"Si cuarenta años después del “Llibertat, Amnistia, Estatut d’Autonomia” llegó a saber lo que pasaría mejor me quedo en casa.
La verdad es que a mí -que soy de la cosecha del 63- me pilló todavía joven. Pero era, en efecto, el lema preferido en los primeros años de la Transición.
¿Cómo hemos acabado ahora?
Pues ya lo ven. Los de Òmnium colgando pancartas con el lema “Amnistia. Fem-nos lliures”. Para eso nos ahorrábamos todo el lío y ahora no estaríamos pidiendo la amnistía. (...)
Los socialistas han ganado las eleccions pero no podrán gobernar. A Salvador Illa le ha pasado como a Pasqual Maragall en 1999.
Pere Aragonès será previsiblemente el futuro presidente de la Generalitat. Yo no me acabo de acostumbrar aunque se haya dejado barba, use gafas de metal e incluso vista corbata. Quizá porque lo he seguido desde que era líder de las JERC y aparecía con el cartel de “Espanya ens roba”. La foto que ilustra este artículo. Además no me gustaría estar en su piel. Sentirá el aliento de JxCat en el cogote.
Aunque la culpa también es de Esquerra. Acuérdense de cuando sacaban pecho. Serán ahora víctimas del propio globo indepe que han ayudado a crear. Las 155 monedas de plata de Rufián o la hermana de Dolors Bassa proclamando que les importaba un comino "la gobernabilidad de España” un año antes de pactar los Presupuestos.
Por no hablar de la CUP, que se mueren de ganas de entrar en el gobierno. ¡Hasta piden Interior!
Pero los indepes deben haber tenido un disgusto porque el PSC y el resto de partidos de lo que denominaban despectivamente el “bloque del 155” ha obtenido más de un millón de votos.
Al fin y al cabo, recuerdo hasta a Albert Batet, entonces presidente del grupo parlamentario de JxCat, llamando hasta “carceleros” a los socialistas. Catalunya está llena de “ñordos”, “colonos” y “botilfers”.
La irrupción de Vox y el éxito de la CUP -con Dolors Sabater de cabeza de lista parece un milagro- auguran una legislatura complicada. Que no acabemos como aquellos parlamentos exóticos que acaban a tortazos. El último de la República Democrática del Congo. Si la tensión en el ambiente se palpaba entre la CUP y el PP, separados sólo por un pasillo, no quiere ni pensar entre la CUP y Vox.
Sin olvidar tampoco el 47% de abstención. Que, tras el miedo que nos puso el Govern en el cuerpo con la pandemia, demuestra que a casi la mitad del pueblo de Catalunya le da igual el autogobierno.
Això va de democracia, decían.
Aunque quizás lo más llamativo es la desaparición parlamentaria del PDECAT. Ahora sí que podemos hablar del fin del pujolismo. Un partido que, con el nombre de Convergencia, gobernó Catalunya durante 23 años. Sin olvidar las prolongaciones de Mas, Torra y Puigdemont. Hace apenas diez años gobernaban en la Generalitat, en el Ayuntamiento de Barcelona, en las cuatro diputaciones y tenían 17 diputados en Madrid. Nunca un partido había atesorado tanto poder en Catalunya. El partido de Artur Mas ha sido engullido por el agujero negro del proceso. Definitivamente, este hombre es gafe. Todo lo que ha tocado lo ha roto.
Se confirma aquella teoría de que la revolución devora a sus hijos. Incluso a sus padres. El catalanismo se ha disuelto como un terrón de azúcar.
Ramon Espadaler permanece agazapado en las listas del PSC, iba tercero. ¡Y hasta había catalanistas en el PPC!. Pero no tiene la fuerza ni la cohesión para presentar siquiera una candidatura propia.
Y que no vayamos a segundas elecciones
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