"(...) Quiero hablar de lo referente a este Estado de las
autonomías que tenemos, que en su desarrollo legal y práctico tiene
rasgos y características federales más amplias que en muchos estados que
así se califican.
Un Estado de las autonomías que debería concluir en
un Estado federal formal, con una profunda revisión de las competencias
unitarias colectivas y las de las partes para corregir los
desequilibrios y contradicciones que se han producido en este largo
proceso de casi 40 años de autonomía. Esto exige de nuevo el debate y la
búsqueda de acuerdos políticos, reformas constitucionales y recomponer a
fondo el viejo sentido de unidad democrática que se impuso en la
transición.
Y para ello debemos abordar la situación creada por la
deriva de los diversos nacionalismos identitarios, de forma especial el
catalán. En Catalunya se une un proceso de creación de una identidad
histórica falseada, la utilización por el secesionismo conservador de la
crisis del capital, para reducir derechos sociales y condiciones de
vida y culpar a España y a los españoles por ser los ladrones de las
riquezas “patrias”, y conducir a través de la demagogia a una parte
amplia de la población a una locura dogmática narcotizante en la que se
vende que con la independencia se recuperará el paraíso perdido a causa
del saqueo de la pérfida España.
Esto se paró en octubre de 2017 con la
salida a la calle de centenares de miles de catalanes, hasta el momento
invisibles, que hartos de tanta mentira dijeron basta de silencio. Y la
aplicación del artículo 155 de la Constitución y la detención de los
principales dirigentes del golpe institucional hizo el resto, poniendo
en evidencia, además, la inutilidad e incapacidad política y técnica de
los golpistas, que no tenían nada serio preparado ni organizado, salvo
armar el follón en las instituciones y en las calles.
En todo este proceso la llamada “izquierda
alternativa”, la catalana y la de toda España, ha jugado un papel de
palanganera subalterna de los nacionalistas. Una izquierda que todavía
mantiene “tesis” caducadas, y nunca existentes en España, como el
“derecho de autodeterminación”, que en la práctica, aquí y fuera de
aquí, se han demostrado como el “derecho a la destrucción”. España no es
ni el Sahara usurpado por Marruecos, ni la Palestina ocupada por el
sionismo de Israel.
¿Y ahora, qué? En primer lugar dejar que la política y
el derecho cumplan su función. Hacer una propuesta política de fondo
que signifique aceptar plenamente la actuación desde la legalidad
constitucional y estatutaria por parte de los gobernantes y dirigentes
encarcelados y huídos que, hasta el momento, salvo acusar al Estado de
represivo, dictatorial, o franquista, todavía no han hecho un gesto de
autocrítica, ni han cesado en sus proyectos de reincidir en lo mismo que
ha fracasado creando la situación actual.
Que la justicia haga su
proceso y la política el suyo. Exigir a la izquierda sindical y política
que recupere su historia y su camino. Potenciar un acuerdo político en
Catalunya y en toda España de carácter constitucional, con las reformas
que se vean necesarias en la Constitución en la línea de lo apuntado
antes. Leyes y normas que se cumplan.
Todo lo expresado aquí necesitaría de una izquierda
real fuerte para impulsarlo y realizarlo. Deberemos trabajar para que
sea posible, a pesar de la ausencia, o carencias, de la izquierda actual."
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