"(...) La misma semana que la ex
presidenta del Parlament, Núria de Gispert, llamaba “cerdos” a los
políticos de la oposición, el asesor de Junqueras comparaba a Arrimadas
con una “hiena”. ¿Por qué al nacionalismo cae con tanta frecuencia en la
xenofobia?
Es que el nacionalismo no cae en la xenofobia, el nacionalismo es
xenofobia. Toda la retórica con la que adornan luego esa xenofobia es
sólo un barniz. Fíjese por ejemplo en Gabriel Rufián, el ejemplo
arquetípico del charnego integrado que ellos defienden como prueba de no
sé qué exactamente. Rufián es el encargado de las payasadas en el
Congreso, de las impresoras y los memes, mientras que para Joan Tardà,
el catalán de ocho apellidos, queda reservado el papel de político
serio.
Tardà no se ha visto obligado a denigrar a sus primos, pero
Rufián sí a los suyos de Jaén. El charnego integrado está muy bien, pero
para el circo. Las cosas serias continúan siendo cosa de los catalanes
pura sangre. (...)
Son muchos los que lamentan la desaparición del catalanismo moderado. ¿Usted también?
Por supuesto. Y también lamento la desaparición de
los talibanes moderados. Qué buenos tiempos aquellos en los que los
fanáticos te cortaban el cuello, pero con templanza.
No, mire: el catalanismo moderado no existe. Ha sido
moderado mientras no se le ha llevado la contraria o mientras el que se
la ha llevado no ha pasado de una docenita de escaños. En cuanto les han
ganado las elecciones y han puesto pie en pared, aquí se ha liado la
mundial.
Lo más bonito que le ha dicho el catalanismo moderado a Inés
Arrimadas es “puta”. El catalanismo moderado no existe: son fanáticos
por desarmarizar.
Un estudio reciente ha vuelto
a evidenciar que la inmersión lingüística catalana perjudica a los
estudiantes castellanoparlantes, en especial a los chicos. ¿Por qué,
entonces, son una minoría los partidos que la cuestionan?
Por lo mismo que le he explicado antes: por
xenofobia. Impones una lengua minoritaria en la escuela, marginas la
mayoritaria y común a todos los alumnos, y te aseguras así la
eliminación de la mitad de la competencia para el zote de tu hijo.
Luego, le exiges esa lengua a los funcionarios y subvencionas empresas,
sobre todo del sector de la comunicación, en base a criterios
lingüísticos. Así te aseguras de que los mejores sueldos y los mejores
puestos de trabajo sean para los fanáticos de la causa. Y voilà:
ya tienes un régimen.
Es una manera de boicotear el ascensor social y
de barrar el paso a aquellos que no comparten los dogmas de fe
regionales. Es decir, a las clases bajas y medias castellanohablantes." (Entrevista a Cristian Campos, Óscar Benítez, El Catalán.es, 19/05/19)
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