11/6/19

Lluís Rabell (ex-diputado de Catalunya Sí Que Es Pot): pensaba que era posible mantener un espacio de convivencia entre el independentismo y el federalismo. Pero el procés ha puesto en crisis esta idea, que aún está presente en los comunes. La independencia no es una idea progresista. Ahora la única perspectiva creíble de un Estado catalán independiente sería un Estado no democrático. La gente que intentaba imaginar su viabilidad lo pensaba como un paraíso fiscal. Es la lógica natural de lo que sería un nuevo Estado independiente en el mundo globalizado...

"(...) -¿Y qué debería hacer respecto al independentismo?

-Creo que será imposible construir un proyecto de izquierda alternativa en Cataluña que no sea nítidamente federalista. Yo era de los que pensaba que era posible mantener un espacio de convivencia o coexistencia entre el independentismo y el federalismo. Pero el procés ha puesto en crisis esta idea, que aún está presente en los comunes. 

Tendremos que hacer la discusión y entender que tenemos que oponernos al procés tal y como se ha desarrollado, con una ruptura unilateral. El objetivo mismo de independencia como tal no es asumible por la izquierda. El tiempo histórico en que la formación de un Estado nacional era relativamente progresista ha quedado superado por la época de la globalización. 

Ahora la única perspectiva creíble de un Estado catalán independiente sería la que dibujaron las leyes de desconexión del 6 y 7 de septiembre de 2017. Es decir, un Estado no de Derecho, sino populista, con un poder Ejecutivo que sometía al Judicial y que partía de la definición de un demos sospechosamente homogéneo. Un Estado no democrático. La gente que intentaba imaginar su viabilidad lo pensaba como un paraíso fiscal. 

Es la lógica natural de lo que sería un nuevo Estado independiente en el mundo globalizado. Es necesaria una crítica de izquierdas, no sólo del procesismo, sino de la misma idea de independencia.  
La independencia no es una idea progresista. La idea más progresista es construir ámbitos de cooperación muy amplios, a nivel español y europeo, que establezcan el reconocimiento y la convivencia de las identidades y realidades nacionales, que las acomoden, y que establezcan niveles de cogobierno, de soberanías compartidas y cooperación.

-¿Cómo deben abordar los comuns el debate sobre el procés?

-La idea de la independencia como un episodio de progreso o de desarrollo es una quimera, no se sostiene sobre ninguna evidencia empírica ni razonamiento serio. Pero es una solución mágica, que responde a las angustias y tribulaciones y al miedo al futuro que sacude a las clases medias de este país y de toda Europa. 

Tal y como ha derivado y se ha desarrollado el procés, ha acabado decantándose como un movimiento de las clases medias de una de las regiones más ricas de Europa insolidario, de intentar salvarse solos. Con una dinámica de repliegue identitario. Tiene similitudes con el Brexit. Y eso la izquierda ha de tener el valor de explicarlo. La salida no es una ilusoria república, sino una federación avanzada. El debate entre todos los sectores de los comuns sobre este tema no será sencillo.

-¿Será fácil que los comuns se desmarquen del procés cuando alguno de sus dirigentes, como Jaume Asens, se ha declarado independentista?

-Estos dirigentes se parecen muy poco a la base social. El votante de los comuns es federalista o autonomista, incluso --según algunas encuestas-- más que el votante PSC. El impulso social que hizo arrancar a Podemos en Cataluña era una base muy popular, muy obrera, de gente trabajadora humilde, poco organizada y que necesitaba referentes políticos claros.

 En su tiempo, fue el felipismo. En un partido de izquierdas, los cuadros medios y las direcciones tienen un peso importante de gente intelectual, lo cual es normal. Pero es necesaria una cierta conexión. El debate necesario sobre el futuro de la izquierda en Cataluña necesitará cambios en la dirección. No hablo de expulsar a nadie. 

Pero sí se necesitará que la dirección se parezca más culturalmente y políticamente a la base social, que es la que se ha apartado de nosotros cuando hemos hecho el tonto. Es un desafío complicado. Es necesario que la gente sepa qué queremos hacer, qué quieren los comunes. Dónde nos encontrará y dónde no.  (...)

-¿ERC haría políticas de izquierdas en el Ayuntamiento?

-Podría hacerlas en Barcelona y en Cataluña si estuviera en una relación minoritaria o subyugada por un potente bloque de izquierda social formada por los comuns y los socialistas. ERC es sobretodo el partido de las clases medias, en su psicología, composición e ideología. Y éstas basculan entre la derecha y la izquierda, siempre. Si el polo de izquierda social es potente, se la puede arrastrar.

 De manera teórica, es difícil imaginarse un gobierno con una mayoría de progreso social que no incorpore el espacio de ERC. Ahora mismo no se dan las condiciones para esta alianza, porque todo está dominado por el procés

Y el objetivo de la llegada de ERC al ayuntamiento ha estado determinado por su estrategia en el procés y por su lucha con los convergentes. Es normal que en estos primeros días se hable del tripartito, pero todos saben que no es posible.  (...)"

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