"(...) II. La necesidad del 155
Me cuento entre aquellos para quienes los meses de septiembre y octubre
de 2017 serán recordados como una pesadilla. A partir del 6 de
septiembre se desarrolló un golpe de Estado que pretendía que la
Constitución fuera derogada en Cataluña y que el territorio de esta
Comunidad se convirtiera en un Estado independiente de España. Y que
esta transformación se hiciera en semanas.
Las leyes aprobadas por el
Parlamento de Cataluña los días 6 y 7 así lo preveían: un referéndum de
autodeterminación el día 1 y unos días después del referéndum la
proclamación de la República Catalana, la conversión de Cataluña en un
Estado independiente y, por tanto, la separación de España y de la Unión
Europea.
Había conciudadanos que deseaban con todas sus fuerzas que el proceso
triunfara. Recuerdo sus caras de ilusión todavía la víspera del día 10
de octubre; pero esa misma ilusión que ellos tenían era para nosotros
desazón. Nos preguntábamos cómo era posible que fuéramos a perderlo todo
en horas como consecuencia de la rebelión de la Generalitat y sin poder
confiar en una reacción adecuada del gobierno español.
Durante el mes
de septiembre asistíamos estupefactos a una provocación tras otra por
parte de la Generalitat que solamente era respondida en los tribunales,
sin que el Gobierno de España adoptara las medidas excepcionales que
requería la situación.
Durante esas semanas éramos testigos de cómo no
solamente la Generalitat sino también administraciones locales y otros
entes daban apoyo a la rebelión, como se dirigían órdenes a funcionarios
angustiados que dudaban entre obedecer a sus superiores o hacer valer
sus convicciones.
Conozco casos de bloqueos disimulados de la propaganda
de la Generalitat por parte de servidores públicos que nunca pensaron
que pesaría sobre sus espaldas la responsabilidad de determinar si la
Constitución seguía aplicándose en Cataluña o era sustituida por el
ordenamiento republicano.
Que en aquellas semanas no se hubiera aplicado
el artículo 155 y se hubiera permitido la angustia de tantos catalanes
que se veían sometidos a un poder público en abierta rebeldía es el
primer elemento que debe apuntarse en el "debe" de este balance.
Nunca
debería haberse consentido una quiebra del Estado de Derecho que
implicara la convivencia de dos legalidades sobre el territorio de
Cataluña, y eso fue lo que pasó en las semanas que siguieron a los días 6
y 7 de septiembre.
En aquellas semanas tuvimos una sensación infinita de desamparo. (...)
Aquellos días vi gente llorando, gente hundida, gentes que veían todo
perdido, que calculaban que el conflicto podría acabar como en
Yugoslavia. Fueron los días de la fuga de empresas, de la huida de
ahorros, de la quiebra de la confianza y de la brutal brecha entre
quienes llevaban una chispa en la mirada esperando la proclamación de la
República y quienes ensombrecíamos el corazón temerosos de lo que podía
pasar a la vuelta de la esquina.
Fueron días de espera. El Gobierno español alargaba los tiempos, la
"prudencia" aconsejaba no tener en cuenta lo que sentíamos quienes
padecíamos en Cataluña el preludio de la República. Mensajes que
pretendían ser tranquilizadores; pero que en el fondo no lo eran.
Salimos a la calle a gritar nuestra desesperación, a intentar conseguir
la visibilidad que nos negaban tanto los nacionalistas como el gobierno
de España; pero aún así tuvimos que esperar casi 20 días y una segunda
declaración de independencia para que se aplicara el artículo 155 de la
Constitución y se apartara del poder público a quienes lo habían
utilizado para intentar poner fin a nuestro marco de convivencia, para
robar nuestros datos personales, para amenazar con la utilización de la
policía autonómica para sustentar la revuelta.
Tuvimos que esperar a
que las cancillerías y la Unión Europea se alarmaran para que el
Gobierno de Madrid reaccionara; y aún así lo primero que hizo el
Gobierno español fue facilitar la huida de las empresas de Cataluña,
porque, claro, los ciudadanos catalanes no nacionalistas algún pecado
debíamos haber cometido que no alcanzaba a la Caixa o al Banco de
Sabadell. A estos últimos puente de plata para huir de la quema; pero
para los ciudadanos ¿qué?
Fueron 51 días de espera desde el 6 de septiembre hasta el 27 de
octubre. 47 días en que cada mañana esperábamos la cuchilla que nos
separara de España y nos entregara a los nacionalistas que en sus foros
más exaltados planteaban depurarnos, juzgarnos y en el mejor de los
casos devolvernos esposados "a España". 51 días de duda sobre si el
gobierno actuaría o dejaría que la corriente nos llevara.
III. El 155
Finalmente el 27 de octubre se aplicó el artículo 155 y las competencias
de la Generalitat fueron asumidas por el Gobierno de España. A partir
de ese momento los resortes de la administración autonómica pasaban al
Gobierno de España. (...)
Los edificios públicos de la Generalitat siguieron luciendo símbolos
partidistas. Los lazos amarillos no fueron retirados o incluso fueron
instalados nuevos. Hace unas semanas visitaba el Departamento de
Universidades y veía la escalera principal del edificio llena a rebosar
de lazos amarillos. Quien nos dio la charla prevista, un alto cargo del
Departamento, lucía una pinza amarilla en su chaqueta.
Un cargo de
confianza del Gobierno (pues en ese momento quien ejercía las funciones
del Departamento correspondiente de la Generalitat era un Ministro del
Gobierno español) solidarizándose con los "presos políticos" en un acto
oficial. La sensación de que ni con el 155 los nacionalistas dejarían de
considerar Cataluña como su cortijo particular, la decepción de que ni
por esta vía el Estado de Derecho podría volver a nuestra tierra. (...)
Lo más grave, sin embargo, era la situación en el Departamento de Enseñanza. (...)
ni siquiera el caso sangrante del acoso a los hijos de Guardias Civiles
en Sant Andreu de la Barca hizo que el Departamento dirigido por el Sr.
Méndez de Vigo actuara. De los centenares de denuncias presentadas por
las familias catalanas con ocasión de los comunicados cargados de
contenido político que se hicieron llegar a las familias tras el 1 de
octubre en escuelas e institutos ninguna noticia. Dejadez total, un 155 meramente formal, sin ningún contenido sustancial.
IV. El final del 155
Y como todo tiene un final, el 155 también lo
tiene. La toma de posesión del gobierno autonómico pone fin a la
intervención. Y así será. Poco importa que el presidente de ese gobierno
autonómico haya hecho expreso que seguirá utilizando la Generalitat
para imponer su proyecto de ruptura, que haya amenazado con cumplir "el
mandato del 1 de octubre", que pretenda que quien está procesado por
intentar derogar la Constitución por la vía de hecho es quien de verdad
manda en Cataluña, que su propósito explícito sea continuar con la
rebelión iniciada.
Poco importa que ese presidente de la Generalitat
haya anunciado la creación de una comisión de estudio de la aplicación
del art. 155 que tiene toda la pinta de ser una comisión de depuraciones (...)
No debemos olvidar, debemos hablar, debemos
plantear y debemos dejar claro que no nos bastan con las palabras, que
los hechos son los que son y que el balance final del artículo 155 es
que simplemente se ha retrasado un nuevo golpe que nos traerá más dolor,
más sufrimiento y quizás la certeza de que algún día, sin más, nos
olvidarán.
Antes hemos de despertar." (El jardín de las hipótesis inconclusas, 30/05/18)
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