"La última biografía que ha escrito el historiador Jordi Amat ha tenido un impacto enorme en los medios de comunicación y en los pasillos de la política catalana. Se titula «El hijo del chófer. Los hilos secretos del poder: ascenso y caída de Alfons Quintà».
Nos da a conocer la trayectoria personal y profesional de quien fue el primer director de TV3 y que se suicidó después de asesinar a su mujer. Es su historia pero también la de la Catalunya de los últimos tiempos. Leer el libro de Jordi Amat ayuda a entenderla un poco mejor. (...)
La gracia y la desgracia de Quintà es que es un personaje tan extravagante que es a través de su extravagancia que podemos ver y asumir cosas que, de otro modo, no nos creeríamos. Su peripecia tiene interés pero es, precisamente, que él era como era lo que hace creíble una parte oscura que si nos lo explicasen de una persona normal no nos lo creeríamos. Además, aquí estamos hablando de gente que tiene una voluntad de poder y una capacidad de conquista de poder efectiva.
En Catalunya llevamos diez años que lo único que hacemos es derrochar el poco poder que teníamos. En cambio, aquí son gente hablando de temas serios, construyendo medios de comunicación serios o hablando de crisis de bancos mientras que ahora llevamos muchos años hablando de nuestras tristes miserias. Hay también hay una nostalgia de aquella potencia. (...)
Hay una lectura política del libro en función de cada medio. Para mí la lectura más interesante es la de los seniors que dicen «como pudimos permitir que eso pasara» o «como no éramos conscientes de que eso pasaba». (...)
Para muchos periodistas que trabajaron a las órdenes de Alfons Quintà, hablar ahora ¿ha sido una especie de liberación?
Si reconoces el nivel de autoritarismo, despotismo, acoso de Quintà, si lo aceptas, implica que transigiste con él. Por los motivos que fuese y la mayoría de motivos me parecen muy humanos y, en ningún caso, tendría la osadía de decir que yo no habría transigido. Si tu trayectoria profesional y tu sueldo dependen de una persona que ves que tiene comportamientos impropios y sabes que hacérselo ver o denunciarlo pone en peligro tu trabajo, me parece bastante comprensible que no lo hagas.
Una de las conversaciones más interesantes que he tenido después de publicar el libro fue con Ferran Toutain. Me dijo que no lo había leído pero que creía que debería haber hablado con él. Tenía razón. Lo degradó profesionalmente y le amenazó de muerte cuando defendió de una manera honesta a una compañera de trabajo.
Toutain me explicó que el director de la Corporación le dijo que tenía razón pero que no podía garantizar su integridad física y le propuso irse a Catalunya Radio conservándole le la antigüedad. Josep Maria Ureta publicó un artículo muy interesante en el blog Paios-catalans de Andreu Farràs donde cita un texto de Ángel Casas que había salido en el mismo bloc en el que venía a decir que «sabíamos que este personaje era así y no hicimos nada y el final que ha tenido no nos puede sorprender». Para Ureta, su texto es una especie de reparación «por lo que no hicimos». (...)
Ha dicho que escribir este libro no lo ha hecho mejor persona. ¿Ha sufrido o ha disfrutado escribiéndolo?
Me he divertido y he sufrido. He sufrido porque hay gente que tiene traumas con Quintà y una de las formas de gestionar los traumas es olvidar los episodios que los han provocado. Encontrárselos impresos les ha hecho revivir el dolor, fundamentalmente a la familia de la última mujer de Quintà. A estas personas les estaba haciendo daño a conciencia de que les estaba haciendo daño. Y eso no te hace mejor persona.
La coartada, la justificación que me he construido para mí mismo es que sin el crimen no explicaríamos a Quintà pero explicando el crimen podemos explicar cosas que de otra manera no las habríamos visto sobre cómo ha funcionado nuestro país durante los últimos cuarenta años.
¿Da por resuelta la incógnita sobre por qué fichó Jordi Pujol a Alfons Quintà como primer director de TV3 pese a que había sido uno de los principales responsables de las informaciones sobre la crisis de Banca Catalana?
El Pujol de 1982,el que le encarga la dirección de TV3, no era alguien a quien se pudiera chantajear. Y después, en su deriva final enfermizamente antiPujol, si hubiera tenido una información comprometedora se me hace muy difícil pensar que no la hubiera divulgado. En el libro de ‘Banca catalana, más que una crisis’ ya se dice de forma convincente que no hay una aportación sustancial de información a partir de un momento determinado de la campaña que él hace sobre el banco.
Recuerdo una entrevista a Tatxo Benet, que me dijo que lo había estado pensando muchos años, que había hablado con mucha gente, y que había concluido que no hubo chantaje. También tuve una conversación muy precisa con Antonio Franco, que tenía muy clara la cronología de cuando lo nombran responsable de la redacción de El País en Barcelona, cuando le dice a Quintà que no será él y cuando es nombrado director de TV3. Esto me hace muy plausible que el motivo fundamental por el que Pujol lo coopta y lo neutraliza es porque interpreta muy bien el momento de despecho de Quintà hacia El País.
Quién lo puede explicar bien es Pujol. ¿Ha hablado con él?
