"Yo empecé a intuir que los españoles habían pillado mala fama en
Catalunya el día que mi veterinario -bueno, el de mi perro- me dijo:
“eso tú, que vas con los españoles”.
A Joan Capdevila, ahora diputado de ERC en Madrid, me lo encontré en
unas fiestas locales y le pregunté que hacía una persona de misa como él
sentado al lado de un “marxista” declarado como Rufián en el Congeso. Parece que no le gustó la broma.
El penúltimo que me hizo un comentario similar fue Joan Vives, el
marido de Anna Arqué, aquella que tienen en algunos tertulias en La
Sexta o en Rac1 como cuota indepe. Me hizo más o menos el mismo comentario a la entrada del Parlament en un día de pleno.
Creo que era otra jornada histórica -quizá el de la elección de Torra como nuevo president-
porque recuerdo que el vestíbulo estaba lleno de cámaras y de
fotógrafos. Creo que si no le di un guantazo fue por el empaque del
lugar.
Pero me puse como una fiera -son más de 100 kilos de peso y 1,82 de
altura-, pegué un par de gritos y le pregunté: "¿pero tú qué te has
creído?". Del susto se escabulló entre la gente.
Hasta vino Miquel Calçada y alguien más del gabiente de prensa del
propio Parlament para preguntar qué pasaba. Pasa que los que la han cagado en todo van dando lecciones. Eso es la que pasa.
En fin, en mi tipología personal de la flora y fauna del proceso está incluido en la categoría de cantamañanas porque le conozco desde hace más de veinte años pero no he sabido nunca con certeza a qué se dedica.
Ya saben que en semejante clasificación habrá que explicar un día con
pelos y señales -y sobre todo con nombres y apellidos- todas las
clases: trepas, conversos, jetas, frikis además de la ya citada. Si me
dejo alguna espero que algun amable lector me la recuerde.
Es el mismo, por cierto, que un día llamó “fascista”
a Carlos Carrizosa en la escalera principal de la cámara mientras hacía
de cicerone de unos nacionalistas flamencos. Con un matiz importante:
Carrizosa era entonces el portavoz del grupo parlamentario de la
oposición y el otro un simple visitante.
Quizá recordar también entre los ejemplos de la mala fama que han
pillado los españoles en Catalunya -y los catalanes que se sienten
españoles- al Pare Manel, aquel religioso que durante una campaña electoral pidió que sus feligreses votaran JxSí.
“Yo le pido a Dios -dijo- que me conserve el buen humor, la cordura. Y
sobre todo que sepa educar a la gente, sobre todo a esta gente sencilla
que no lo entiende esto de la independencia.”
Pero el último es, sin duda, el comentario de la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, sobre la corresponsal de Antena 3, Blanca Basiano.
Porque lo jodido no es que la considerara “desagradable”, “borde” o
"pesada” -que ya es suficientemente jodido- sino que la conisderara
“española”. Eso sí, pensando que el micrófono estaba cerrado.
No hay constancia, por otra parte, que a hores d'ara haya
pedido disculpas. Bueno, tampoco hay constancia que la Generalitat haya
desmentido lo supuesta agresión de una maestra a una alumna de Terrassa
por pintar una bandera española. Fíjense como está el patio. Y no sólo
el de la escuela.
Ni que decir que a esta mala fama han contribuido medios de comunicación públicos y privados con TV3 a la cabeza.
Ayer mismo pillé en el Tot és mou a la presentadora, Helena García Melero, la de la paella,
afirmando a la hora de presentar un libro que “las Fuezas Armadas
continúan siendo las fuerzas armadas de Franco”. ¿De Franco? Pero si
murió en 1975. Estamos en el 2019. ¡Han pasado 44 años!
Además, el autor de la obra es un exteniente expulsado del Ejército y
con sentencia firme del Supremo: ¡qué va a decir!. Claro que, en el
mismo programa, ya salió un día Jon Iñarritu hablando de la imagen de España en el extranjero. ¡Que va a decir un senador de Bildu!
Pero habido, en efecto, casos memorables.
Como aquella portada de El Punt-Avui, del 29 de abril del 2018, que decía que España “tiene un problema”.
Bueno, en realidad eran doce. El segundo era “la corrupción”. Ya
saben que en Catalunya no ha existido nunca el caso Palau ni el caso
Pujol. Y el último “el machismo”.
En la Patum de Berga tuvieron al año pasado media docena de
agresiones sexuales a mujeres y en esta edición llevan dos de momento.
O aquella otra del Ara -esta de un año después: el 17 de febrero del 2019-, que decía que “España se enfanga en la crispación”.
Joder, ¿y nosotros que? Catalunya es el paraíso terrenal. Un modelo
de convivencia. Hasta le dijeron “puta”, “zorra” y "guarra” a la
alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en su travesía de la plaza Sant
Jaume.
Por eso, cuando Junqueras dice en el Supremo que “amo a España”. O
Mas aseguraba que el proceso no iba contra España no se los crean. Eran
declaraciones de cara a la galería.
Al fin y al cabo España está formada por españoles. Como Francia está
formada por franceses y Alemania por alemanes. Bueno, en España también
hay vascos, catalanes, gallegos, andaluces, valencianos, etc.
Incluso vascos y catalanes que legítimamente quieren dejar de ser
españoles. Aunque también, por cierto, más de la mitad de catalanes que
no quieren dejar de serlo.
Pero cómo no va a tener mala fama ser o sentirse español en
Catalunya. ¡Han hecho hasta chistes! Salvador Cardús, unos de los
intelectuales de referencia del proceso, cree que España contamina.
Mientras que el ahora conseller Puigneró veía diferencias entre un español y un mongol. Y Empar Moliner,
una de las estrellas de la Corpo -al mediodía en Catalunya Ràdio y por
la tarde en TV3-, afirmaba que “ser catalán en España es como ser gay en
Marruecos, salvando las distancias"
Con semejante background no es extraño que pintaran lazos amarillod y
que España es África en un cartel situado en el límite geográfico con
Aragón. Han inoculado un monstruo.
Pero si Convergencia -con Josep Rull de coordinador general- todavía
comparaba la Catalunya productiva” con la “España subsidiada”
Un de los errores del proceso ha sido subestimar no sólo al Estado
-incluida la justicia- sino también a España. Todavía creen que España
es como las Alpujarras que visitó Alfonso XIII en los años 20 a los
lomos de un burro.
En fin, a este paso los catalanes no podremos vender ni un fuet ni
una pizza Tarradellas en el resto del Estado aunque creo que eso es
precisamente lo que quiere la ANC con su llamamiento el boicot: que volvamos a la edad de piedra.
¿Qué haremos de tanta mala leche acumulada? ¿Hacia dónde saldrá disparada? Da miedo sólo de pensarlo. Disfruten lo votado." (Xavier Rius, director de e-notícies, 21/06/19)
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