"Estoy harto.
Pero creo que, modestamente, puedo hablar por más gente: estamos hartos. Hartos de que nos refrieguen su felicidad por la cara. Como en la famosa paella en el sur de Francia. Ni mascarillas ni hostias. ¡No son de este mundo! Hartos de que nos chuleen, de que nos miren por encima del hombro, de que se crean moralmente superiores.
Yo no voy a repartir carnets como ellos.
Pero no son superiores: ni Junqueras ni Borràs ni Cuixart ni Jordi Sánchez ni Rull ni Turull ni Romeva. Ni, por supuesto, Puigdemont o Quim Torra. Ni nadie de toda la tropa. Estoy harto de las mentiras, de las huidas hacia delante, de las palabras huecas.
Es un hartazgo físco, mental, psicológico, emocional. Son ya más de diez años de proceso. Ningún resultado. Al menos positivo.
¿Sería pedir mucho tener políticos normales? Que tengan los pies en el suelo y la cabeza encima de los hombros. ¿Qué piensen en los problemas de la gente? ¿Qué no construyan castillos en el aire? ¿Qué no la líen cada día? Que no fueran todo el día diciendo disparates. Parece que vivan en una nube.
Se nota que han vivido de la política o de lo público. No conocen otra ocupación laboral. No pagan facturas, ni ivas, ni han estado nunca en el paro.
Sin ir más lejos, ayer Junqueras se fue a Rac1 y defendió la mesa de diálogo -frente a las críticas de Junts y la CUP- porque lo que pide la “comunidad internacional”. ¿De verdad? No se lo cree ni él. ¿Alguien piensa que, con la que está cayendo en Afganistán, la “comunidad interacional” está pendiente del proceso? ¿La UE, las Naciones Unidas, Joe Biden?
A la hora de escribir estas líneas no he tenido tiempo todavía de oir la grabación entera de la entrevista pero temo que la periodista ni siquiera replicó o preguntó a qué países se refería el exvicepresidente del gobierno catalán.
Luego, por la noche, hicieron un pesebre en TV3 sobre la liberación de los presos a los cien días de su indulto. A Jordi Cuixart lo trataban como si fuera un director de Hollywood presentando su última película. El conductor del TN, Ramon Pellicer, hablando deliberadamente de “presos políticos”.
No lo son. Si lo fueran estarían todavía en la cárcel. Y si lo hubieran sido fueron los “presos políticos” con mejor trato en toda la historia de la humanidad.
A los beneficios parlamentarios otorgados por la propia Generalitat se añade que estaban todo el día en TV3 o en Catalunya Ràdio. ¡Menuda represión!
¿Cómo puede el presentador de un informativo hablar de “presos políticos”? En TV3, excepto las kellys y los vigilantes privados de la puerta, no se salva nadie. Ni siquiera los hombres del tiempo -todo el día con mapa del tiempo de los Països Catalans- ni los redactores jóvenes. ¡Todos quieren emular a Mónica Terribas! Hemos convertido los medios de comunicación en una simple correa de transmisión del poder.
Pero los medios no se hacen sólos. No es como meter una pizza en el horno. No, los hacen periodistas.
¡La fiel infantería!
Ya sólo hace falta ir a una rueda de prensa y preguntar: “¿Qué titular quiere que le ponga, consejero?”.
El problema de fondo es que la clase política catalana -salvo honrosas excepciones y cada vez menos- no ha estado a la altura. Ni la indepe ni la no indepe. La indepe porque no ha parado de engañar. Incluso a sus electores. La no indepe porque, al primer contratiempo, ha preferido largarse a Madrid o a París. Y el PSC está más pendiente de La Moncloa que de la Plaza Sant Jaume.
¡Catalanes: nos han dejado sólos! Peor: nos han dejado tirados
Cuando hablo de catalanes incluyo a todos los no indepes. No se puede dejar la catalanidad en manos del proceso.
Su única victoria -si puede hablarse de victoria-, ha sido imponernos su marco mental por el que ellos son los buenos y el resto somos los malos. Pura chusma. Hablar en nombre de todos -como el otro día Cuixart en aquel balcón de Gracia- o aquella extraña ecuación matemática según la cual el catalán bueno es el catalán indepe. El resto no existimos. El resto es todo el resto: escépticos, moderados, tibios, críticos. Votantes del PSC, de Ciudadanos, del PP y hasta de Vox. Mal que nos pese también són catalanes. Sólo faltaría.
Incluso de los Comunes aunque estos nunca se sabe si van o vienen. Ni carne ni pescado.
Por eso los indepes a veces los maltratan. Quieren fidelidades a toda prueba. Van siempre con el ánimo encogido. Haciéndose perdonar. Acuérdense de Colau en la Plaza Sant Jaume cuando estrenó su segundo mandato. Le dijeron de todo. Por eso, los que conservamos algo de seny -palabra maldita en los tiempos que corren- tendríamos que hacer algo.
Npi de qué.
Yo sólo sé hilavanar palabras. Y a duras penas.
Tampoco soy partidario de los frentes. Ya Suficientemente enfrentada está Catalunya.Los frentes no son la solución sino el agravio del problema. Basta recordar las experiencias precedentes: el Frente Popular, el Front d’Esquerres, el Front d’Ordre.
Pero me resisto a ver cómo Catalunya se hunde irremediablemente en la miseria. Y por muchos años.
Los responsables del hundimiento, además, tienen nombre y apellidos. Que no nos vegan tampoco ahora con excusas. Sabían que el proceso saldría mal. Y, sin embargo, siguieron adelante.
Hasta al vicepresidente Puigneró, que se fue este domingo a la UCE para amenazar con otra DUI, lo calaron en TV3. La presentadora del TN dijo que todo era “una estrategia para negociar con el Estado”.
Una forma de presión.
¿Acaso pensaban que la independencia saldría gratis total? ¿Sin daños? Es como cuando hablan repetidamente de “conflicto político”. Es un conflicto que han alimentado ellos. Y medios de comunicación públicos y privados.
El origen, en teoría, es la famosa sentencia del Estatut -en un ya lejano 2010- pero hay que recordar que ese Estatut, cuando empezó a elaborarse, no lo pedía nadie.
¡Y que caudno fue aprobado en referéndum (2006) hubo más abstención que votantes! La participación ni siquiera llegó al 50%: el 48,8%.
Votaron a favor un 1,9 millones de indepes de un censo de 5,3.
Los mismos dos millones que, más o menos, se han mantenido invariables excepto en las últimas elecciones, que bajaron a 1,4. A pesar de eso -gracias a una ley electoral inexistente y TV3- dominan los resortes de poder.
¿Se puede convertir en un casus belli con estos resultados? ¿Quiénes de los que se manifiestan o cuelgan lazos amarillos por las calles se ha leído no ya la sentencia sino al menos el nuevo Estatut?
Y sin embargo, a pesar de todos los daños causados, ni siquiera he oído en los responsables palabras de disculpa. Están por encima del bien y el mal.
Al contrario van con la cabeza bien alta. Como si fueran los buenos de la película. Héroes de cartón piedra que no son conscientes todavía del daño causado.
Hay que hacer algo.
Sirvan al menos estas palabras como grito de protesta. Más bien de desesperación.
Se aceptan propuestas." (Xavier Rius, director de e-notícies, 23/08/21)
No hay comentarios:
Publicar un comentario