"Aquel infausto 10 de octubre, Puigdemont proclamó
primero la independencia de Catalunya “en forma de República”. “El
mandato del pueblo”, dijo.
Luego -“con la misma solemnidad”, añadió el menda- propuso “suspender los efectos de la declaración de independencia”.
Entre una y otra frase transcurrieron los famosos ocho segundos. Nunca una República fue tan efímera.
Alegó que se habían puesto en marcha “diferentes
iniciativas de mediación, de diálogo y de negociación a nivel nacional,
estatal e internacional.”
Hasta llegó a mencionar al exsecretario general de las
Naciones Unidas, Kofi Annan, y “presidentes y primeros ministros de
países europeos”.
Era mentira, claro.
Sólo buscaba una salida.
Ya no sabía cómo salir del atolladero. El mismo atolladero que él había ayudado a crear.
No es el único responsable pero sí el máximo responsable.
Puigdemont la lió y luego quiso negociar.
¡Nooooo! Las negociaciones se hacen antes de liarla.
Cuando la justicia abre diligencias ya no hay nada que hacer.
La justicia funciona al margen de la política. Incluso de la agenda política.
Claro que aquí también decían que estaba politizada
por el PP y sentenciaron al PP por el caso Gürtel. A Rajoy le costó el
cargo. Un cuñado del Rey ha acabado en la cárcel.
Los únicos que se prestaron al paripé de la mediación fue el Colegio de Abogados de Barcelona y el Síndic de Greuges por la cuenta que le trae.
Pero Ribó tampoco es tonto. Ya les había advertido que no se puede romper la vajilla entera y salir impune.
¡Hasta intentaron que el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, tomara cartas en el asunto!
El hombre ni siquiera es indepe. Nacido en un pequeño pueblo de Teruel, ya había lanzado algún mensaje en contra del proceso.
¡Un gobierno que se apoyaba en la CUP pidiendo a un cardenal que hiciera de mediador!
Las juventudes de la CUP habían pintado hasta iglesias. (...)
Puigdemont acaba de sacar un libro en el que insiste en que “esto va de democracia”. "Escucha, Europa" reza la carátula.
Y pide “una mediación internacional independiente”. E incluso apunta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Debe ser porque es polaco.
No hay constancia de que el aludido haya respondido. Ni siquiera de qué sepa exactamente quién es Carles Puigdemont.
Continúan creyendo que somos el centro del universo. Cuanto daño ha hecho aquello de El món ens mira.
Por otra parte, Torra se ha ido a Suiza a plantear de
nuevo el tema. A ver si cuela. Al menos ha tenido la gentileza de
reconocer que hasta ahora nadie les ha hecho puñetero caso.
Pero el otro día le mandó una carta a Pedro Sánchez
-todavía le llamaba “estimado presidente”- en la que pedía “un diálogo
mediado”.
¡Y mandó copia a una treintena de jefes de estado,
presidentes y primeros ministros! Las cancillerías de medio mundo están
pendientes de nosotros.
¡Hasta la remitió a Trump y el Papa Francisco! En la
Casa Blanca están estudiando el tema. La Asamblea General de las
Naciones Unidas lo incluirá en su próximo orden del día.
En El Periódico tuvieron la gentileza de poner la lista completa. Sólo se olvidaron del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron.
No sé si el descuido es atribuible al medio o al gobierno catalán. Quizá asumen ya que con Francia no hay nada que hacer.
El tiempo corre en su contra. Y en Waterloo lo saben. Lo único que buscan ahora es una salida digna.
Y a ser posible sin consecuencias judiciales. Me temo que esto va a resultar harto difícil." (Xavier Rius, director de e-notícies, 18/10/18)
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