"(...) En las elecciones generales vencen, en Cataluña, los llamados
españolistas. Antes solía ganar el PSC. Ahora lo ha hecho Podemos. La
facilidad con que la periferia metropolitana de Barcelona pasó del rojo
(socialistas) al naranja (Ciudadanos) en las autonómicas de noviembre, y
la facilidad con que esa misma zona ha virado ahora al morado (Podemos)
desaconseja extraer conclusiones demasiado rotundas.
Pero no resulta
arriesgado afirmar que el llamado eje nacional cedió ayer ante el eje
social, y que la izquierda, si sumamos Podemos, ERC y PSC, es
mayoritaria.
La estatura política de Artur Mas decrece por momentos, mientras
crece la estatura de Ada Colau. Hay que atribuir parte del mérito a
Colau, que mantiene una notable popularidad como alcaldesa de Barcelona,
y gran parte del mérito al propio Mas, que ha ido arrinconándose a sí
mismo hasta convertirse en un estorbo para todos.
¿Va a conceder
finalmente la CUP la investidura a Artur Mas? ¿No les resultará más
tentadora la perspectiva de unas nuevas autonómicas, en marzo, en las
que (aunque mezclamos peras con manzanas porque los resultados de las
generales no pueden extrapolarse) parece probable la emergencia de una
clara mayoría de izquierdas?
Es la CUP quien debe mover ficha en los próximos días. El
independentismo revolucionario tendrá que decidir si rescata a Mas o
acaba con él, y tendrá que valorar si su estrategia abstencionista ha
sido o no rentable.
La abstención de la CUP ha reforzado la figura de
Ada Colau, tótem ya indiscutible de la izquierda alternativa catalana.
Colau se presentó a las municipales y se convirtió en alcaldesa. Prestó
su apoyo a Podemos y ha convertido a esta fuerza en la más votada. Dos
envites, dos éxitos.
El futuro inmediato de Cataluña pasa por ella. Y
por una formación, Podemos, que propugna la convocatoria de un
referéndum sobre la independencia, pero para votar, en principio, no. La
fórmula del sí pero no recuerda bastante, con todas las diferencias que
se quiera, a la que tradicionalmente empleaba CiU, y siempre ha
funcionado bien en el laberinto catalán.
A Ciudadanos se le recrimina, conocidos los resultados, la falta de
definición. Ése, en cualquier caso, habrá sido un problema en el ámbito
español. En el ámbito catalán, su problema ha sido otro.
Percibidos en
noviembre como dique frente al independentismo (como se sabe, el PP
tiene en Cataluña una existencia tan discutida y discutible como la del
ángel de la guarda de su candidato, Jorge Fernández Díaz), los
ciudadanos han perdido su valor esencial. Esta vez se hablaba de
izquierdas y derechas, de un nuevo gobierno de Mariano Rajoy o de un
cambio de rumbo, y en ese esquema los de Rivera han perdido pie." (Enric Gonazález, El Mundo, 21/12/15)
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