"Cataluña se está convirtiendo en ‘territorio
comanche’ a marchas forzadas para los demócratas partidarios de la
Constitución. Según los últimos datos oficiales facilitados este jueves por la Fiscalía catalana, los delitos de odio han experimentado un ‘subidón’ de aúpa: en 2010 fueron contabilizados 169.
En 2017, último año del que constan cifras oficiales, hubo 393. Y lo más peligroso, según puso de manifiesto el fiscal jefe, Enric Bañeres: en ese ejercicio hubo 121 delitos de orientación política, un 124% más que en el año anterior, cuando se contabilizaron solo 54. Ser demócrata y español es cada día más difícil en esta comunidad.
Esta escalada de violencia política es ninguneada por el Gobierno catalán. Adam Majó, director de la Oficina de Derechos Civiles y Políticos, un organismo creado por Quim Torra el pasado verano, compareció ante el Parlamento catalán,
dijo que había hecho un informe y presentó unas conclusiones que
incidían en la violencia de la extrema derecha y del Estado español.
Nada que ver con la realidad. “Vino a reírse de nosotros.
Contestaba con sorna a lo que preguntábamos”, manifestó un diputado de
la oposición a El Confidencial tras la sesión. Majó había sido militante
de MDT, el partido que era brazo político de Terra Lliure.
"Se ha notado un aumento considerable del nivel de odio y violencia en
las últimas semanas, mucho mayor que el que había hasta ahora, pero eso
porque está alentado desde el Govern" (...)
Lo que no hace el Govern, pues, lo ha de hacer la sociedad civil para la que no gobierna Quim Torra. Según ha podido conocer El Confidencial, un grupo de entidades constitucionalistas ha creado el Observatorio Ciudadano de la Violencia Política,
que ha echado a andar a primeros de año y que dentro de un mes tendrá
listo el primer informe real sobre agresiones políticas en Cataluña,
recogiendo todos los incidentes independientemente de que sean
realizados por un bando u otro. Los números no tendrán nada que ver con
los del Gobierno catalán, porque en él se contabilizan los ataques a los
antiindependentistas, a los que Torra se niega a dar carta de
naturaleza. (...)
Desde el bando constitucionalista, se afirma, no obstante: “Nos empieza a preocupar que solo se demonice un grupo, y que se hable solo de una aparente violencia política proveniente de un lado. Pero se da la circunstancia de que quienes más sufren esa violencia son los que defienden la Constitución.
¿Quiénes pintan las sedes de los partidos constitucionalistas? ¿A
quienes prohíben actos? ¿A quiénes insultan?”.
Para los impulsores del
Observatorio Ciudadano para la Violencia Política, “decidimos ver qué
está pasando y vemos que hay una violencia de baja intensidad que es, a nuestro juicio, la más peligrosa, porque no genera un gran escándalo pero es tremendamente eficaz, ya que con ella se disuade al más próximo. Esta violencia te permite ir amedrentando a los más cercanos y así se producen escenarios de violencia y disuasión que son muy eficaces”. (...)" (Antonio Fernández, El Confidencial, 01/04/19)
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