18/6/19

Ignacio Varela: “El nacionalismo es la antesala de la xenofobia”

"(...)  El nacionalismo catalán suele apelar a un sentimiento que el resto de España “no puede comprender”. A su juicio, ¿qué papel deben de tener los sentimientos en la esfera política?

Los sentimientos forman parte de la condición humana, y la política la hacemos los humanos. Más que bueno o malo, ignorarlos es simplemente inútil. Otra cosa es instrumentalizarlos, exacerbarlos o manipularlos al servicio de un proyecto de poder. 

Hoy lo primero que se exige a un líder político es que ilusione a la gente. Forma parte de la infantilización colectiva, que es un signo de nuestro tiempo: no queremos dirigentes responsables, sino contadores de fábulas. Hay una gran demanda de cuentos en esta sociedad.

Torra ha llamado “bestias taradas” a los catalanes castellanoparlantes, Pujol se refirió al andaluz como un “hombre destruido” y Junqueras habló de diferencias genéticas entre catalanes y el resto de españoles. ¿Qué relación existe entre nacionalismo y xenofobia?

De alguna forma, los ejemplos que cita en la pregunta ya contienen la respuesta. El nacionalismo es la antesala de la xenofobia. La nacionalidad es un hecho; el nacionalismo, una ideología. Y por definición, es beligerante. Cuando el hecho de haber nacido en un lugar se convierte en el eje de tu visión del mundo y de tu posición política, es inevitable terminar enfrentando tu identidad nacional a las demás.

 El nacionalismo siempre necesita un enemigo, alguien contra el que afirmarse. Lo característico del nacionalismo catalán es que su xenofobia se expresa específicamente como hispanofobia. Aunque hay textos estremecedoramente racistas y supremacistas como los de Heribert Barrera, mentor político de Junqueras.

Según un estudio reciente, el 98,5% de los centros escolares catalanes veta el uso del castellano en pasillos, patio y comedor. ¿Qué opinión le merece el sistema de inmersión lingüística que se aplica en Cataluña?

Muestra el propósito sostenido de acabar, desde el poder político, con el hecho de que la sociedad catalana es histórica y culturalmente bilingüe. La propia expresión, “inmersión lingüística”, me parece terrible en su literalidad. 

En el fondo, es la versión invertida de lo que intentó hacer Franco. El lenguaje es una de las dos o tres cosas sustanciales que nos distinguen de otras especies zoológicas. Usarlo en un proyecto de homogeneización cultural me parece aberrante y peligroso.

Pero en esto también han tenido mucha responsabilidad los sucesivos gobiernos españoles. Como dijo Rubalcaba, España aceptó irse de Cataluña antes de que Cataluña se planteara seriamente irse de España. Ahora pagamos las consecuencias. (...)"                   (Óscar Benítez, El Catalán.es, 17/06/19)

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