He hablado con él bastantes veces en mi vida. La última vez fue en el mes de mayo, cuando me llamó para agradecerme un artículo que había escrito sobre los Hechos del Palau de 1960. Fue en esta conversación cuando le hice dos o tres preguntas sobre Quintà. Le pregunté explícitamente si le había chantajeado y me dijo que no. Me dijo que la televisión había ido muy bien gracias a él. «Ya ve como terminó, Amat: de mala manera», dijo.
La TV3 de hoy ¿qué tiene que ver con la que puso en marcha Alfons Quintà en 1984?
Hay una diferencia muy importante y es que, objetivamente, puede hacer menos periodismo porque tiene menos presupuesto. El coste de estructura de la televisión es tan enorme que muchas de las cosas que podía hacer la primera TV3, porque era una estructura joven, no burocratizada, ahora no las puede hacer. Parece una paradoja porque una institución consolidada puede actuar mejor, pero mi sensación es que no tiene la ductilidad ni la ambición de ser la mejor que tenían los primeros equipos de TV3. No me gusta esta idea de decir que TV3 adoctrina.
Es una pieza muy importante de la democracia en Catalunya y lo que hace, y Quintà no es un actor secundario, es proponer a la ciudadanía una comprensión del mundo en clave estrictamente nacional, una comprensión que, por la calidad, puede incorporar a gente que nacionalmente no se siente identificada con el proyecto que propone. Y ahora esto ya no ocurre. Esta es la diferencia que me parece sustancial.
Aquella televisión podía sumar espectadores porque era claramente superior a la competencia -había poca- y porque un espectador castellanohablante de identidad nacional española encontraba la mejor de las televisiones que tenía a su disposición. En los últimos años, no sé desde cuándo y el procés lo acentúa, lo que ha pasado es que este espectador que se había incorporado históricamente a una televisión de calidad, ahora ya no lo haría. La lengua no es el problema. El problema es el marco de comprensión de la realidad que propone.
Hace dos años y medio, le entrevistábamos en Cataluña Plural para hablar de la política catalana y afirmaba que TV3 y Catalunya Ràdio no adoctrinaban. Los comités de empresa y profesionales de TV3 y Catalunya Ràdio han pedido que no se usen estos medios como «armas arrojadizas» durante la campaña electoral. ¿Se acusa injustamente de sectarios a estos medios?
El éxito de la primera TV3, que es fundamental para la consolidación del pujolismo, es que el catalán medio se siente claramente identificado y orgulloso de la imagen que proyecta aquella televisión. Esto significa poder mirar Dallas, un partido de fútbol o un striptease en el Ángel Casas Show. «Somos modernos porque tenemos esta televisión». Y esto es fundamental para la solidificación de la hegemonía del pujolismo.
Nadie tiene la fuerza suficiente para competir con eso. Ahora, un espectador no favorable al independentismo difícilmente se sentirá reflejado por la imagen que la televisión proyecta de cómo es el país. En este sentido, no sé si es un arma arrojadiza o no. Si lo es, no es entre los diferentes bloques que hay en el país sino por la pugna que tienen los diferentes partidos independentistas entre ellos. El espectador que queda fuera del bloque independentista siente mayoritariamente TV3 como un producto ajeno.
Visto con la distancia del tiempo, sorprende el impacto espectacular que tuvo la emisión en catalán de la serie Dallas. Parecía una gran revolución
Era el valor de la novedad. Es una serie de éxito que Televisión Española deja de emitir por motivos morales y que una nueva televisión autonómica hace un punch para quedarse los derechos, diciendo que no tiene estos reparos y, además, la emite en catalán. Es un acto de afirmación simbólica inteligentísimo. «A ti, espectador castellanohablante que la has tenido que dejar de ver porque te lo impiden los mojigatos que dirigen TVE, te la dejamos ver, pero te la hacemos ver en catalán». Y esta persona la ve.
¿Hay Quintàs aún al frente de algún medio de comunicación en Catalunya o es una figura irrepetible?
Creo que no. Hay periodistas que quieren tener poder en los medios para ser influyentes en la política. Aún quedan de éstos pero cada vez son menos influyentes y este poder lo quieren ahora, en todo caso, para financiar su empresa, porque si no es a través de las subvenciones públicas no la pueden financiar. En el caso de Quintà, la influencia no es el motor de su ambición de poder, sino que, en parte, es el dinero, pero fundamentalmente es el poder de poder maltratar a la gente y que nadie te diga nada. Y eso yo, que soy un colaborador que envía artículos a los periódicos, que no trabajo en ningún medio de comunicación, no lo he visto nunca. (...)
Y en Catalunya ¿qué acabará imponiéndose? El seny o la rauxa?
La deriva política del procés es un episodio más de esta rauxa
antipolítica que no es de ahora, sino que me parece que es constitutiva
de la historia de la política en Catalunya y que revela esta
incapacidad por el estado y por el poder de muchos de los líderes
políticos catalanes. Estamos atrapados en una etapa de duelo
institucional y mientras gobiernen en coalición las dos fuerzas
independentistas no saldremos de ahí. Los ciudadanos ya decidiremos con
nuestro voto qué queremos, pero mientras no sean capaces de cogobernar
fuerzas de los dos bloques opuestos el país vivirá un bloqueo." (Entrevista a Jordi Amat, Sicu Baiges, Catalunya Plural, 28/12/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario