"Vote usted en clave plebiscitaria, decían los independentistas del 27S cuando se referían a las elecciones españolas de ayer. (...)
Fallaron, se equivocaron, hicieron un mal presagio y quedaron
arrinconados en el mapa político. España quiere cambio tranquilo, pero
no desea una ruptura disrruptora.
El independentismo se sumerge en un espacio reducido, incapaz de
liderar lo que proponen desde hace meses. Son menos, han perdido votos,
han dejado escapar fidelidades que atesoraron gracias al empuje de los
fondos públicos y el adoctrinamiento institucional. Da la sensación que
incluso algunos estómagos agradecidos dejan de prestarles apoyo.
Los partidarios de la secesión han sido menos a la hora de contarse.
Ellos, tan partidarios de referirse a las urnas como método de
validación de sus ansías políticas, deben reconocer hoy que han
fracasado en el intento de obtener el plácet de la ciudadanía. Cataluña
prefiere prescindir del PP español que darle apoyo al independentismo.
Artur Mas debería dimitir del liderazgo que mantiene
en CDC (aunque sea maquillado bajo las siglas Democracia i Llibertat).
El hipotético líder del nacionalismo catalán ha sido humillado en las
urnas en la piel de su correligionario Francesc Homs.
ERC, el impresentable de Gabriel Rufián, le ha tomado el relevo como referencia del nacionalismo más movilizado. El papel que Jordi Pujol
y sus colaboradores adoptaron durante años ha sido finiquitado en estas
elecciones. No son nada en Cataluña ni serán nada en España.
Ni son
necesarios ni es probable que nadie les quiera como compañeros de viaje.
Han matado la gallina de los huevos de oro del posibilismo y del
pragmatismo. El peix al cove queda lejos, ni siquiera como estrategia resistencialista.
Duran Lleida tampoco es nadie, dejará el barco porque las vías de agua lo hacen inservible para navegar.
Los independentistas deben asumir que el eje nacional, del que se
presentaban tan orgullosos, ha quedado fagocitado por el eje
izquierda-derecha. España ha votado de forma razonable, lo que se supone
de una sociedad madura que ansía transformación pero odia las
aventuras. También lo ha hecho la Cataluña avanzada, que demuestra que
su pluralidad supera los mensajes dogmáticos de los medios de
comunicación públicos o subvencionados. (...)
El independentismo no ha muerto, pero debería tomarse unas vacaciones.
Si pretenden avanzar por la senda de la reivindicación deben considerar
que el PP sigue siendo el partido más votado en España y que ellos no
son la fuerza hegemónica de Cataluña cuando se vota en una clave
diferente a la estrictamente catalana." (Xavier Salvador , Crónica Global, 20/12/15)
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