Alyson es la auxiliar de conversación que ayuda en cada clase a la profesora Mari Carmen Maril a enseñar Geografía e Historia en inglés. Todas las horas de la asignatura se imparten en este idioma, el mismo en el que están los libros y que se habla, unas veces mejor y otras peor, en el aula.
Es cierto que van mucho más ágiles enumerando las provincias andaluzas que planteando una pregunta a la profesora, pero la clase transcurre en inglés de una forma relativamente fluida, teniendo en cuenta que se trata de alumnos de entre 12 y 13 años en su primer curso de inmersión de una asignatura en un tercer idioma.
Una de las claves, según la profesora, es "machacar" el vocabulario de cada lección antes de iniciarla. Así, los estudiantes están familiarizados con términos como coniferous forest (bosque de coníferas) o Spanish boundaries (las fronteras españolas), que relatan cuando la docente les pregunta la lección.
Hasta ahora, en lo que llevan de curso han tocado solamente la geografía. Este es un terreno relativamente sencillo para que sea impartido en otro idioma, según coinciden varios docentes del centro, ya que tiene un vocabulario muy concreto.
Y una vez que se conoce, se derriban buena parte de las dificultades que supone recibir una asignatura en inglés. Pero ahora pasan a la parte de historia, donde en lugar de enumeraciones de ranges (cordilleras) y rivers (ríos), hay relatos más elaborados, donde no basta conocer unas cuantas palabras, sino que es necesaria cierta pericia construyendo relatos y un vocabulario mucho más amplio.
Pero una vez superada la primera prueba, la de introducir otra lengua en la clase con cierto éxito -"prácticamente no hay alumnos descolgados", asegura Maril-, el siguiente paso no parece un reto imposible.
"Al principio tenía mucho miedo", reconoce la profesora, que ya había impartido en secciones bilingües. (...)Los alumnos coinciden con la profesora. "Al principio, cuando nos dijeron que la clase iba a ser en inglés, nos asustamos un poco y nos parecía difícil, pero con el tiempo hemos visto que es incluso divertido", explica Inés. "Como sabe que nos cuesta más, la profesora nos facilita el trabajo", puntualiza Roi.
También reconocen que muchas veces, cuando se dirigen a la docente, encuentran dificultades en expresar lo que quieren. Y esto se nota en clase. Cuesta que interioricen expresiones en inglés y sueltan muchas en castellano: "¿Sigo?".
O traducciones literales poco adecuadas: "¿Ah, yes?". O quejas espontáneas que difícilmente pueden articular en otro idioma: "Profesora, me está dando patadas por detrás". Por supuesto, entre ellos, cuando teóricamente no deben hablar, siempre lo hacen en castellano o gallego.
Pero a pesar de todo, el transcurso de la clase es mayoritariamente en inglés, con constantes puntualizaciones de Alyson Berlinski, una estadounidense que tiene una beca como auxiliar de lectura y que interviene, entre otras ocasiones, cuando alguno se descuelga con una pronunciación macarrónica.
Y se oye: "¡Me, me, me!" (yo, yo, yo) cuando la profesora lanza una pregunta a la clase o expresiones como: "Teacher, I need a positive" (profesora, necesito un positivo).
En lo que queda de curso, tras estudiar los Spanish rivers, los alumnos tendrán que empaparse de la Spanish History." (El País, Galicia, 18/04/2011, p. 5)
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