"(...) Esto no significa que los independentistas no estén sufriendo. Sufrieron con la violencia del 1 de octubre y sufren ahora con la frustración de ver que el sueño no se hace realidad.
Sufre en particular el sector de los conversos, personas que nunca
fueron independentistas o nunca tuvieron inquietud política y ahora se
han volcado emocionalmente. Son la facción mayoritaria, pues ellos
lograron que la independencia pasara de un 10-15% de apoyo social al
actual 47%.
“Ellos lo están pasando peor que los
independentistas de toda la vida, que lo toman con más resignación. Al
converso le afecta al hígado porque ha quedado atrapado cuando todo se
ha torcido. Es gente que era apolítica, que nunca salió a la calle en
favor del divorcio o del aborto y que por primera vez toma una causa.
Han pasado de 0 a 100 y ahora sienten una enorme frustración. Muchos
padecen insomnio”, explica Prieto.
Silvia, una mujer de mediana edad rota de rabia y culpa por los
políticos presos, explica su sentir con lágrimas en los ojos: “Es como
un dolor, algo que me afecta mucho a nivel emocional. Hay días en que me
ha costado concentrarme en el trabajo, y me siento como culpable…
porque creo que no hago lo suficiente. Me gustaría
salir más a menudo a manifestarme, estar en la calle, pero pienso
‘tienes obligaciones familiares, obligaciones laborales…’, y pienso
‘ostras, ¿y los que están en la cárcel, que tienen hijos?, y tú pensando
‘no claro es que’… No sé, me hace sentir culpable”.
“El ‘procés se ha convertido en el gran objetivo de sus vidas y creen
que lo que les ocurra a los presos y a sus líderes políticos es lo más
importante”, explica Botella. O como relata la doctora Isabel Giralt en
la cinta: “Había mucha gente muy ilusionada en un país nuevo,
brillante, perfecto. Incluso he visto personas mayores que ya tenían
poca esperanza en la vida cotidiana que han vuelto a revivir debido a
esta ilusión. Ahora han cambiado esa ilusión por el activismo enfadado,
pero hay personas mayores que han cogido su sillita, la bufanda amarilla
y el lazo amarillo y han salido a la calle, han hecho nuevas amistades y
eso les ha servido de estímulo en su vida”.
Esto explicaría la falta de empatía del independentismo
hacia la otra mitad de los catalanes: ellos han hecho nuevas amistades,
han alcanzado un estrecho sentido de comunidad a base de manifestaciones
y canciones folclóricas y han obtenido una ilusión que ya no esperaban.
La otra mitad, en cambio, se ha sentido abandonada y silenciada,
sin esa facilidad para expresar en público sus sentimientos más allá de
alguna manifestación esporádica como la del 29 de octubre de 2017.
Varios entrevistados reconocen que llegaron a plantearse abandonar
Cataluña.
¿Pero son los independentistas los únicos
responsables de la fractura social? La respuesta es no. El sector
contrario también es responsable de haber alimentado el fuego con su
silencio. “Mucha gente no habló en los primeros años porque pensaba que
el ‘procés’ no iba en serio, que se acabaría apagando. Dejó que el
discurso único copara los medios de comunicación, los grupos de
‘whatsapp’ y las redes sociales, y ahí empezó el miedo a discrepar, a ser el diferente.
Y la mayoría optó por callar”, dicen los cineastas. “El problema ahora
es cómo creamos un marco mental colectivo. A corto plazo será muy
difícil. Hay que abandonar la ‘rauxa' [arrebato] de estos años y volver a
la postura pragmática e integradora por la que antes era conocida
Cataluña”, concluyen." (David Brunat, El Confidenciual, 07/02/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario