"Mis peores presagios se han cumplido: la burguesía catalana ha muerto. Ya no existe como clase dirigente. ¿Ya no quedan burgueses de la talla de Pere Duran Farell o de Manuel Ortínez?
O los que retrataban Vicens Vives y Montserrat Llorens en su libro Industriales y políticos. Los del siglo XIX: Josep Xifré, Joan Güell, Manuel Girona, Evarist Arnús, etc. Quizá tenía razón Josep Piqué cuando escribió un día, en un artículo memorable, que el último burgués había sido José Manuel Lara. Paradójicamente ayer le homenajeaban en Sitges.
Porque el president Quim Torra fue ayer a las jornadas del Círculo de Economía -para más inri la XXXV edición- y les soltó un míting político. Eso sí, remarcó al menos en tres ocasiones que procedía de la empresa privada: la aseguradora Winterthur. Aquella compañía que, bajo la presidencia de José Cercós, fue engullida por la matriz suiza tras varios ejercicios de apabullantes pérdidas.
Por eso, quizá no airearlo tanto en el currículum. Al fin y al cabo, Torra era el asesor jurídico.
Pero, como les decía, el president no se anduvo con
rodeos. Yo ya me quedé de piedra cuando, nada más empezar, manifestó que
"vivimos en un estado de excepción”. Al menos en esta ocasión no habló de “crisis
humanitaria”. Como el día de su investidura en el Parlament. Lo repitió
luego en el TN mediodía de TV3 sin que los presentadores -Carles Pats y Raquel Sans- pestañearán lo más mínimo.
Pero juro que en el trayecto hasta Sitges no vi
tanquetas por las calles ni controles policiales o militares excepto la
habitual pareja de mossos que monta guardia en estos casos delante del
edificio.
Luego no se salió del guión: "la ignominiosa
aplicación del artículo 155”, “presos políticos”, “deriva represiva”,
“juicio político”. Hasta temí que alguno de la sala se levantara y le
dijera que no cuando afirmó que estaba seguro de que nadie quería ver a
los “compañeros” en la cárcel en alusión a los que están siendo juzgados
ahora en el Supremo.
Eso sí, le pillé dos posverdades: una cuando aseguró
que el soberanismo había salido reforzado de las elecciones municipales y
que era “más fuerte que nunca”. Hasta dio una cifra: "más del 80% de los municipios catalanes tendrán un alcalde a favor de la independencia”.
Pero, president, no haga trampas: usted sabe
perfectamente que la mayoría son municipios pequeños. El área
metropolitana ha vuelto a teñirse de rojo, que es el color del PSC. Y en Barcelona, los concejales independentistas han
pasado de 18 a 15. Su partido, JxCat, ha pasado de los diez de Xavier
Trias a los cinco de Elsa Artadi. No ha servido ni poner a Quim Forn -en
prisión preventiva- de cabeza de cartel.
Otras dos opciones claramente independentistas -la
CUP y Jordi Graupera- ni siquiera han entrado en el consistorio. Por
otra parte, los antisistema han bajado felizmente en la mayoría de
localidades donde tenían representación.
Y ustedes -sí, ustedes- planteaban la batalla de
Barcelona como la siguiente victoria en la marcha presuntamente
imparable hacia la independencia. En la capital catalana hay 15
concejales indepes -ERC y JxCat-, 16 no indepes (PSC, Ciudadanos y PP) y
10 que no se sabe que son (Colau). Aunque los Comunes -excepto Jaume
Asens y alguno más- pueden estar a favor del derecho a decicir pero no
necesariamente de la independencia.
Ya lo dijo usted antes de las elecciones: “Barcelona ha abdicado, Girona ha asumido la capitalidad del país”. No les gusta el cap i casal. Qué desprecio hacia los barceloneses aunque, por cierto, Marta Madrenas no lo tiene tan claro. La CUP ya ha dicho que no.
La otra es cuando dijo que “el 80% de la ciudadanía
catalana” quiere un referéndum para decidir “el futuro del país” porque
es una de las principales posverdades del proceso. ¿Saben de dónde sale la cifra? ¡De una encuesta de La
Vanguardia de septiembre 2012! A la que se añadió otra de Rac1 de
octubre del mismo año. Y luego otras más recientes del Ara o del CEO.
No te fíes de las encuestas. Ya lo dijo Miquel Iceta
hace un montón de años en un off the record en la antigua sede del PSC
en la calle Nicaragua. Me acuerdo como si fuese hoy: “las encuestas no
sirven para detectar la opinión sino para crearla”. Porque con los números en la mano: el independentismo
no ha superado el 47% de los votos. Y no en una sino en dos elecciones
al Parlament consecutivas: las del 2015 y las del 2017.
En las elecciones europeas ha llegado al 50% pero a
costa de dejar su partido para el arrastre. JxCat ha desaparecido
prácticamente de toda el área metropolitana. En l’Hospitalet -ciudad de
la exconsejera Borràs- no han ni salido.
En fin, Torra echó la culpa al Estado -aquí con la
colaboración del Colegio de Economistas- en dos temas más. Dijo que la
marcha de empresas -3.500 según cifras asumidas por la propia
Generalitat- fue debido a "las presiones de las instituciones del
Estado". También “la retirada de depósitos de las entidades
financieras".
President, ¿cuántas de las grandes empresas catalanas
han vuelto? ¿La Caixa? ¿BancSabadell? ¿Naturgy? -si todavía se la puede
considerar catalana-, ¿Planeta?. Porque lo grave no es que se fueran -que ya es grave-
sino que no vuelvan. ¡Pero cómo van a volver teniendo dos presidentes:
uno en Palau y otro en Waterloo!. ¡Qué imagen damos al mundo!. La
economía, para funcionar, exige estabilidad política y seguridad
jurídica. No estar todo el día dando la tabarra.
Quim Torra sufrió también un lapsus de memoria como
cuando recordó con entusiamo el informe de un grupo de expertos de la
ONU pero obvió en cambio la decisión del Tribunal de Derechos Humanos de
Estrasburgo.
Solo remarcar que uno es un dictamen de un comité de
expertos -supongo que favorables al proceso- y con muy poco respeto por
la separación de poderes en España. El otro es una sentencia judicial.
Tomada además por unanimidad de todos los jueces. Se empeñó igualmente en poner al Estado español a la
altura del betún. Acusó a España estar por debajo de los "estándares
democráticos" e insistió que Dinamarca es "el modelo que queremos para
nuestro país".
Y eso que, en España, cuando el gobierno de turno no
puede aprobar los Presupuestos dimite y convoca elecciones. En este caso
gracias a los independentistas. En Catalunya, se mantiene en el poder
como si no pasara nada.
Luego, el presidente todavía tuvo tiempo de decir que
la Generalitat "gestiona con rigor" -a mí me vino a la cabeza que Mas
dejó una deuda de 70.000 millones- , que “estamos construyendo una
sociedad moderna” -será con funcionarios de su cuerda vistos los
aplausos y los lazos amarillos en edificios oficiales- y que Catalunya
es "una sociedad cohesionada" a pesar de que ya se han dado algunos
tortazos entre indepes y no indepes.
Torra mecionó en un par de veces una de mis obras de cabecera: ¿Por qué fracasan los países? de los profesores del MIT y de Harvard Daron Acemoglu y James A. Robinson. Pero siempre se ve la paja en el ojo ajeno porque
acto seguido pregonó que “la defensa de unas instituciones democráticas
de calidad, un sistema de justicia despolitzado y una diplomacia al
servicio de todos los ciudadanos”. Lo dice alguien que pone las
instituciones al servicio sólo de sus votantes y confunde
sistemáticamente una parte con el todo.
Por lo que respecta a la politización de la justicia
debió referirse al segundo tercer grado de facto concedido a Oriol Pujol
-en contra del criterio del juez de vigilancia penitencaria- o porque
él mismo se salta la separación de poderes al pedir insistentmente la
libertad de los que están siendo juzgados en el Supremo incluso antes de
que haya sentencia.
Torra solo estuvo bien cuando citó el libro de George Steiner Una idea de Europa
-yo también les recomiendo: son 88 páginas- y las alusiones a Santiago
Rusiñol y el Palau Maricel porque ahí le salió la vena de escritor. El
resto fue paja, disonancia cognitiva o jeta directamente. Viven en su
mundo. Han creado una realidad paralela con la contribución de TV3.
Al final acabó pidiendo a los empresarios presentes
que remaran a favor de un referéndum para “dar la palabra a la
ciudadanía”. Ahí a mí me pareció detectar entonces entre el respetable
público algún carraspeo, alguna tos, alguna mueca de impaciencia.
Los aplausos fueron de cortesía excepto el de Antoni
Abad, que lo tenía detrás mío. Pero si al presidente de la Cecot no lo
han hecho consejero de Empresa ahora a pesar de los servicios prestados
mejor que se olvide: no lo será nunca.
En fin, a lo que íbamos -y perdonen la extensión-
tras más de una hora de míting solo hubo dos preguntas críticas: una
remarcó que se había olvidado de la sentencia del Tribunal de
Estrasbugo, la otra sobre la nueva presidencia de la Cambra de
Barcelona. En la primera reconoció el lapsus pero le restó importancia.
En la segunda felictó a los vencedores.
Es cierto que, en el discurso previo, el presidente
de la entidad, Juan José Bruguera, ya había advertido que “la pérdida de
poder económico comienza a evidenciarse” y pidió una “salida del
conflicto” por la vía del “diálogo y la negociación”. "Nos negamos a pensar que la única perspectiva que
hay por delante es el deterioro de la convivencia cívica, la
polarización política y la desconfianza empresarial", insistió.
Pero a Torra, ni que decirlo, le entró por una oreja y
le salió por la otra porque en un texto que llevaba escrito -y del que
no se separó lo más mínimo- afirmó que la economía catalana "ha superado
todas las previsiones catastrofistas anunciadas" y tiene unos
"fundamentos sólidos, robustos, profundos". Aquí creo que volvió a hacer
una alusión a Winterthur. Ahórresela el año próximo presidente si
todavía está en el cargo: en la edición del año pasado ya abusó de la
metáfora.
De eso me quejo: solo dos preguntas críticas. Es
cierto que el formato no ayuda: la escribes en un papel con tu nombre y
una azafata -hombre o mujer, no se asusten- se la lleva al presidente.
Éste agrupa las preguntas y se las plantea al orador.
Quizá hubiera sido excesivo lanzarle un zapato como
hicieron con Bush en Irak en el 2008. O incluso unas monedas. Pero la
burguesía catalana ha muerto. De hecho, la otrora influyente clase social solo ha
sido capaz de generar últimamente tres presidentes de la Generalitat tan
mediocres como Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra. Catalunya no
solo tiene un problema de declive económico sino sobre todo de liderazgo
político.
Apaga y vámonos." (Xavier Rius, director de e-notícies, 31/05/19)
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