14/2/20

La falta de empatía del independentismo hacia la otra mitad de los catalanes se debe a que han alcanzado un estrecho sentido de comunidad (con manifestaciones y canciones). La otra mitad se ha sentido abandonada y silenciada...

"(...) Esto no significa que los independentistas no estén sufriendo. Sufrieron con la violencia del 1 de octubre y sufren ahora con la frustración de ver que el sueño no se hace realidad. Sufre en particular el sector de los conversos, personas que nunca fueron independentistas o nunca tuvieron inquietud política y ahora se han volcado emocionalmente. Son la facción mayoritaria, pues ellos lograron que la independencia pasara de un 10-15% de apoyo social al actual 47%.

“Ellos lo están pasando peor que los independentistas de toda la vida, que lo toman con más resignación. Al converso le afecta al hígado porque ha quedado atrapado cuando todo se ha torcido. Es gente que era apolítica, que nunca salió a la calle en favor del divorcio o del aborto y que por primera vez toma una causa. Han pasado de 0 a 100 y ahora sienten una enorme frustración. Muchos padecen insomnio”, explica Prieto.

 Silvia, una mujer de mediana edad rota de rabia y culpa por los políticos presos, explica su sentir con lágrimas en los ojos: “Es como un dolor, algo que me afecta mucho a nivel emocional. Hay días en que me ha costado concentrarme en el trabajo, y me siento como culpable… porque creo que no hago lo suficiente. Me gustaría salir más a menudo a manifestarme, estar en la calle, pero pienso ‘tienes obligaciones familiares, obligaciones laborales…’, y pienso ‘ostras, ¿y los que están en la cárcel, que tienen hijos?, y tú pensando ‘no claro es que’… No sé, me hace sentir culpable”.

 “El ‘procés se ha convertido en el gran objetivo de sus vidas y creen que lo que les ocurra a los presos y a sus líderes políticos es lo más importante”, explica Botella. O como relata la doctora Isabel Giralt en la cinta: “Había mucha gente muy ilusionada en un país nuevo, brillante, perfecto. Incluso he visto personas mayores que ya tenían poca esperanza en la vida cotidiana que han vuelto a revivir debido a esta ilusión. Ahora han cambiado esa ilusión por el activismo enfadado, pero hay personas mayores que han cogido su sillita, la bufanda amarilla y el lazo amarillo y han salido a la calle, han hecho nuevas amistades y eso les ha servido de estímulo en su vida”.

Esto explicaría la falta de empatía del independentismo hacia la otra mitad de los catalanes: ellos han hecho nuevas amistades, han alcanzado un estrecho sentido de comunidad a base de manifestaciones y canciones folclóricas y han obtenido una ilusión que ya no esperaban. La otra mitad, en cambio, se ha sentido abandonada y silenciada, sin esa facilidad para expresar en público sus sentimientos más allá de alguna manifestación esporádica como la del 29 de octubre de 2017. Varios entrevistados reconocen que llegaron a plantearse abandonar Cataluña.

¿Pero son los independentistas los únicos responsables de la fractura social? La respuesta es no. El sector contrario también es responsable de haber alimentado el fuego con su silencio. “Mucha gente no habló en los primeros años porque pensaba que el ‘procés’ no iba en serio, que se acabaría apagando. Dejó que el discurso único copara los medios de comunicación, los grupos de ‘whatsapp’ y las redes sociales, y ahí empezó el miedo a discrepar, a ser el diferente.

 Y la mayoría optó por callar”, dicen los cineastas. “El problema ahora es cómo creamos un marco mental colectivo. A corto plazo será muy difícil. Hay que abandonar la ‘rauxa' [arrebato] de estos años y volver a la postura pragmática e integradora por la que antes era conocida Cataluña”, concluyen."                      (David Brunat, El Confidenciual, 07/02/20)

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