11/7/18

Víctor Cullell, secretario del Govern, uno de los más firmes agitadores de la propaganda «O Puigdemont o elecciones», por la mañana colaboraba abnegadamente con el 155 y por la tarde –y hasta por la noche– excitaban las bajas pasiones de la masa iracunda para hacerles creer que «som república»... igual que Elsa Artadi, o tantos otros...

"(...) Víctor Cullell, secretario del Govern, uno de los más firmes agitadores de la propaganda «O Puigdemont o elecciones» cuando el Estado bloqueó, por ilegal, su investidura telemática; y por supuesto uno de los más indignados críticos dentro del independentismo político con la aplicación del artículo 155, es también muy del Barça y quiso asistir, con unos amigos, el pasado mes de abril, a la final copera contra el Sevilla en el Wanda Metropolitano.

 Al no encontrar buenas entradas se las pidió nada menos que a Roberto Bermúdez de Castro, con quien no sólo se había llevado muy bien hasta hacerse amigos, sino a quien le había brindado toda su colaboración personal y política para la eficaz y fluida aplicación del artículo 155 en Cataluña.

No es que Roberto fuera «uno» de los que aplicó este artículo, sino que fue el único responsable de su aplicación, y contó sólo con dos ayudantes venidos de Madrid: lo demás, todo lo demás, lo pusieron de su parte, y con su mejor disposición, tantos y tantos políticos y cargos independentistas que por la mañana cobraban y colaboraban abnegadamente con el 155 y por la tarde –y hasta por la noche– excitaban las bajas pasiones de la masa iracunda para hacerles creer que «som república», mientras ellos se aseguraban de seguir cobrando su sueldo perfectamente autonómico, y autonomista, prestándole los más diversos servicios al Estado.

El independentismo político vive entre la ratafía intelectual y la voluntad de engañar a su público más entregado. No tener la independencia en absoluto preparada, y proclamarla igualmente, fue tal vez la más clamorosa mentira; y creer que el Estado no usaría la fuerza y todos los métodos a su alcance, fue la más embriagadora ratafía. Víctor Cullell no fue el único que continuó cobrando del 155, y colaborando con él, mientras en público se hacía el soldado de la república catalana.

 Ahí estuvieron Agustí Colominas, uno de los más oportunistas propagandistas de Carles Puigdemont, siempre en busca de su cargo, tal como en 2006 fue el comercial del Estatut del que ahora reniega, porque entonces Artur Mas le tuvo a sueldo para que lo hiciera; o Elsa Artadi, a quien el propio Roberto agradeció los servicios prestados, por ser una de sus más «intensas y eficaces colaboradoras» para facilitar la intervención gubernamental de la Generalitat.

Un independentismo descabezado, agotado y sin rumbo cierto busca de un lado mantener la moral de la tropa y del otro que el Gobierno les de oxígeno para poder hacer algo.

Por eso Torra agitó ayer con una mano el mantra de la autodeterminación mientras con la otra se aferraba a la bilateralidad entre Cataluña y el Estado. Bastante parecido a lo de Víctor Cullell, a quien Roberto evidentemente convidó a la final del Wanda, y tuvo además el detalle de ofrecerle un par de entradas a su lado, en el palco.

El secretario del Govern pidió un acomodo más discreto «porque si me ven los míos, me van a crujir». Y mientras la masa cegada llenaba las gradas de amarillo independentista, la «república catalana» asumía su ratafía moral en la penumbra del Wanda."                (Salvador Sostres, ABC, 10/07/18)

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