“Vivió allí el fatídico 11-S. "Tras el suceso se produjo una impresionante solidaridad, pero a los dos meses empezaron a salir las banderas. El patriotismo lo intoxicó todo y, por supuesto, apareció el miedo alimentado por los medios de comunicación y este gilipollas de presidente".
Ute Lemper (Münster, 1963) dejó Europa cansada de los rebrotes del nacionalismo. Cuando vivía en Francia, le dio por arrancar unos carteles electorales de Le Pen. Ahora observa desde lejos las nuevas leyes para los inmigrantes y las medidas con los gitanos. "Es un esfuerzo desesperado por guardar algo de la vieja identidad nacional. Un paso atrás hacia la vieja conciencia de los años sesenta o setenta del siglo pasado cuando quedaba inequívocamente determinada la identidad de una raza, un país, una religión... Pero es cuestión de tiempo, porque el futuro de la sociedad va a ser multicultural", asegura. "El nacionalismo es tan sólo un movimiento de élites conservadoras. Los que se ocupan de la política son los mismos que tienen el poder económico y colaboran con los ministerios de Cultura, Educación y bla bla bla. Toda una red de privilegiados que determinan cómo han de vivir las personas".
No soporta oír el himno alemán: "Me pongo mala. Y eso que la música es buena. No comprendo por qué se conservó". Y se ríe al saber que el español no tiene letra. "Estoy muy contenta de que los españoles hayan ganado la final del fútbol. En mi casa íbamos todos con ellos", confiesa.” (El País, ed. Galicia, Cultura, 12/07/2008, p. 39)
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