, ya sea en el ámbito mediático o
en el ámbito ideológico?
Hay dos ideas que han penetrado en el lenguaje cotidiano, una es la
idea de nación. Por ejemplo, decir que España es una nación de naciones,
que para mi no tiene sentido. Y, otra, el concepto de lengua propia,
que ha sido adoptado por mucha gente que no es nacionalista.
Es una idea
falsa porque las naciones no tienen lengua, son las personas; y, en el
caso de Cataluña, hay dos lenguas oficiales. No es correcto decir que
una es la esencial y la otra no forma parte de Cataluña, como si fuera
una cosa extraña, ajena… una especie de impostura. La característica
dominante de la sociedad catalana es el bilingüismo. (...)
¿Está en contra de la autodeterminación unilateral de Cataluña?
Sí.
¿Por qué?
Es bueno que, en general, se mantengan los actuales estados que hay
porque esto evita conflictos, violencia, situaciones de guerra… si una
parte de un estado quiere independizarse se tiene que hacer a través de
un pacto dentro de las leyes. En el caso catalán, por ejemplo, se
tendría que llegar a un pacto y a una reforma constitucional para
permitir la autodeterminación.
Estoy en contra de que haya una
autodeterminación unilateral saltándose las leyes porque esto generaría
un conflicto incluso militar o violento. Critico lo que en el libro
denomino PNS o principio nacionalista de secesión.
¿Y el caso de Kosovo?
Sí, es un caso muy interesante. España no ha reconocido la autodeterminación de Kosovo…
Es de los pocos países que no lo ha hecho.
Creo que la comunidad internacional ha cometido un error. Sin un
pacto, permitir una independencia unilateral de esa forma… me parece un
error…
Algún pacto sí, con Estados Unidos…
Ese es el pacto. Pero me parece un error. (...)
Al nacionalismo le atribuye un doble éxito, el de ser capaz
de asimilar distintas ideologías, en ocasiones contradictorias, y el de
adaptarse a las distintas situaciones que se van produciendo con la
actualidad.
El nacionalismo es una ideología muy sencilla, muy simple y muy
primaria. Se basa en la idea de que mi nación es la mejor porque es la
mía, y las demás, como no son la mía, están contra la mía o pueden poner
en peligro la mía.
Es una reafirmación de lo propio. Se adapta a muchas
otras ideologías, democráticas y no democráticas. Puede haber
comunistas-nacionalistas, fascistas-nacionalistas,
demócratas-nacionalistas, liberales-nacionalistas…
¿No cree que es contradictorio ser de izquierdas y nacionalista?
Creo que es una de las grandes tragedias de la izquierda en España,
la infiltración del nacionalismo, que es muy fuerte, sobre todo, de los
nacionalismos periféricos. Aunque esta infiltración afecta tanto a la
izquierda como a la derecha. (...)
¿Cree que tiene solución esta extraña unión?
Es escandaloso el caso de Izquierda Unida. Un partido de izquierdas
que, por ejemplo en el País Vasco, es de un nacionalismo terrible. Es
una contradicción política e ideológica tremenda. IU desprecia al PP
porque es de derechas pero pacta con el PNV, que es más de derechas que
el PP, porque es nacionalista vasco.
Es decir, el nacionalismo español
es malo, pero el nacionalismo vasco es bueno. Si el nacionalismo es
malo, lo será siempre. La contradicción en IU es bestial. La solución
pasa por que la izquierda se dé cuenta de que el nacionalismo es una
fuerza reaccionaria, es una fuerza de división y no tiene nada de
progresista.
Es todo lo contrario. La izquierda debe centrarse en un
modelo de justicia social y dejar de lado ideologías como el
nacionalismo. Centrarse en la igualdad, la redistribución de la riqueza,
los derechos de las minorías… y dejar todo el tema del nacionalismo a
un lado. (...)
¿Qué tiene de culpa en esta desorientación de la izquierda en España la caída del muro de Berlín?
También el franquismo. Desde entonces ha penetrado
en la sociedad la idea de que los nacionalismos periféricos son
progresistas, y eso es falso. No tiene nada de progresista CiU o el PNV.
Son partidos de derechas. Y la izquierda pacta con estos partidos. Es
absurdo. No lo comprendo. El pacto de IU con el PNV en el País Vasco no
lo comprendo… (...)
Me refiero más a la repercusión de la obra que ha tenido un reflejo en Fernando Savater, quién le ha respondido en un artículo en El País.
Sí. Es un libro incómodo, pero hace pensar. Savater,
en general, se ha mostrado favorable al libro aunque ha discrepado en
el tema lingüístico y a la importancia que le doy al nacionalismo
español. Mi posición es que el nacionalismo es malo, tanto el que tiene estado como el que no." (lavozdebarcelona.com, 23/05/2012)
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