"(...) Servidora, que habitualmente vive en Madrid, empieza a darse cuenta
de la fatiga de los metales y de la sangre que,poco a poco, va pudriendo
toda esta cuestión, todo este asunto. Empiezan a estar hartos, muy
hartos, de esto y de nosotros.
Empieza a cundir el catastress. El hastío de lo catalán. La amable (o no tanto) tentación de mandarnos a tomar viento.
Es lo que tiene vivir en un lado donde esta es una parte del
problema, no el todo. En última instancia, 'ellos' (entendiendo por
ellos los no catalanes, o no sólo eso...) tienen y tenemos otras cosas
en que pensar.
A lo mejor no debería hacer en voz alta estas reflexiones justo
cuando me están pagando (o eso dicen que van a hacer) por escribir un
libro sobre este problema que sinceramente espero que no sea un libro
más. Tampoco el libro definitivo (qué miedo) pero, vamos, espero que sí
un libro revelador, mordaz e interesante.
En rigurosa primicia les avanzo que ese libro, cuando salga, y si la
autoridad competente, el rayo de Zeus o el del editor no lo impiden,
incluirá todo un capítulo dedicado a los que no quisieron hablar del
tema (que se pusieron al pairo) y por qué.
Adelanto que no son pocos, que cada vez son más, los que se lo
piensan dos y hasta tres veces antes de abrir la boca para hablar de
Cataluña.
¿Acabaremos siendo tabú, aparte de un coñazo? ¿El pueblo elegido para que todo el mundo se olvide de él?" (Anna Grau, Crónica Global, Domingo, 14 de diciembre de 2014)
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