"(...) El derecho a decidir, producido en Euskadi, patentado en Cataluña
La falta de atención a la conexión vasco-catalana en la construcción de un relato justificador del secesionismo es llamativa. (...)
El profesor nacionalista vasco Mario Zubiaga resume así la conexión:
“Las
primeras referencias en la prensa vasca aparecen en los noventa del
pasado siglo: el ‘derecho a decidir’ es todavía un sinónimo del derecho
de autodeterminación. Posteriormente, lo que era una mera licencia
estilística se convierte en eufemismo en el proyecto del Lehendakari
Ibarretxe. La innovación discursiva debuta en el ámbito jurídico de la
mano del artículo 13 de su propuesta de nuevo estatuto. Una vez
frustrada esa vía, el término es acogido en Catalunya, donde se
convierte en bandera movilizadora por medio de la Plataforma pel Dret a
Decidir (PDD). A partir de ahí, académicos vascos y catalanes, entre los
que destaca Jaume López, han impulsado una rica evolución doctrinal” (Gara, 05/02/2015). El medio elegido dice algo.
Unos cuantos años antes el mismo autor había descalificado las
movilizaciones de Ermua en respuesta al asesinato de Miguel Ángel Blanco
con este argumento: “No era fácil encontrar ciudadanos que pudieran expresar su opinión en euskera” (Egin, 16/07/1997). (...)
El derecho a decidir (dad) nace en los años finales del siglo. El atentado de Hipercor, el más letal de ETA,
había alentado la formación del Pacto de Ajuria Enea, que constituyó el
empeño más eficaz contra la banda. Las movilizaciones de Ermua
alarmaron al PNV de Arzalluz, que, viendo peligrar su hegemonía, prepara un frente nacionalista que se plasmó en la denominada vía Ollora, por el nombre de su impulsor, miembro del PNV y de Elkarri.
Al pacto democrático de Ajuria Enea le sustituyó el pacto
nacionalista de Estella (1998).
Que Ezker Batua se apuntara a esa
operación es difícil de explicar. Tan difícil que destacados líderes de CCOO del País Vasco, como Santi Bengoa (12 años al frente de CCOO de Euskadi, amenazado por ETA), se dieron de baja en el PCE.
El pacto partía del supuesto de un conflicto histórico como origen de
la violencia etarra y de la consiguiente necesidad de un diálogo sin
condiciones porque la responsabilidad estaba repartida. (...)
La iniciativa frentista vasca tendría su apuntalamiento del lado catalán ese mismo 1998 con la Declaración de Barcelona (PNV, CiU, BNG) a favor de “un Estado plurinacional de tipo confederal”,
por un lado, y el seminario UNESCO sobre la aplicación del derecho a la
autodeterminación como contribución a la prevención de conflictos,
organizado por el teólogo Félix Martí, Director del Centro Unesco de
Cataluña, Presidente del Instituto Linguapaxy un estrecho colaborador de
Elkarriy Herria 2000 Eliza, por otro.
(...) no es de extrañar que fuera la sede de Ciemen el lugar en el que se
presentó Otegi al salir de prisión. Dicho de paso, estas organizaciones
sirven para mostrar el papel de ciertos sectores de la sociedad civil,
más allá de ANC y Òmnium, particularmente los
vinculados a la Iglesia, al servicio de las reivindicaciones
etnicistas, del obispo Setién a Montserrat.
Más llamativo es que esta
sensibilidad haya calado en organizaciones tan materialmente alejadas de
estos supuestos como los sindicatos; pero su presencia en la
manifestación secesionista de abril no deja lugar a dudas al respecto.
Es importante señalar que la colaboración vasco-catalana fue muy activa durante los años de ETA y
que, a pesar de su persistencia, el terrorismo etarra no fue percibido
dentro de la categoría política que le correspondía: no como el brazo
liberador de un pueblo oprimido sino como una organización militar,
mezcla de carlismo y totalitarismo y con claros tintes etnicistas y
xenófobos.
En los antípodas ideológicos del credo igualitario,
democrático e internacionalista de la izquierda. Esto remite a la
distorsión cognitiva fundamental de los últimos años de la dictadura,
prorrogada a lo largo de la Transición y persistente durante las décadas
democráticas. (En la primera mitad del año 2018 se han producido 128
actos de exaltación a ETA, según Covite). (...)" (Martín Alonso, Crónica Popular, 28/07/18)
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