26/10/18

El padre del nacionalismo español es la burguesía catalana interesada en asegurar un mercado cautivo, que tantos beneficios le ha reportado... Esa burguesía, después de haber alimentado un regionalismo que le permitiera negociar con ventaja sus privilegios, ha derivado –con los cambios económicos del siglo XX, y hábilmente dirigido por el pujolismo– en un nacionalismo agresivo, interesado en desembarazarse de los compromisos solidarios y fraternales de la Nación...

"Desde la izquierda “soberanista” –es decir la que cree que Cataluña tiene “derecho a decidir”– siempre se ha afirmado que la burguesía catalana es españolista. Desde la izquierda no nacionalista siempre hemos afirmado que el nacionalismo es un movimiento de base burguesa.

 Joan-Lluís Marfany, en su ensayo Nacionalisme Espanyol i Catalanitat, afirma que «los años de la presunta renaixença lingüística y nacional catalana son, en realidad, los de consolidación de la diglosia (y, por ello, del indiscutible predominio del castellano escrito) y del nacimiento, en Cataluña, del moderno nacionalismo español; y todo eso, de la mano del mismo sector burgués que impulsó el regionalismo catalanista». 

Viene a decirnos que el padre del nacionalismo español es la burguesía catalana interesada en asegurar un mercado cautivo, que tantos beneficios le ha reportado.

Esa burguesía, después de haber alimentado un regionalismo que le permitiera negociar con ventaja sus privilegios, ha derivado –con los cambios económicos del siglo XX, y hábilmente dirigido por el pujolismo– en un nacionalismo agresivo, interesado en desembarazarse de los compromisos solidarios y fraternales de la Nación que hasta la fecha le había reportado pingües beneficios.

 En un sistema neoliberal donde el crecimiento del negocio capitalista pasa por la privatización de los servicios públicos, el blindaje de competencias para la Generalitat y la posible independencia son posibilidades a las que la burguesía catalana nunca le ha hecho ascos. Más bien al contrario.

El Cercle d’Economia reúne a lo más granado de la gran burguesía catalana, se constituye en pleno franquismo y siempre supo nadar y guardar la ropa; solo con mirar su junta directiva se ve lo que representa. 

En el pasado mes de mayo publica sus Propuestas para modificar el autogobierno de Cataluña y el funcionamiento del modelo territorial de Estado; llama poderosamente la atención su segunda propuesta, donde se habla de un “Estatuto como la norma suprema… verdadera constitución nacional…” La filigrana lingüística  es importante para llevarnos a una propuesta federal –en realidad confederal– donde la Constitución Española sería papel mojado, ya que se blindarían cuestiones como “la lengua, la educación, la cultura y el funcionamiento interno del autogobierno en todos los ámbitos competenciales que le son exclusivos, la ordenación territorial, administración pública, financiación, entre otras”. 

Reclama un referéndum en Cataluña y considera que “no es necesaria una consulta a todos los españoles”, ya que afirma que el Estatuto ha de dejar de ser una Ley Orgánica del Estado. Declara, pues, la unilateralidad de Cataluña respecto a España y la bilateralidad de España respecto a Cataluña. Algo así como la relación de PSC y PSOE: de nosotros –la parte– no podéis opinar ni decidir; pero respecto a vosotros –el todo–, tenemos voz y voto.

No quiero dejar de recomendar el acertado artículo de Alejandro Tercero sobre las propuestas del Cercle d’Economia y, a la vez, para que no digan que no doy cancha a todos, el artículo de Manel Manchón que defiende la referida propuesta.

Que la burguesía es nacionalista no hay duda, y que la nación (la que más interese en cada momento) es para ella un instrumento para la dominación y la consolidación de sus privilegios, indudable. (...)"

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