"Ha bastado apenas una semana para darse cuenta de quién tenemos de presidente de la Generalitat. ¡Que coño una semana: 72 horas!
La cosa empezó el lunes cuando Quim Torra dijo a los CDR: “apretad y hacéis bien de apretar”.
Bueno, en realidad, dijo: “amigos de los CDR ...”. El presidente del Parlament, Roger Torrent, a su lado aplaudió la ocurrencia.
Los CDR siguieron la consigna al pie de la letra. Por la noche intentaron asaltar el Parlament de Catalunya.
Luego hubo el ultimátum a Pedro Sánchez. No sabían
nada ni Esquerra ni el PDECAT. Se lanzó a la piscina él sólo. Todo para
forzar una foto en Palau. Y calmar a la CUP tras la actuación de los
Mossos.
En la carta que envió al presidente del Gobierno ya no fija plazo. Ni tampoco en las resoluciones propuestas.
Pero es que la ha enviado no sólo a Pedro Sánchez
sino también a Donald Trump, el Papa y una veintenta de personalidades
internacionales (1).
No paramos de hacer el ridículo, también a nivel
internacional. Me recuerda aquella vez en la que -cuando Francesc Homs
era el “amo de Palau” en expresión de un periodista- enviaron una carta a
Hollande … ¡en inglés!
O aquella otra en la que montaron un acto en el
propio Parlament -la ANC, Òmnium y la AMI- para denunciar España ante
las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo, la Comisión, el Consejo de
Europa y hasta la Organización para la Seguridad y la Cooperación en
Europa (OSCE). Iban pasando los diputados haciendo el paripé, es decir,
firmando un manifiesto.
En ambos casos no hay constancia de respuesta. Al menos positiva. (...)
Sin embargo yo me quedo con el momento en el que
aseguró solemnemente que Catalunya tenía que ser “un país puntero en
seguridad”. ¡Al día siguiente de que casi asaltan la cámara catalana!.
Y, por supuesto, el final: “estamos aquí para hacer efectiva la República catalna”. ¿Qué República? ¿La de los ocho segundos?.
Con todos estos antecedentes es evidente que el
debate lo perdió Torra. Él solito. Y además con gol en propia puerta.
Fue un tiro al pie. (...)
Llevan cuatro meses con el Parlament cerrado -con el
155 fueron seis y se quejaban- y ni siquiera han podido ponerse de
acuerdo sobre los diputados suspendidos.
Al día siguiente comparecieron en Palau para
escenificar que todo volvía a su cauce. No era cuestión de perder las
lentejas, los cargos, las nóminas y las vicarías.
Yo pensaba que, efectivamente, estaba todo arreglado.
Anunciaron la rueda de prensa para las 11.30. Comparecieron una hora
más tarde.
Antes posaron sonrientes para la prensa pero cada uno
tenía su jarroncito encima de la mesa. ¡No compartían ni el agua! No
sea que, como los emperadores romanos, les echasen algo en el líquido
elemento.
No es que tengamos dos presidentes de la Generalitat. Es que tenemos ya tres: Puigdemont, Torra y Pere Aragonès.
Los dos últimos hasta se repartieron la lectura del comunicado conjunto.
Los presidentes de la Generalitat, cuando tienen
suficiente entidad, comparecen solos. Es lo que manda el cánon, la
tradición y el protocolo.
La costumbre empezó a perderse con Puigdemont. Y francamente, no me extraña.
El hombre organizaba conferencias a tres: él, Junqueras y Romeva. En Madrid o en Bruselas. Le daba miedo hacerlo sólo.
Tampoco se atrevió a ir al Congreso o al Senado.
Claro, no es lo mismo soltar el rollo ante un auditorio afín que una
comparecencia parlamentaria en la que hay preguntas y respuestas.
No se si nos damos cuenta de la degradación a la que
están llegando las instituciones: el Parlament, el Govern y la propia
presidencia de la Generalitat.
¿En manos de quién estamos?" (Xavier Rius, director de e-notícies, 06/10/18)
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