"(...) uno de los subproductos del fallido envite independentista catalán ha
sido acelerar un proceso psicológico por el cual un numero creciente de
ciudadanos desea dejar de sentirse a disgusto con su condición de
españoles.
Se equivoca quien piense que esa nueva sentimentalidad
interesa o afecta únicamente a los votantes de un partido. En la ilusión
con que se ha recibido el nuevo equipo de Gobierno de Sánchez, también
es posible apreciar ese renacido deseo de los españoles por gustarse.
Pero estas personas, cuidadosamente seleccionadas, que de pronto
restañan nuestro amor propio, ya eran españoles y ya sabíamos de sus
méritos. Como dice Proust, a menudo no hacen falta nuevos paisajes sino
nuevos ojos.
La moral colectiva de un país es un balance entre el sentimiento de
orgullo que infunden los logros de la comunidad y el sentimiento de
vergüenza que provocan sus taras e impotencias. En una sociedad
polarizada como la española conviene recordar que ese equilibrio no se
altera porque cambie el color de un gobierno.
Por tópico que suene,
desde 1978, españoles de izquierda, centro y derecha, reman juntos.
El
acierto o desacierto del Gobierno de turno es solo una pequeña parte de
lo que somos. Porque España lleva siendo un buen lugar desde hace tiempo
con el concurso de españoles de todas las ideologías. (...)" (Juan Claudio de Ramón, El País, 11/06/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario