“Esto, hace 40 años, ya lo practicaban otros gobiernos que no eran democráticos. Y decían que en el ámbito privado cada uno hablase lo que quisiese, pero en el ámbito público ‘háblame en cristiano’. Esto es lo que decían algunos dictadores en este país: ‘en el ámbito público, hábleme en cristiano’”. (lavozdebarcelona.com, 17/02/2009)
"Vicent Sanchis, periodista, director de Barça TV y ex director de Avui, el 18 de febrero de 2009:
‘Dejando aparte el acierto verbal, el gobierno pide un esfuerzo que él no puede hacer por ley. Cuando un administrado, contribuyente o víctima se dirige a una ventanilla y se expresa en castellano el funcionario que le atiende le ha de responder en castellano, aunque su lengua propia y la de la administración en cuestión sean el catalán.
Si este Estatuto nuestro de cada día no fuese recurrido en las partes más débiles, la cosa no debería ser así. Si los catalanes tienen el deber de conocer el catalán, la administración debería poder mantener el catalán en la relación con un administrado que no lo quiere hablar.
Pero esto haría caer todo el artefacto legal que nos hemos construido en los últimos años, en el que los catalanoparlantes tienen derechos pero los castellanoparlantes no tienen deberes. Una gran falacia. Los particulares no son extraterrestres.
Si ven cómo un político o un periodista abandonan el catalán cuando alguien les habla en castellano, ¿por qué ellos han de ser más héroes que los que tienen el deber o la vocación de serlo?. Contagiar el catalán es complicado. Los idiomas y las enfermedades se contagian a la fuerza. Así, en Cataluña desde hace siglos solo se contagia el castellano‘." (lavozdebarcelona.com, 18/02/2009)
O sea, se impone el idioma a la fuerza, como los franquistas, el "hábleme en catalán, charnego!". Y se argumenta, democraticamente, el recurso fascista a la fuerza. Con toda la impunidad del mundo, será por eso...
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