"(...) Pero vayamos a la mayor fábrica de mentiras del momento. En Cataluña
la mentira, si bien viene de lejos por ser una tradición hispana de
profundas raíces políticas, en estos últimos años, meses y días alcanza
cotas que superan nuestros hábitos y en las que se mezcla el narcisismo,
la xenofobia y el descaro.
El mayor Trapero,
exjefe de los Mossos d´Esquadra, sin cuya colaboración activa y pasiva
el intento de avalar el golpe independentista de octubre no hubiera
alcanzado el nivel de una insurrección, acojonado ante los jueces les
asegura que pensaba detener a su jefe supremo Puigdemont
y llevárselo en helicóptero. ¿A dónde? Hay que tener una jeta de
cemento armado para pasar de cantarle habaneras mientras le hacía una
paella en Cadaqués a dejarnos a todos de un pasmo con la invención del
helicóptero.
Esa es la penúltima, pero hay tantas que
se puede escoger. Las del abad Junqueras tienen ese aire carlistón de
quien domina todos los recursos de la mentira aquí y en el más allá. Su
acendrado catolicismo de misa diaria le otorga una pátina de profeta del nacionalcatolicismo.
Al oírle estamos ante una mixtura de papa Clemente -el ciego que veía- y
el escolástico seguro del dogma que trata de apabullar desde el púlpito
a la feligresía.
¿Cómo hombre de expresión tan ligada a lo divino puede
ser un delincuente? Cabe recordar que si este Savonarola escolástico
llega a triunfar en su intentona muchos habrían de tomar el camino del
destierro y más de la mitad de la población de Cataluña vería cercenadas
sus libertades. Pequeño detalle que olvidan los buenistas de la
democracia desde la comodidad de sus aposentos. La guerra la hacen unos y
la sufren muchos más.
Pero es un hombre de paz, es un campeón de la fraternidad en sus oratorios abaciales. Exalta ahora el diálogo
porque no tiene otra opción que alivie la cárcel. La II República fue
más rigurosa con Companys que lo es la democracia frente a este botarate
que hace esfuerzos para ser creíble y que capitanea un partido que
lleva la traición en sus venas. Fue traidor con la República, luego
durante la Guerra Civil, en el franquismo se convirtió en un club de
emboscados y en la democracia tuvo tiempo para manipular a los partidos
que gobernaban en Madrid, no hablemos ya de sus hazañas en la Cataluña
de Pujol y el tripartito.
El lenguaje sinuoso que debe tanto a la burguesía de
Barcelona, hecho de sobrentendidos y falacias consagradas por la
tradición, nos limita cuando nos referimos a un sistema mafioso que
impuso Jordi Pujol y que blanquearon los
medios de incomunicación. No es extraño que todos estén holgadamente
subvencionados. No es el miedo el que ampara al clan de los mentirosos
en Cataluña; son los emolumentos.
No es necesario ningún crimen, menos
aún el sangriento ajuste de cuentas: aquí se mata de silencio y aislamiento, en esa tradición que tan bien conocen personajes como Puigdemont o Junqueras o Torra,
convertido en paradigma de la mediocridad, el racismo y la sensación de
que jamás en su vida había soñado llegar a presidente de una
Generalitat de gentes incapaces de un gesto de honor, porque el honor es
la antítesis de la mentira.
¿En dónde sería posible
que Puigdemont, un alcalde y pastelero de Amer (búsquese en el mapa de
Gerona), alcanzara el digital estrellato de capitanear la Generalidad?
¿Y Toni Comín, profesor por méritos
parentales, un mozo ayuno de todo lo que no fuera frivolidad, alcanzara
la categoría de icono del independentismo? Desde que tuvo edad de
merecer no fue otra cosa que el hijo de Alfonso Carlos Comín, fundador
de Bandera Roja, aragonés, antinacionalista furibundo, que se quedaría
perplejo ante sus conmilitones convergidos en logreros institucionales.
Eso no se puede decir en público y menos aún escribir sin saltarse la
omertà.
Analizar el honor perdido de los delincuentes retóricos
será una tarea por abordar en el próximo futuro. La situación política
en Cataluña, que demandaría un análisis que ahora no toca, está
descabalando los discursos del clan de los mentirosos. Están agotando el
almacén donde se han ido acumulando tantas palabras que se hace tarea
imposible encontrar nuevos recursos. Las últimas maniobras del
presidente Torra han conseguido que los imaginativos inventos de las
salidas de pata de banco estén caducando a una velocidad difícil de
superar.
La pregunta del millón, por más vieja que sea, está omnipresente: cómo demonios conservan el poder. A ver a quién se le ocurre la mentira más redonda. Las fake news son armas de descerebrados para descerebrados. Nosotros necesitamos mentiras a la altura de nuestras ambiciones." (Gregorio Morán Vox Populi, 01/02/20)
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