"Me permitiránn que la primera frase la diga con la lengua con la que mi madre me trajo al mundo: Torra fa vergonya. Creo que no precisa traducción.
En efecto, el mandato del presidente de la Genearalitat se ha
caracterizado más por las salidas de tono que por su obra de gobierno.
Entre las primeras tenemos el apreteu, apreteu. La tentación de la vía eslovena, que es como decir que la independencia bien vale una guerra corta con sólo 70 muertos.
O las reticencias a condenar la batalla de Urquinaona a pesar de que los que aguantaban los cascotes eran los Mossos d'Esquadra.
Hace poco, en el Parlament,
le preguntaron sobre las palabras de Ponsatí en Perpiñán -cuando
felicitó a los violentos- y todavía dijo que "a mí no me sobra nadie del
mundo independentista." Fue poco antes del "De Madrid al cielo" de la exconsejera de Educación.
Y eso que la obra de gobierno tampoco es para tirar cohetes: desde la
promoción de la ratafía a la recomendación de las judías con butifarra
antes de ir a un juicio como acusado. No parece una estrategia de
defensa infalible. De hecho no lo fue. No sé si deberíamos incluir la rebequeria (chiquillada) de
la pancarta que, a la postre, le costará el cargo. Lástima que no lo
inhabilitaran desde el principio. No hay nada peor que una crisis con un
temerario al mando.
Una de las veces que yo ya intuí que algo pasaba en la cabecita de
Torra fue cuando, en su debate de investidura, dijo aquello de que
Catalunya sufría una "crisis humanitaria". Éramos poco menos que
Eritrea, Somalia o Yemen del Sur. El mismo día se fue a TV3 y -entrevistado en directo en el TN noche-,
repitió el mismo mantra sin que los presentadores (Carles Prats y
Cristna Ribas) se atrevieran siquiera a contradecirle, replicarle,
repreguntarle o pedir al menos una aclaración. La escena pasará a la
historia, sin duda, como uno de los momentos gloriosos de la cadena.
Pero la actitud de Torra con el coronavirus supera todo lo imaginable.
El lehendakari Urkullu, al que tuvo aliado al principio, se desmarcó pronto de las críticas. Y el otro día repasaba el perfil de Arnaldo Otegi en twitter y hasta el líder de Bildu decía que "solo tenemos un enemigo común: el Coronavirus. Y todos tenemos que remar juntos" aunque "remar todos juntos no es hacer 'tolón-tolón'".
Es cierto que todos los gobernantes, los de Madrid y los de aquí, han cometido errores. Y muy graves.
Madrid autorizó las manifestaciones del 8-M para lucimiento personal
de algunas ministras. Había una, Irene Montero, que hasta se presentó a
la manifestación -donde repartió besos y abrazos- tras aprobar un
proyecto de ley de prisa y corriendo. Y su marido, por cierto, se saltó
la cuarentena para asistir a un Consejo de Ministros.
Pero hay que recordar también que el propio presidente de la
Generalitat vio la mano negra de Madrid cuando se decidió suspender el
Mobile. Yo lo dije el 11 de febrero. Y no soy epidemólogo. Era puro sentido común. Torra, en cambio, veía una "epidemia del miedo". Al contrario siguieron adelante, unos y otros, como si aquí no pasará nada.
La Generalitat lanzaba mensajes tranquilizadores. Hasta sus expertos más reputados. Todo estaba bajo control. Alba Vergés llegó a decir que las mascarillas "no son recomendables". ¡La consejera de Salud! Titubearon hasta con las escuelas. El pasado día 9 -cuando Madrid y
el País Vasco ya ordenaban cerrarlas el secretario de Salut Pública,
Joan Guix- todavía decía que no hacía falta.
Incluso celebraban unos días después reuniones presenciales
para poder hacerse la foto. Podían haber enfermado todos los
responsables de los servicios de emergencia de golpe. Al fin y al cabo
Torra estaba infectado ¡Cuanta irresponsabilidad!
Habría que haber tomado medidas drásticas y contundenes desde el
principio. Sospecho que hasta lo sabían. En este caso no es
inconscienca, es delito. Algunos, pocos, dijimos hace ya dos semanas que había que hacer como Italia. No había que ser un lumbreras, bastaba con ver lo que había pasado en el país vecino o en la lejana Wuhan. Al fin y al cabo Italia está a tiro de piedra. Los virus no entienden de fronteras. ¡Que tiempo precioso perdido!
Si Torra cambió radicalmente su discurso -cerrar fronteras,
confinamiento total- fue para eludir sus propias responsabilidades,
crear fronteras aunque fuesen sanitarias y poder echarle la culpa a
España cuando llegue el colapso. Luego van diciendo que "no va de patrias ni de fronteras". ¡Hemos pasado del España ens roba al España nos infecta! Ya lo dijo Puigdemont en uno de sus primeros tuits, que marcaría la pauta: "Antes infectada que rota".
Pero es evidente que hay más responsables. A Torra lo ha puesto alguien.
Bueno, de entrada el de Waterloo, que lo desingó a dedo. El día que
él y Artadi fueron a recibir el visto bueno final hasta se encomendaron a
la Moreneta. Parecía un presagio.
Aunque hay más gente también. Al fin y al cabo fue votado por los
diputados de JxCat y ERC: 66 votos a favor aquel infausto 14 de mayo del
2018. A los que habría que añadir las cuatro abstenciones de la CUP, estos
son especialistas en tirar la piedra pero luego esconden la mano.
He estado tentado de meter en este artículo la lista entera de los
parlamentarios que lo votaron -con nombre y apellidos- para que los
catalanes del futuro sepan quienes fueron los que cometieron semejante
irresponsabilidad. Porque, en efecto, todos ellos son responsables de haberlo puesto al
frente de la Generalitat. De paso también la corte de palmeros,
aduladores, periodistas, medios, intelectuales e incluso historiadores
que le han hecho la gara-gara -la pelota hablando en plata- desde el principio. ¡Pobre Catalunya!
Lo dicho al comenzar: como catalán, Torra me da vergüenza. Nunca la
presidencia de la Generalitat había caído tan bajo y eso que los
precedentes -Puigdemont, Mas- ya dejaban el listón muy alto.
Ahora hacen ver que continua al mando -está inhabilitado, tarde o
temprano se cumplirá la sentencia- y no paran de enviar fotos desde su
confinamiento en Palau: que si reunión del procicat, que si el mundo
local o el cultural. Estos últimos, por cierto, los mismos a los que
JxCat y ERC les votan en contra del 2% cultural.
Además, como está confinado y se reúne por vía telemática ya no saben que foto mandar para dar imagen de actividad. ¡Hasta lo han promocionado en el Info K! Hemos superado incluso el postizo: "No s'hi posen? Quins collons".
Como se aburre un montón aprovecha tambén para escribir a los amigos.
Como si el mundo estuviera para cartas. Manda misivas a la UE para
criticar bajo mano al Gobierno español. El mensaje es claro: están
matando a los catalanes. Hasta lo repite el consejero del Interior a la mínima que puede.
Que conste que al poco de llegar al cargo ya mandó una a Trump, al
Papa y a otros reinta líderes internacionales. No hay constancia de respuesta oficial alguna. De hecho no contestó ni Andorra. Pero él sigue en sus trece. El món ens mira.
Yo soy Pedro Sánchez, y en cuanto me hubieran preguntado en la rueda
de prensa de este sábado qué le diría a Torra hubiera contestado con
aquella frase que se hizo célebre hace unos años en una cumbre
internacional: "¿Por que no te callas?". Por mucho que la pronunciara un
rey ahora caído en desgracia." (Xavier Rius, director de e-notícies, 22/03/20)
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