4/9/09

La gente no quería el troceamiento de Yugoslavia

"P. Usted fue opositor a Slobodan Milosevic e incluso se presentó como candidato en las elecciones presidenciales de 1990.

R. Slobodan Milosevic fue mi enemigo. Serbia tenía el mayor potencial democrático de todas las repúblicas yugoslavas, pero Milosevic ensambló la antigua nomenklatura con los nacionalistas. Tito había puesto ya las bases de ese ensamblaje, porque en las últimas purgas, las de principios de los setenta, persiguió a los demócratas y respetó a los nacionalistas. En cualquier caso, Milosevic acabó haciendo un gran favor a Eslovenia. Sólo un 20% o un 30% de los eslovenos querían la independencia, pero bastó que apareciera él para que todos entendiéramos que ese hombre iba a traer la guerra: su ambiente natural era la excepción, la crisis, la pulsión ultranacionalista. Nos escapamos de Yugoslavia en el último minuto, cuando el ejército no había sido aún depurado para convertirlo en serbio y Belgrado no estaba aún seguro de la fidelidad de los mandos intermedios. Eslovenia tuvo suerte.

P. ¿Qué pensó cuando la OTAN bombardeó a los serbios?

R. Pensé en el horror que debían sentir mis amigos de la izquierda europea. Y pensé en que eso debía haberse hecho mucho antes, porque se habría evitado mucha muerte. Los que piensan que hubo una conspiración imperialista para destruir Yugoslavia se equivocan totalmente. Yugoslavia ya estaba muerta cuando Milosevic llegó al poder. Su mérito consistió, precisamente, en analizar de forma correcta la situación: Tito ya no existía y su fórmula yugoslava estaba acabada. Fue el primer político yugoslavo en comprenderlo." (Slavoj Zizek: "Si un fármaco puede hacerme más valiente, más lúcido y más generoso, ¿en qué queda la ética?". El País, Babelia, 25/03/2006, p. 2/3)

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