28/9/18

Hay un miedo a desaparecer, a la desaparición de la identidad, tal como la hemos conocido. El sentimiento agónico es un gran aliado del victimismo. Y el victimismo de la instrumentalización política. Parece estar claro que uno de los desencadenantes más significativos de lo que estamos viviendo ha sido la crisis económica. La explosión del independentismo vino ligada al miedo al empobrecimiento y a la pérdida del status social de mucha gente

"(...) ¿Esta resistencia a reconocer lo diverso no es una especie de atavismo, como el machismo, el racismo o el nacionalismo?

Si, tiene algo de eso, pero el miedo, que también está en nuestro ADN, trata de imponerse.

¿Es actualmente Cataluña un paradigma de esta pugna?

España ha vivido mal la diversidad. Que se hablen diferentes lenguas, haya diferentes culturas…, es una riqueza que no ha sido suficientemente reconocida porque quienes han gobernado. Y este es precisamente uno de los problemas que han alimentado las reacciones en contra. 

En Cataluña, lo que está ocurriendo aparenta ir en sentido contrario, pero es más de lo mismo. Es un movimiento separatista que se basa en negar lo diferente. Estamos viviendo cada día una negación de la diversidad.

¿Es el nacionalismo especialmente contrario a la diversidad?

Sí. Habla de “un sol poble” y genera una identidad, un relato muy trabajado, que comienza con muchas falsificaciones históricas. Y al final, lo quiere es imponer una de las culturas de Cataluña al conjunto.

 En definitiva, es una imposición, una negación de las otras realidades. En lugar de reconocer que hay diferentes identidades y de favorecer que cada uno se sienta como quiera, se prima una parte sobre el resto. 

Al final, hemos de ser capaces de buscar un mínimo común denominador para decidir cómo convivimos, como trabajamos, como tiramos adelante conjuntamente. Y, además de negar la diversidad, asistimos a una manipulación de las cosas como, por ejemplo, asociar el sentirse diferente a no ser demócrata. Coda que me parece una auténtica barbaridad.

Si en la raíz de la negación de la diversidad está el miedo ¿Cuáles son, a su juicio, los miedos que se padecen en Cataluña?

Hay un miedo a desaparecer, a la desaparición de la identidad, tal como la hemos conocido: la lengua, las costumbres. En un mundo globalizado, donde se difuminan muchas cosas, es natural que se produzcan reacciones de defensa, por ejemplo, respecto a la lengua. Una lengua que hablan pocas personas, en relación con el castellano o el inglés, por ejemplo. 

Mantenerla exige un reconocimiento y un soporte especial. Pero de ahí a plantear que hay que ser políticamente independientes para proteger la lengua, la cultura, la identidad, parece excesivo. El sentimiento agónico es un gran aliado del victimismo. Y le victimismo de la instrumentalización política.

¿Ha contribuido la crisis económica a desatar otros miedos que, a veces, se disfrazan de identidad?

Parece estar claro que uno de los desencadenantes más significativos de lo que estamos viviendo ha sido la crisis económica. Esto de “España nos roba” lo han conseguido vender muy bien. Ligar la crisis a las balanzas fiscales, diciendo por ejemplo que hay más pobres en Cataluña que en Extremadura, y que seremos solidarios con la independencia, cuando creamos que tenemos resuelta la cuestión dl dinero. 

La explosión del independentismo vino ligada al miedo al empobrecimiento y a la pérdida del status social de mucha gente.

Curiosamente, la denominada nueva emigración, que tantos demonios identitarios despierta por Europa, en Cataluña parece estar tapada…

Esta es otra falsas manera de entender la identidad. En los discursos políticamente correctos, se cita mucho a los “nous vinguts”, a los refugiados… Y, después, el que no lleva el lazo amarillo es enemigo. De esto hablé en la presentación de las fiestas de Poble Sec, donde allí estaban algunos identificados con su lazo amarillo, haciendo sus discursos nacionalistas.

 Disfrutad, les dije, y practicad la diversidad con todo el mundo. Es el momento para estar con los vecinos y hablar. Porque hay una hipocresía sobre la diversidad. Hay gente que proclama la diversidad y resulta que después es incapaz de respetar, reconocer y hablar, sobre todo con el tema del “Procés”, con la otra parte. Hay que pensar y educarse mucho más en la diversidad.

Parecía haber en Cataluña una cierta gimnasia en el manejo de la diversidad, sobre todo a partir de la recuperación de la democracia ¿Estamos aún a tiempo de volver a ejercerla?

Donde realmente ha sucedido esto ha sido en Barcelona y su entorno. Con la democracia, la Educación ayudó al desarrollo de la convivencia entre identidades diferenciadas. En otros lugares de Cataluña, hubo quizás mucho respeto a la diversidad, pero no una integración tan clara.

 En el área metropolitana, por ejemplo, se produjo el predominio de la parte inmigrante y en el territorio rural, eran mayoritarios los, digamos, autóctonos. Pero el paradigma de la diversidad es, sin duda, Barcelona. 

De ahí su importancia, por ejemplo, en las próximas elecciones municipales, en las que en buena medida se dirimirá el futuro del “Procés”. Por lo que significa, sin duda, a nivel interno y por su proyección en el mundo.  (...)"                      (Entrevista a Monserrat Ballarín, concejala barcelonesa, El Triangle, 23/09/18)

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