"Esta enorme movilización de las derechas (situadas en el eje Catalunya versus España, y religión versus laicidad), no tuvo su contrapartida en las bases electorales de las izquierdas, muy desmovilizadas. Un factor importante (aunque no único), causa de tal desmovilización, fue la identificación de los socialistas catalanes con las políticas de austeridad del gobierno Zapatero.(...)
En el día de las elecciones, el grado de participación en los barrios pudientes (como Sarrià-Sant Gervasi) aumentó considerablemente (pasando en este distrito de 71.42% en 2006 a 77.47% en 2010), mientras que bajó en los barrios obreros (como Nou Barris, pasando de un 47.79% a 47.52%), un descenso menor pero que continuaba la tendencia descendiente que había estado experimentando en las últimas elecciones autonómicas. (...)
Y es ahí donde está uno de los problemas para las izquierdas no soberanistas en Catalunya. Necesitan para gobernar alianzas con ERC, que, aún siendo de izquierdas, se alía con las derechas nacionalistas para convertir el tema identitario como el central del debate político, diluyendo así el eje derecha-izquierda, que CiU teme y no desea.
De ahí viene, en parte, esta dificultad de centrarse en el eje derecha-izquierda, que requeriría además una estrategia de confrontación con los poderes establecidos (lo que el Partido Demócrata de EEUU define como “anti-Republican class strugle”, identificando al adversario, el Partido Republicano, como representante de los poderes fácticos, sean estos empresariales, financieros, eclesiásticos o mediáticos) que asusta o incomoda a muchos dirigentes moderados del socialismo catalán, que tienen gran influencia en la dirección del PSC.
Hoy el partido socialista tiene mucho en común con el partido socialista francés, donde la mayoría de los delegados en sus congresos son universitarios o profesionales de clases medias de renta alta, con escasísima representación de la clase trabajadora.
Y estos grupos profesionales (universitarios en su mayoría) son muy vulnerables a ser seducidos con el mensaje de la Tercera Vía (es decir, la introducción de principios neoliberales en la tradición socialista, peligro acentuado en la nueva generación de dirigentes del PSC), que han sustituido incluso el discurso y narrativa socialista, considerando la clase trabajadora como inexistente o amalgamada en unas clases medias, que intentan sustituir a las clases trabajadores como las bases electorales de su proyecto. (...)
El tema social –el eje de la socialdemocracia- fue difícil de presentarse como alternativa al tema identitario cuando el gobierno socialista estaba llevando a cabo medidas antisociales que habían originado una huelga general de la clase trabajadora en contra de tales medidas.
De ahí la enorme responsabilidad del gobierno Zapatero en la desmovilización de las izquierdas, tal como ocurrió con las reformas altamente impopulares del canciller Schröder, las cuales desmovilizaron a las bases electorales del Partido socialdemócrata, perdiendo, las elecciones legislativas en Alemania con la pérdida de la mitad de los militantes del Partido Socialdemócrata.
Ni que decir tiene que hubo también trasvases de voto del Partido socialista a otros partidos. La rama nacionalista del PSC (en su mayoría, aunque no todos, procedentes de los sectores profesionales) derivó parte de su voto a CiU. La clase trabajadora, sin embargo, derivó parte de su voto al PP, consecuencia de sus propuestas anti-inmigración y su supuesta defensa del castellano (maliciosa y erróneamente presentado como perseguido en Catalunya).
El PP aumentó su voto en Pedralbes (clase burguesa) y en los barrios obreros en Barcelona. Pero la mayor causa de la pérdida del tripartito fue la abstención de la clase trabajadora. (...)
En realidad, puesto que en Catalunya y en España hay una relación clara entre nivel de renta y participación electoral (a más renta, mayor participación), y dado que casi la mitad de la población adulta (de renta mediana e inferior) que podría votar no vota, se debe concluir que la mayoría de la clase trabajadora (que representa alrededor del 48% de la población catalana) no vota en las elecciones autonómicas.
Este es el gran problema de las izquierdas en Catalunya. Movilizar a esta clase trabajadora no será fácil. Pero no se movilizará a no ser que haya un discurso dirigido a tal clase en el que el mensaje de “ellos y nosotros” sea claro y contundente. Ello implica un discurso de enfrentamiento con la estructura de poder que no es probable que se de en partes de la dirección de las izquierdas.
No es sorprendente que el único partido en el tripartito que ha mantenido un mayor nivel de lealtad de sus bases haya sido ICV-EUiA, que fue percibido como el partido más a la izquierda, aún cuando su discurso, más verde que rojo, disminuye su capacidad de movilización entre la clase trabajadora, la clase que hoy, en las elecciones autonómicas, está políticamente huérfana en Catalunya." (Viceç Navarro: ¿Qué ha pasado en Catalunya?; en www.vnavarro.org, 04/12/2010)
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