"(...) ¿Esta resistencia a reconocer lo diverso no es una especie de atavismo, como el machismo, el racismo o el nacionalismo?
Si, tiene algo de eso, pero el miedo, que también está en nuestro ADN, trata de imponerse.
¿Es actualmente Cataluña un paradigma de esta pugna?
España ha vivido mal la diversidad. Que se hablen diferentes lenguas,
haya diferentes culturas…, es una riqueza que no ha sido
suficientemente reconocida porque quienes han gobernado. Y este es
precisamente uno de los problemas que han alimentado las reacciones en
contra.
En Cataluña, lo que está ocurriendo aparenta ir en sentido
contrario, pero es más de lo mismo. Es un movimiento separatista que se
basa en negar lo diferente. Estamos viviendo cada día una negación de la
diversidad.
¿Es el nacionalismo especialmente contrario a la diversidad?
Sí. Habla de “un sol poble” y genera una identidad, un relato muy
trabajado, que comienza con muchas falsificaciones históricas. Y al
final, lo quiere es imponer una de las culturas de Cataluña al conjunto.
En definitiva, es una imposición, una negación de las otras realidades.
En lugar de reconocer que hay diferentes identidades y de favorecer que
cada uno se sienta como quiera, se prima una parte sobre el resto.
Al
final, hemos de ser capaces de buscar un mínimo común denominador para
decidir cómo convivimos, como trabajamos, como tiramos adelante
conjuntamente. Y, además de negar la diversidad, asistimos a una
manipulación de las cosas como, por ejemplo, asociar el sentirse
diferente a no ser demócrata. Coda que me parece una auténtica
barbaridad.
Si en la raíz de la negación de la diversidad está el miedo ¿Cuáles son, a su juicio, los miedos que se padecen en Cataluña?
Hay un miedo a desaparecer, a la desaparición de la identidad, tal
como la hemos conocido: la lengua, las costumbres. En un mundo
globalizado, donde se difuminan muchas cosas, es natural que se
produzcan reacciones de defensa, por ejemplo, respecto a la lengua. Una
lengua que hablan pocas personas, en relación con el castellano o el
inglés, por ejemplo.
Mantenerla exige un reconocimiento y un soporte
especial. Pero de ahí a plantear que hay que ser políticamente
independientes para proteger la lengua, la cultura, la identidad, parece
excesivo. El sentimiento agónico es un gran aliado del victimismo. Y le
victimismo de la instrumentalización política.
¿Ha contribuido la crisis económica a desatar otros miedos que, a veces, se disfrazan de identidad?
Parece estar claro que uno de los desencadenantes más significativos
de lo que estamos viviendo ha sido la crisis económica. Esto de “España
nos roba” lo han conseguido vender muy bien. Ligar la crisis a las
balanzas fiscales, diciendo por ejemplo que hay más pobres en Cataluña
que en Extremadura, y que seremos solidarios con la independencia,
cuando creamos que tenemos resuelta la cuestión dl dinero.
La explosión
del independentismo vino ligada al miedo al empobrecimiento y a la
pérdida del status social de mucha gente.
Curiosamente, la denominada nueva emigración, que tantos
demonios identitarios despierta por Europa, en Cataluña parece estar
tapada…
Esta es otra falsas manera de entender la identidad. En los discursos
políticamente correctos, se cita mucho a los “nous vinguts”, a los
refugiados… Y, después, el que no lleva el lazo amarillo es enemigo. De
esto hablé en la presentación de las fiestas de Poble Sec, donde allí
estaban algunos identificados con su lazo amarillo, haciendo sus
discursos nacionalistas.
Disfrutad, les dije, y practicad la diversidad
con todo el mundo. Es el momento para estar con los vecinos y hablar.
Porque hay una hipocresía sobre la diversidad. Hay gente que proclama la
diversidad y resulta que después es incapaz de respetar, reconocer y
hablar, sobre todo con el tema del “Procés”, con la otra parte. Hay que
pensar y educarse mucho más en la diversidad.
Parecía haber en Cataluña una cierta gimnasia en el manejo de
la diversidad, sobre todo a partir de la recuperación de la democracia
¿Estamos aún a tiempo de volver a ejercerla?
Donde realmente ha sucedido esto ha sido en Barcelona y su entorno.
Con la democracia, la Educación ayudó al desarrollo de la convivencia
entre identidades diferenciadas. En otros lugares de Cataluña, hubo
quizás mucho respeto a la diversidad, pero no una integración tan clara.
En el área metropolitana, por ejemplo, se produjo el predominio de la
parte inmigrante y en el territorio rural, eran mayoritarios los,
digamos, autóctonos. Pero el paradigma de la diversidad es, sin duda,
Barcelona.
De ahí su importancia, por ejemplo, en las próximas
elecciones municipales, en las que en buena medida se dirimirá el futuro
del “Procés”. Por lo que significa, sin duda, a nivel interno y por su
proyección en el mundo. (...)" (Entrevista a Monserrat Ballarín, concejala barcelonesa, El Triangle, 23/09/18)
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